La cultura del "Slow Down", o el "hacer despacio"


Procedo de la zona rural, viví en la línea noroeste hasta los quince años, que es a la edad cuando llegué a Santiago de los 30 Caballeros (y de seguro que de 30 Damas) desde Guayubín. Guayubín, pueblo que tiene fama por lo sosegado. Hablo del año 1970.

En Laguna Salada donde nací, cuentan que mi abuelo materno era muy calmado. Cuando le cogía una lluvia a la intemperie, en vez de correr, como suele hacer todo el mundo, continuaba su marcha despacio. La gente le decía:

-Nanito, ¡coooorraa!, ¿no ve qué está lloviendo, es qué usted no tiene otro paso?,

A lo que él respondía:

-Sí, pero más despacio.

Suelo ser un contraste extraño, me desenvuelvo entre la calma y la prisa. Pero en mí, creo, prevalece más la calma. No sé si por temperamento, por patrón socializador propio del campo y de la pobreza, o por construcción y convicción consciente después que he ido tomando las riendas de mi vida.

Hacer conscientemente en calma me viene costando un poco de esfuerzo. Cuando lo hago me siento mejor y más en control de la calidad en lo que hago, y en lo emocional más serena.

El día 27 de enero de este año 2007, recibí una presentación de diapositivas de Zobeyda Cepeda, abogada amiga y compañera del Núcleo de Apoyo a la Mujer (NAM), la cual responde al título: La cultura del Slow Down. En español se puede traducir como “cógelo suave, ve despacio…”. Me encantó el contenido, y acá expongo el mismo. Me identifico con gran parte de éste, excepto algunas partes que considero un poco catonistas, cuando se apela a la religión, por ejemplo. No soy anti nada por principios, pero soy sensible a la aconfesionalidad o al ecumenismo, que son más unitarios, e incluyen con empatía a todas las religiones, a los agnósticos y a las personas ateas.

Acá les coloco el artículo, el autor es peruano y es miembro del Partido Demócrata Somos Perú.

mildred dolores mata

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Cultura del Slow Down

Oswaldo Carpio Villegas

“Ya voy para 18 años desde que ingresé en la Volvo, una empresa sueca. Trabajar con ellos es una convivencia muy interesante. Cualquier proyecto aquí demora dos años para concretarse, aunque la idea sea brillante y simple. Es una regla.

Los procesos globalizados causan en nosotros (brasileños, argentinos, peruanos, venezolanos, mexicanos, australianos, asiáticos, etc.) una ansiedad generalizada en la búsqueda de resultados inmediatos. En consecuencia, nuestro sentido de la urgencia no surte efecto dentro de los plazos lentos de los suecos.

Los suecos debaten, debaten, realizan sin número de reuniones, ponderaciones, etc. Y trabajan con un esquema más bien "slowdown". Lo mejor es constatar que, al final, esto acaba siempre dando resultados en el tiempo de ellos (los suecos) ya que conjugando la madurez de la necesidad con la tecnología apropiada, es muy poco lo que se pierde por aquí en Suecia, lo resumo así:

1. Suecia es del tamaño del estado de San Pablo (Brasil).

2. Suecia tiene tan sólo 8’600,000 de habitantes.

3. La ciudad más grande, Estocolmo, tiene apenas 1, 800,000 habitantes.

Compare con ciudades como Sao Paulo o Río de Janeiro, donde existen más de diez millones de habitantes; o Buenos Aires en Argentina, donde casi 10 millones de personas viven permanentemente, o Rosario, Argentina, con tres
millones).

4. Empresas de capital sueco: Volvo, Scania, Ericsson, Electrolux, ABB, Nobel, Biocare, etc. Nada mal, ¿no? Para tener una idea de la importancia de ellas basta mencionar que Volvo es la que fabrica los motores propulsores para los cohetes de la NASA.

Por ahora, menciono especialmente que no conozco un pueblo, como pueblo mismo, que posea más cultura colectiva que los suecos.

Voy a contarles una historia corta, sólo para darles una idea: La primera vez que fui para Suecia, en 1990, uno de mis colegas suecos me recogía del hotel todas las mañanas. Estábamos en el mes de septiembre, algo de frío y nevisca. Llegábamos temprano a la Volvo y él estacionaba el auto muy lejos de la puerta de entrada (son 2000 empleados que van en automóvil a la empresa). El primer día no hice comentario alguno, tampoco el segundo, o el tercero. En los días siguientes, ya con un poco más de confianza, una mañana le pregunté a mi colega: ¿Tienen ustedes lugar fijo para estacionar aquí?, pues noté que llegamos temprano, con el estacionamiento vacío y dejaste el coche al final de todo..." Y él me respondió simplemente: "Es que como llegamos temprano tenemos tiempo para caminar, y quien llega más tarde, ya va a llegar retrasado y es mejor que encuentre lugar más cerca de la puerta. ¿No te parece?"

Imaginen la cara que puse. Y con ello fue suficiente para que yo revisara en profundidad todos mis conceptos anteriores.

En la actualidad, hay un gran movimiento en Europa llamado "Slow Food" La Slow Food International Association (www.slowfood.com), cuyo símbolo es un caracol, tiene su central en Italia (el site en la internet es muy interesante, ¡visítalo!).

Lo que el movimiento Slow Food predica es que las personas deben comer y beber lentamente, dándose tiempo para saborear los alimentos, disfrutando de la preparación, en convivencia con la familia, con los amigos, sin prisa y con calidad. La idea es contraponerse al espíritu del Fast Food y lo que éste representa como estilo de vida.

La sorpresa, por tanto, es que ese movimiento de Slow Food está sirviendo de base para un movimiento más amplio llamado Slow Europe como resaltó la revista Business Week en una de sus últimas ediciones europeas.

La base de todo está en el cuestionamiento de la "prisa" y de la “locura" generada por una forma de globalización, por el deseo de "tener en cantidad" (nivel de vida) en contraposición al de "tener en calidad", "calidad de vida" o calidad del ser".

Según la Business Week, los operarios franceses, aunque trabajen menos; 7 horas (35 horas por semana), son más productivos que sus colegas estadounidenses o británicos. Y los alemanes, que en muchas empresas ya implantaron la semana de 28,8 horas de trabajo, vieron su productividad aumentar en un elogiable 20%. Esa llamada "slow attitude" está llamando la atención hasta de los estadounidenses, discípulos del "fast" (rápido) y del "do it now!" (¡Hágalo ya!).


Por tanto, esa "actitud sin prisa" no significa hacer menos ni tener menor productividad. Significa sí, trabajar y hacer las cosas con " más calidad" y "más productividad", con mayor perfección, con atención a los detalles y con menos estrés. Significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempo libre, del placer del buen ocio, y de la vida, en las pequeñas comunidades. Del "aquí" presente y concreto, en
contraposición contra lo "mundial" indefinido y anónimo. Significa retomar los valores esenciales del ser humano, de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la simplicidad de vivir y convivir, y hasta de la religión y de la fe. Significa un ambiente de trabajo menos coercitivo, más alegre, más leve y por lo tanto, más productivo, donde los seres humanos realizan, con placer, lo que mejor saben hacer.

Es saludable pensar detenidamente en todo esto. ¿Será posible que los antiguos refranes: "Paso a paso se va lejos" y "La prisa es enemiga de la perfección" merezcan nuevamente nuestra atención en estos tiempos de locura desenfrenada? ¿Acaso no sería útil que las empresas de nuestra comunidad, ciudad, estado o país, empiecen ya a pensar en desarrollar programas serios de "calidad sin prisa" hasta para aumentar la productividad y calidad de los productos y servicios sin necesariamente perder "calidad del ser"?


En la película "Perfume de Mujer" hay una escena inolvidable en la que el ciego (interpretado por Al Pacino) invita a una muchacha a bailar y ella responde: "No puedo, pues mi novio va a llegar en pocos minutos". A lo que el ciego responde: "Pero es que en un momento, se vive una vida", y la saca a bailar un tango. El mejor momento de la película es esta escena de sólo dos o tres minutos.

Muchos viven corriendo detrás del tiempo, pero sólo lo alcanzan cuando mueren, ya sea de un infarto o un accidente en la autopista por correr para llegar a tiempo, o para otros que están tan ansiosos por vivir el futuro que se olvidan de vivir el presente, que es el único tiempo que realmente existe.

Todos en el mundo tenemos tiempo por igual, pues nadie tiene ni más ni menos de 24 horas por día. La diferencia está en el empleo que cada uno hace de su tiempo. Necesitamos saber aprovechar cada momento, porque, como dijo John Lennon, "La vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro".

Felicitaciones por haber conseguido leer este mensaje hasta el final. Hay muchos que lo habrán dejado por la mitad para "no perder tiempo" tan valioso en el mundo contemporáneo.”

Acá más información en los siguientes enlaces:

www.transparencia.org.pe
www.hombremaquina.net

Hasta lueguito.