La navidad en el 2007 en República Dominicana, la periodista Grisbel Medina analiza

COSTUMBRES
Pálpito regional en Navidad: ¿qué queda y qué se fue de la tradición en los pueblos del Cibao?
Por Grisbel Medina
La navidad, más que contagio, es integración. Cuando Juana Núñez era niña, en Nagua, municipio ubicado al Nordeste de la República Dominicana, “todo el mundo se integraba a cocinar” y en la noche “las calles se quedaban vacías, porque la gente cenaba en su casa”, confirma. Con la mirada pegada al techo, la joven recuerda cómo, para final de año, aparte de brochazos coloridos a la pared, su madre cosía ropa nueva para ella y sus hermanas. Torciendo la boca, como señal de lamento por los cambios impuestos por la prisa y el tiempo, asegura que ahora “la gente se desgarita pa’ la calle” porque “la unión familiar se ha perdido muchísimo”.

En Mamey, Los Hidalgos, comunidad perteneciente a Puerto Plata, Lianuska Santos rememora las navidades en el pedazo de patria donde aún se sienten los aguinaldos, pero, aclara “no con el orden y el espíritu de antes”. El pueblo de Mamey es fiestero. El año entero suena música frente al parque y derrocha cerveza en las banquetas al aire libre, donde los varones le hacen “ÿuca” (vigilia) a las muchachas.
En Navidad el movimiento en esta localidad se incrementa y de acuerdo a Lianuska, quien trabaja para las asociaciones choferiles, antes, los villancicos corrían de casa en casa, organizadamente, mientras que ahora es un reperpero hasta las cuatro de la mañana”, comentó.
Por su lado, Carmen Luisa, nacida hace 51 años en Salcedo, hoy provincia Hermanas Mirabal, recuerda el alboroto del vecindario desde que se asomaba el mes de noviembre.
“La gente pintaba las casas y compraba trastes nuevos. Por mas pobre que fueran, siempre había para pintar el rancho”, relató.
La Navidad, la temporada que ilumina las ciudades de pomposas coronas con miles de bombillas y arbolitos de todas las variedades, está muy marcada por la moda y las imposiciones del mercado.
Según Yonarys de Jesús, antes los niños y niñas se agradaban con cualquier monería.
“Ahora piden con exigencia y hay que comprarles lo que quieran”. Como el más grande de los tesoros, la joven residente en Santiago, guarda la bondad de la época impregnada por sus progenitores.
“A pesar de tener 29 años, tengo ese grato recuerdo de que mis Santa, que eran papi y mami, me permitieron crecer con el espíritu de la Navidad”, confiesa la casi treinteañera, que adiciona “ya no se escucha un niño preguntarse ’qué me va a dejar Santa’, lo escuchas cuestionarte sobre ¿qué me vas a comprar?.
En torno a las costumbres de la época, la socióloga, Mildred Dolores Mata, dice que se mantienen con diferencias regionales. Para la gente del Cibao, el niño Jesús es clave para hacerle regalos a los más pequeños, en Santo Domingo son los Reyes magos, cita como ejemplo.
En estos días, las aceras del Centro Histórico de Santiago (el área más antigua de la ciudad), se rompen y rehacen en adoquines, por encargo gubernamental a la Oficina Supervisora de Obras del Estado.
Dolores Mata dijo que “la ciudad está más cuidada y cosmopolita. Supuestamente y como “regalo de Navidad”, el presidente Leonel Fernández, inaugurará las “nuevas aceras” de Santiago.
En Navidad, el Cibao, productiva región del país, es tribuna de luces, arbolitos, puerco asado, pavo horneado, intercambio de regalos, festividad, alegría y unidad familiar. De acuerdo a la socióloga, en este tiempo se manifiesta más solidaridad, se aprecia el retorno de inmigrantes, se bebe más alcohol y hay más dinero para, por ejemplo, limpiar y pintar las casas.
La navidad sensibiliza
Una labor que ocupa a muchas instituciones de Santiago es la de cantar y contagiar de júbilo a envejecientes, infantes e internos, con visitas al Hospicio San Vicente de Paúl, hospitales infantiles y recintos carcelarios.
Muchos colegios organizan actividades para llevar juguetes y dulces a niños y niñas de diferentes centros como la Unidad de Quemados del Hospital Infantil Arturo Grullón. Los Voluntariados, hay diversos en la ciudad, también solicitan permiso para llevar alegría a ancianos e infantes en situación vulnerable.
El doble sueldo, tan esperado desde las primeras horas de diciembre, es un billetico que a juicio de Mildred Dolores Mata, entusiasma a la gente. De hecho, asegura, en esta época, “la gente cambia de ánimo, celebra, es más unitaria, la autoestima y el ánimo sube, se vuelve más solvente económicamente, circula más el dinero, y esto, claro, incrementa decisiones, libertad, circulación.... “
Los tarantines con sus macetas de uvas, rojitas y gordas, se instalan en diversas esquinas de la ciudad. Como deben mantener colgada la mercancía, los dueños de estos negocios (obtienen un permiso del Ayuntamiento), se turnan para dormir debajo de la “falda” plástica de las mesas donde también hay pasas, manzanas, confetti y guineos maduritos.
¿Que se ha perdido y que hemos ganado de la Navidad?, le preguntamos a la experta. Su respuesta, “pienso que hay más estrés por tres razones: Las dificultades que atravesamos por el paso de la tormenta Noel, muchas personas en precariedad absoluta, las personas responsables y sensibles, así como las instituciones están más atentas a socorrer, no hay tanta festividad al margen de este sentir. Además, añade, este año es previo a unas elecciones y eso hace que el debate político mantenga cierta tirantez en la sociedad dominicana, propia de las diferencias partidarias que compiten. Esta situación, declara Mildred, hace que no estemos tan unidos, y que compitamos, algunas veces, hiriéndonos y esto no es muy festivo.
Su tercera razón es que el país “está más consciente sobre varias dificultades sociales que nos afectan a través de familias disfuncionales y personas antisociales: la violencia de género, que se conmemora a finales de noviembre. Son estadísticas tristes, dolorosas, muchas mujeres asesinadas. y la ausencia de recursos y actividades de prevención, y de enfrentamiento de la problemática”.