Matar: la política de seguridad ciudadana que no trae seguridad: Nassef Perdomo Cordero

¿Matar supuestos delincuentes pobres en "intercambio de disparos", es la política que queremos de seguridad ciudadana?

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PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA martes, 19 de febrero de 2008

LA PIEDRA EN EL ZAPATO

De impíos e intercambios de disparos

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Nassef Perdomo Cordero - Abogado. Actualmente cursa estudios de doctorado en Derecho Constitucional

Cuentan que en el lejano pasado, en un apartado lugar vivió una vez un hombre extraordinario. Tan extraordinario que fue capaz de elevarse por encima de las duras realidades de su época. Predicó el amor y la necesidad de atender al valor de la dignidad ajena, incluso la de nuestros enemigos. El precio que pagó fue muy alto, pero su mensaje quedó entre nosotros y cambió el mundo.

Hoy, sin embargo, muchos de quienes se dicen sus representantes en la Tierra han trastocado ese mensaje por uno de agresividad. Han terminado pareciéndose más a los adversarios del carpintero que a sus discípulos. Para ellos la solución de todos los problemas se puede encontrar en el ejercicio –incluso brutal- de la fuerza estatal. Todo, todo se soluciona con “mano dura”.

Se han olvidado de que el mensaje que sirve de justificación a todos sus privilegios es completamente distinto de lo que ellos mismos dicen. Traicionan la Palabra y el espíritu de la misma.

Demuestran que, de haber sido contemporáneos del carpintero, hubieran apoyado a Caifás y los saduceos. La alianza con el poder terrenal es tal que, incluso sus excesos son vistos como buenos sólo porque los han llevado a cabo los gobernantes.

Recientemente la Policía Nacional –que ha vuelto a sus andadas con la actual jefatura- mató a 8 ciudadanos dominicanos en apenas dos días. Buena parte de la opinión pública elevó su voz con entendible preocupación. ¿Qué hace la Policía? ¿Es esto correcto? ¿Lo permiten las leyes? Preguntas pertinentes sobre todo porque en uno de los incidentes los vecinos escucharon como los policías que habían “actuado” se repartían el botín como si de los Cuarenta Ladrones se tratara.

Lejos de acompañar esa legítima preocupación, el más alto jerarca de la Iglesia Católica hizo unas declaraciones muy parecidas a aquellas a las que ya nos tiene acostumbrados. Pasando por alto el “No matarás”, celebró las acciones de la Policía y afirmó que eso debe ser un elemento fundamental de la política de “seguridad” del Estado. Lo que es más, en franca contradicción con su supuesto modelo dijo que no se puede tener “contemplaciones piadosas”.

Si este señor hablara menos y pensara más se daría cuenta de que es imposible determinar cuando realmente ha habido un “intercambio” de disparos. Y que, en todo caso, tenemos que confiar siempre en la palabra de los matadores.

Eso teniendo en cuenta que provienen de una de las instituciones estatales más demostrablemente corruptas que hay en el país. Pero además, lo hace ignorando la gran cantidad de casos en los que se ha comprobado que ha disparado sin preguntar.

Pero claro, es a los condenados de la tierra que se le aplican esos castigos. A los banqueros y publicanos se les trata con guantes de seda. Incluso se les celebran misas de acción de gracias en el aniversario cuando celebran un año más de medios adquiridos con dinero del pueblo.

No. Es a los otros que hay que caerles a tiros. San Agustín de Hipona tiene que estar revolcándose en la tumba. Ya nadie escucha la advertencia que hizo en el Capítulo IV del Libro IV de La Ciudad de Dios. Allí el Padre de la Iglesia afirmó que lo único que diferencia a los gobernantes de los bandidos es que los primeros actúan con justicia.

No hay duda entonces que solicitar a los policías que disparen indiscriminadamente sobre quienes ellos sospechen de ser delincuentes es pedirles que se conviertan en bandidos. Como consecuencia, los ciudadanos comunes y corrientes estaremos atrapados en el fuego cruzado y sin poder confiar verdaderamente en la Policía Nacional. Pero al alto jerarca eso no le importa porque, reitero, él y los suyos no serán víctimas nunca de un “intercambio”.

Quien no tiene “contemplaciones piadosas” es, por definición, un impío. Y también quien propone esa forma de actuar. Así las cosas, no debe sorprendernos tanto que el jerarca insista –como siempre ha hecho- en parecer más discípulo de Júpiter Tonante que del humilde carpintero.

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