Ahondando

Se rebaña a menudo la desesperanza
en el estreno de las manos sobre la tierra
a fuerza de limpieza del agua hostil
de la extirpe crédula.

Se quiere abrir; se abre; salta; gatea,
entre las cárceles imaginarias y en los encierros
en las multitudes desiguales;
oliendo la ambigüedad
haciendo magia en los resquicios
de las tantas heridas de la angurria.

Ésta, la confianza,
un mundo desconocido, a veces,
una siembra que bracea
entre bravas oleadas.

También, está el ánimo de mejorar,
y de encontrar,
niños a veces,
con un poco de mala crianza,
aferrados a cualquier cosa,
a veces, casi mueren,
ambivalentes, a veces,
suelen resistir el ocaso y los regaños;
a veces, vuelven,
y bailotean libre,
en los escenarios;
en los ojos, en el iris, en el brillo, en el llanto,
en la alegría confiada que espera sensibilidad.

Son quehaceres de la posibilidad de crecer
en todos los ojos
son un canto universal, latido, espacio fresco,
tacto que cuida y lame,
caricia en la pocilga,
y en las salas perfumadas.
Un musgo húmedo,
una sonrisa, el asombro embelezado,
un yo amplio sin egos encadenados…

aviva el colectivo sin palancas, sueño
este, aún, tiene algo de
tejido, red, recuerdo, agradecimiento con luna y sol,
inspiración en lo aparentemente ido y en el presente;
perdón
cuando se olvida
alguna letra
del canto hermanado;
y se vuelve a rebañar
la distancia
con los forcejeos de los invisibles
es decir,
con un tenue poder hacer hacer.



Mildred D Mata
Santiago, RD
29.04.09

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