¿Qué es una educación laica?. Por Luis Ulloa Morel

En este contenido, Luis Ulloa Morel, pedagogo, político...nos explica qué es una educación laica. Por el Concordato firmado con la Iglesia Católica en la época de Trujillo hemos estado sometidos al control religioso de muchísimos hombres, pues sólo vaones tienen poder, que creen que la sexualidad es pecado y que no se debe educar, negando los derechos de las mujeres, niegan la plainificación familiar, los condones, etcétera.

¿Por qué la educación debe ser laica en una sociedad democrática? Leamos:
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¿Qué ganamos con la laicidad en educación?

08 de febrero del 2014
 http://www.acento.com.do/index.php/blog/12604/78/Que-ganamos-con-la-laicidad-en-educacion.html

Luis Ulloa Morel
Del periódicoAcento

En una reciente discusión a propósito del Pacto Educativo al que se pretende arribar, un joven reparaba que lo eso de la educación laica que algunos proponían chocaba con la dificultad de que “aquí muchos somos cristianos”. Cerca de mí alguien susurró que él también lo era y que sin embargo apostaba por la enseñanza laica.

Para oponerse hoy día a que el país recupere la enseñanza laica –enterrada hace más de 80 años—deberá tenerse: o un celo religioso excesivo e irracional, asociado al desconocimiento del significado de la propuesta, o una deliberada intención de hacerse el gracioso ante sectores de poder partidarios, por mera y terrenal  conveniencia, de preservar las ataduras confesionales del Estado dominicano.

Educación laica quiere decir educación comprometida solo con la potenciación de valores compatibles con todo credo ideológico y religioso; su compromiso es con la racionalidad y la ciencia y la tecnología, así como con los ideales de convivencia basados precisamente en el respeto a lo diverso.

No se trata ni puede tratarse de ateísmo, pues entonces se estaría haciendo partícipe de una concepción en particular…

La cuestión de la laicidad de la educación tiene que ver con el nacimiento del Estado moderno y con el concepto moderno de ciudadanía; en una cuestión de los derechos humanos y ciudadanos. Más globalmente, es un problema asociado a la concepción del mundo y del ser humano y  la sociedad, y desde luego al papel que se asigna a la ciencia y a otras formas no religiosas de la conciencia.

La larga brega en Occidente por la separación de las religiones de los Estados (algo así como hacer valer aquello de que “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”) adquirió su empuje inicial mayor con el Informe de Condorcet (1792), presentado ante la Convención revolucionaria francesa.

En República Dominicana, el primero en proponer y aplicar el sentido laico en educación  fue, como se sebe, Eugenio María de Hostos, en 1879. La acusación de “ateísmo” (Castellanos, Meriño, Billini, Lilís…), por supuesto, no se hizo esperar. Tal sentido, con algunas interrupciones, fue más o menos preservado hasta la instauración del gobierno de Trujillo. Aun cuando no fue sino en 1951 cuando fue formalmente reinstaurado el carácter confesional de nuestro sistema educativo (Ley 2909), en los hechos ya el compromiso había sido sellado desde los primeros años del régimen, el primero en concederle personería jurídica a la Iglesia católica del país.

Con el Concordato (1954) se llevó al más alto nivel la vinculación enseñanza-religión en la República Dominicana. Mediante el acuerdo: a) la Iglesia podrá fundar centros de enseñanza sin control del Estado y podrá emitir títulos sin fiscalización y con fuerza legal; b) el estado ayudará económicamente los centros católicos; c) se reafirma compromiso de impartir catolicismo en escuelas públicas; d) los textos religiosos serán  los aprobados por la autoridad religiosa; e) los maestros de religión serán sugeridos o titulados por  la Iglesia; f) los curas de los lugares podrán vigilar la docencia religiosa; g) el Estado cuidará la difusión por radio y tv de la “verdad religiosa”; h) el estado garantiza la “asistencia religiosa” de las FF. AA.; i) también de cárceles, asilos, orfanatos, etc. “se enseñará religión católica y se asegurará la práctica de sus preceptos”.

Unas ataduras que hoy perduran, legalmente, sin que gobierno alguno se haya atrevido siquiera mencionar con el menor atisbo de cuestionamiento (salvo, de algún modo, el gobierno de J. Bosch).

Se nos dice que esto laicidad o no laicidad no es el problema de nuestra educación.  Respondo: Tampoco lo del 4% era el problema, como no lo es ningún aspecto por separado. Lo indudable que permanecer atados a una confesión religiosa es hoy día anacronismo fuente, entre otras cosas, de oscurantismos y confusiones. Resulta risible, por ejemplo, suministrar y manejar libros de textos de historia con imágenes de unos semi-humanos peludos que habrían sido nuestros ancestros (clara alusión al origen evolutivo de nuestra especie), mientras por el otro se les hace beber a nuestros niños y jóvenes la historieta de unos  tales Adán y Eva de los cuales hoy día hasta el Papa se ríe públicamente.

Eso se llama propiciar la confusión.

No se trata de negar la libertad religiosa sino de relegarla a lo privado. No hay verdadera libertad de cultos allí donde un culto es protegido (hasta financiado) por el Estado. Hay en el patio un conservadurismo político disfrazado de una religiosidad hipócrita (políticos “católicos” que nunca van a misa). Al pueblo llano esos celos seudo-religiosos oportunistas no le importan.

Si de veras asumimos una educación democrática, plural, racional, moderna, demos paso a la educación laica y laicista. Ganemos racionalidad, claridad, libertad de pensamiento y clima de respeto, si es que en verdad procuramos una educación liberadora.

Sobre el autor
Luis Ulloa Morel


Pedagogo, profesor y político

reto.estudia@gmail.com

Autor de Lo nacional y lo popular en la cultura Estado, Iglesia y Educación en la República Dominicana (1930-1986), Los caminos del aprendizaje, Enseñar es fácil, vocabulario Político-social básico, Para entender filosofía, y numerosos artículos.


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