Oda al despertar


Dedicado a los sentires del luchador social y humano sensible, alegre, Elvis Soto.

Esos grises tonos de metal venían arropando la vida
en días con pocos matices solidarios.

Esos días, también,
tenían amarillo de miel
que propugnaba por brotar
con alegría que germinaba
en medio de aquel manto pesado,
ilusorio, de la vida de los egoísmos.

Una ausencia de atenciones
ciertos quejidos
¡tarde o temprano!
imponen
sentires de aguas con sabor a ternura
sentido en otras palabras, en otros acentos, en otros puntos,  comas,...
¡en fin!: otros paradigmas.

Los sinsabores injustos por los no afectos
despiertan a quien teje en la bondad
sin importar la pobreza vital de ciertas culturas
para amar
y terminan irrumpiendo,  lejanos, cercanos y amplios azules,  en los celestes y amplios vestidos,
en las verdes  hojas, en las rosas rojas, rosadas, violetas...
y en la claridad de la transparencia.

E irrumpe la bondad en la vida, en todos los tiempos,
una bondad mansa
de alegría simple...

Y cabizbaja
suele irse alejando  la euforia  sin alma
la euforia construida  de añicos, de pedazos, de fríos minerales...

Plumas despectivas de fuego ¡cesen ya su desvergüenza superficial!
sofoquen sus alientos de dragones
lanzadores de detrimentos, ¡paren ya!

Porque  ¡de nuevo! ¡¡¡en cualquier instante!!!
hay  parpadeos de pestañas tiernas
vuelven a aflorar los llantos suaves y alegres
los llantos  fuertes
que como olas excepcionales
son las sensibilidades:
es el despertar del pueblo que se aprecia, que se ama,
y que rechaza  la inconsciencia.

Los escribientes del desamor
ante los forcejeos cotidianos de dignidad
tienen que alertarse ¡ya!,
y mirar los pequeños, los medianos, los grandes fulgores de libertad;
y   solazarse ¡no deberían!  en segregaciones
cómo si  diesen mérito al vicio, a las actitudes de  "narices paradas".

Y recogerse, deberían,
los espacios y relaciones alienadas,
el hedonismo chueco, vacío, frío...
porque solitarios escribientes suelen ser,
las y los marcadores de distancias
¡con muy poca cercanía de pueblo!

¡Asombro! ¡Asombro! ¡Asombro!
ciertas escrituras osan confesar
 “remeneos”  y temblores de miedo
defendiendo, sesgos, narcisismos, categorías...
confiesan sus egos con menos brío,
su ausencia de intenciones de reconocer derechos
es cada vez  más clara.

Esos "amorfos" poco sensibles
no  escriben sobre el arrebatamiento de talentos
sobre los sudores del pueblo sin recompensas
no escriben de las rentabilidades que no  se comparten
no huelen,  no saben,   no intuyen,
sobre la economía política y sus complicaciones:
las contradicciones sociales.

Arrojan las tensiones del desamor y dicen protervas palabras
insultantes gestos tiran por doquier
desdeñan las aspiraciones de cuidados responsables
no sonríen a los movimientos sociales pro derechos humanos
al accionar gracioso y digno por la dignidad
tratan como si lacra odiosa fuese
confiesan impunemente su ignorancia
sobre los ritmos de las  indignaciones
odian la belleza de la responsabilidad proactiva
desconfían de las estirpes suaves, gloriosas,
no disfrutan las caricias del bienestar de todas y de todos;
a estos editores de códigos neoliberales,
por el dinero muy interesados,
parece como si les molestaran
los sueños libertarios: ¡parece que sí, ¿o es obvio?!

Esos humanos poco amantes del prójimo
no se desviven por la búsqueda de un legado, de un destino común:  una trascendencia,
no se afanan por  un vivir civilizatorio, espiritual, democráticamente radical
se les dificulta enternecerse por la búsqueda del pan, de la renta básica,
por la búsqueda de la  salud, de la vivienda,
por el derecho a unos quehaceres laborales:
humanizantes:  holísticos, compartidos.

No celebran los cantos, los bailes, el descanso, el arte, el ocio,
la ausencia de escasez, la ausencia de encierros, la ausencia de temores...

¿Por qué no acepta la desvergüenza
la búsqueda de alegrías solidarias?

Se percibe que ante ese desamor a veces desnudado
hay almas sorprendidas
y la nobleza de quienes sirven a cada persona de este mundo
capta confesiones de temores
esa nobleza virtuosa que toca como manto los cielos, los mares, las montañas,
se asombra ante la resequedad que experimentan mercaderes sin alma
ante los sentires que la amplitud  permite:
el sentir, el hacer, el compartir, en la abundancia.

Pero esos díscolos anatemas  del derroche
no  aprecian los sueños inmensos integradores
las aguas frescas,  los árboles fuertes,
los sueños de  redención de la humanidad toda.

Hay un discurso de ceguera con  confesión impúdica
aferrado a  una falsa luz extenuantemente ciega
un discurso que no percibe las sombras que acompañan a la avaricia
a las pesadillas de la escasez;
con símbolos de un decir envanecido, lleno de  ilusiones elitistas,
con códigos de un reflejo  engañoso del vivir sin consciencia
contienen palabras a las que les molesta el despertar
de unas, de unos, a quienes  llaman "desfallecidos"  "indigentes" "chusma"
"voces amorfas"; así tratan a los movimientos sociales que luchan
de las personas no quieren seguir siendo ignoradas
que quieren que deje de estar saqueada su membresía
en el olvido y en el polvo, del no poder decidir y de la pobreza.

Es un discurso amorfamente feo
es un bloque de hielo que no  puede percibir angustia
es un discurso que no añora  las oportunidades colectivas.

Son escribientes que rechazan las aguas no plomizas,
las corrientes dinámicas y cristalinas
de unos mares  lúdicos, solidarios, que despiertan.

Y por el contrario: sarcásticos,
escriben omnipotencias irracionales, inaguantables,
apostando al descaro, a la inconsistencia, a la bellaquería.

Son tintas que añoran el adormecimiento por la desesperanza
apuestan a continuar la indefensión aprendida
garabatean decires apreciando los malos tratos
piensan como si hubiesen seres inferiores
las víctimas de las discriminaciones no les conmueven
expresan díscolas palabras como: "insolvencias", "desasistidas, desasistidos";
con pavoneos ignoran la exclusión, las pocas oportunidades, el bullying,
se tratan como si sus propios enemigos fuesen
se sienten áridos, heridos por sus propias armas,
escriben con un aire de no querer mirar pesadillas ajenas,
ni despertares
sus escrituras  no “añoñan” el digno existir.

No se emocionan
por las búsquedas de más alegría para todas y todos
no tejen redes por la búsqueda de más bienestar y de más libertad,
no se responsabilizan porque  todas las humanas y  todos los humanos.
puedan, podamos: realizarnos plenamente.

18. octubre.2014
Santiago de los Caballeros, RD