Concentración de riquezas en República Dominicana, y desarrollo con equidad: Rosario Espinal

PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA martes, 11 de septiembre de 2007
ENFOQUES
Tutumpotes e hijos de machepa
En aquellos tiempos de resonante discurso boschista, había un puñado de tutumpotes y muchos hijos de machepa. Hoy, hay más tutumpotes y muchos más hijos de machepa.
Rosario Espinal - Socióloga. Profesora de sociología y política en Temple University, Filadelfia.

A principios de los años 60, Juan Bosch se convirtió en el gran maestro de sociología de la población dominicana. Sus exposiciones radiales inundaban el país y traían lecciones que ayudaban a comprender la dinámica social, los problemas económicos y los vericuetos políticos.

Tutumpotes eran los ricos oligárquicos. Hijos de machepa, los pobres desarropados. Ambos términos pasaron a ocupar un lugar importante en el argot popular.

En aquellos tiempos de resonante discurso boschista, había un puñado de tutumpotes y muchos hijos de machepa. Hoy, hay más tutumpotes y muchos más hijos de machepa.

Si la República Dominicana se hubiese desarrollado en las últimas décadas, la situación sería diferente. Hubiese, proporcionalmente, menos tutumpotes y muchos menos hijos de machepa; la clase media fuera más grande y estable.

Durante los últimos 50 años, las ciencias sociales han debatido el tema del desarrollo, enfocado en cómo lograr crecimiento económico, equidad social y democracia.

En los años 50 y 60, algunos analistas plantearon la compatibilidad de estos objetivos, argumentando que los llamados países subdesarrollados podían alcanzar simultáneamente crecimiento económico, bienestar social y derechos políticos, como ocurrió en Europa Occidental y Estados Unidos.

Esta ilusión de linealidad desarrollista se desvaneció, sin embargo, en los años 70 ante las evidencias. Países como Brasil, con un alto nivel de crecimiento económico, mostraron poco avance en el campo de la igualdad social y la democracia política.

Se afianzó entonces la tesis de la conflictividad de los objetivos del desarrollo. Se podía alcanzar uno sin los otros.

Un asunto muy debatido fue la relación entre crecimiento económico y equidad social.

Por un lado se argumentó que había que crecer antes de redistribuir. Por otro, que para crecer de manera sostenida y justa, había que establecer desde el inicio de la fase de crecimiento, parámetros de mayor igualdad.

Surgieron entonces las comparaciones entre los procesos de modernización de América Latina y el sudeste asiático. Al ser más desigual, América Latina creció sin redistribuir en la misma magnitud, mientras los países asiáticos crecieron y redistribuyeron mejor.

Según ha publicado la Oficina de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, la República Dominicana pertenece al grupo de países que en las últimas décadas ha crecido mucho y redistribuido poco.

Como resultado, el alto crecimiento económico dominicano de los últimos 50 años no produjo una mejoría sustancial en los indicadores de desarrollo humano.

La pobreza sigue siendo un grave problema, agudizado con la crisis económica de 2003-2004. Los niveles de escolaridad y la calidad de la educación son precarios, así como el acceso a los servicios de salud, seguridad social y vivienda.

La economía dominicana genera hoy más riqueza que hace 50 años, pero no crea empleos suficientes para la población. La mayoría de los trabajos pagan poco y muchas personas laboran en el sector informal. El gobierno no invierte suficiente en programas sociales y los servicios públicos son muy deficientes.

El Estado sigue siendo un botín para provecho de los funcionarios y relacionados, que cambian según el partido que se encuentre en el poder. Algunos políticos incluso se las ingenian para participar en todos los gobiernos.

Así han surgido muchos políticos-tutumpotes que luchan ferozmente en los procesos electorales por quedarse o volver al poder.

Por su parte, los tutumpotes del sector privado (de vieja alcurnia o nuevo cuño) establecen sus lealtades políticas en función del partido/gobierno que mejor garantice la prosperidad de sus negocios.

Las zonas francas, turismo, el sector bancario, los bienes raíces y las drogas han representado en las últimas tres décadas nuevos espacios de acumulación de capital, junto al permanente despojo de los bienes públicos por parte de políticos y segmentos del sector privado.

En este contexto ha crecido el número de hijos de machepa en la sociedad dominicana.

Aspiran al progreso, pero no han podido acceder a la distribución de riqueza. Para vencer las precariedades, unos han emigrado o desean hacerlo, mientras otros han hecho un oficio de la delincuencia callejera.

La clase media, que hila esperanzas en medio de las desesperanzas, también ha encontrado en la migración la escalera de escape de una economía que, aunque crezca, no se torna más productiva ni redistributiva.


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