Sobre el aborto terapéutico y las/los evangélicos. Por José Dunker

Explicaciones sobre casos donde hay que hacer aborto terapéutico.  Mildred D Mata

José Dunker
Por José Dunker.

Semblanza
diciembre 22, 2016

Carta abierta sobre al aborto.

SANTO DOMINGO, R.D.
22 de diciembre, 2016

A MIS HERMANOS Y HERMANAS EN LA FE:

Me siento triste y avergonzado por el papel que hemos hecho con el tema del aborto, en relación al nuevo Código Procesal Penal.

Este papel no solo contradice el espíritu de las Escrituras, sino que aleja a la juventud y a la clase pensante de la confianza en la Iglesia.

Mis hermanos, ¡es que no hay regla sin excepción! El mismo Dios que dijo: “no matarás”, es el que ordenó a Moisés destruir a las naciones cananeas sumidas en la degeneración. De modo que, matar es malo, pero una guerra justa puede ser una excepción. Excepción es también cuando se mata en defensa propia.

Estoy sorprendido que algunos de ustedes hablen en contra del “aborto terapéutico” como si se tratara de una abominación. ¿En cuál pasaje de las Escrituras se basan para sostener una posición tan difícil de entender? ¿Es que desconocen las situaciones en las que un médico se puede ver obligado a informar a sus pacientes que no es posible salvar las dos vidas, y que tienen que escoger? ¿No es lo mismo que pasó en el Titanic, cuando se decidió salvar a las mujeres y a los niños?

En mi condición de profesional de la Medicina les recuerdo cinco situaciones en las que se justifica el “aborto terapéutico”.

Primero, embarazo ectópico: el cigoto se anida fuera del útero y si no se extrae puede provocar ruptura de la trompa con hemorragia y posible muerte de la mujer.

Segundo, mola hidatiforme: un feto se transforma en tumor maligno, y si no se saca muere junto con la madre.

Tercero, cáncer uterino de la mujer: si no se saca la matriz, se muere la mujer, y se muere el niño.

Cuarto, cardiopatía severa en la que una junta de médicos concluye que la mujer no resistiría un embarazo completo, y si muere la mujer, se muere también el niño.

Quinto, ruptura de membranas e infección fetal: si no se detiene el embarazo, se muere el niño, y también se muere la madre.

En estas situaciones, muy raras por cierto, el médico es quien propone interrumpir el embarazo por causa de la madre. No se trata, como dicen otros, de un supuesto derecho a decidir de la madre, sino de una situación lamentable en la que no se puede salvar la madre y el niño, y tenemos que escoger.

Ante hechos médicos tan evidentes, ¿no deberíamos ser nosotros, los creyentes, quienes saliéramos a la calle a reclamar por el derecho del médico a salvar la vida de estas mujeres?

Lamento mucho enfrentar a algunos de ustedes que son mis hermanos y hermanas que quiero de todo corazón, pero, mi impresión es que al declarar la guerra al aborto terapéutico hemos dado muy mal testimonio a nuestra generación, y esto nos quita autoridad moral para hablar sobre otros temas.

He consultado autores cristianos en los que confío, y difieren claramente de esta posición ultraconservadora que se ha hecho predominante.

John Stott confirma su posición pro-vida, pero propone como punto de consenso lo siguiente: “no se puede quitar la vida humana EXCEPTO EN CASOS DE NECESIDAD PERENTORIA” (p.344), e incluye la anencefalia como una de estas excepciones.

John Piper, citado en un documento de la Bethlehem Baptist Church, declara lo siguiente: “Si Dios ya está quitando la vida de un niño en el vientre de su madre – a través de una anomalía catastrófica u otro contratiempo, y si está claro que el bebé no podría sobrevivir fuera del vientre, y que dejándolo pone en peligro la vida de la madre- en esas circunstancias yo no creo que pecamos en contra del bebé ni en contra de Dios sacando el bebé y salvando a la madre”.

Billy Graham ha declarado tajantemente lo siguiente: “Debemos aceptar el aborto en estos casos: violación o incesto o si el parto es una amenaza a la vida de la madre” (“Prolife Discussions”).

Cristian Peralta, bioeticista y sacerdote jesuita, afirma que en estos casos (embarazo ectópico, cáncer uterino, etc.) “no se contradice el principio moral de no matar”, y señala que “la píldora de un día después”, en casos de violación o incesto, “es aceptada… por la Conferencia Episcopal Alemana, después de haber consultado a la Congregación para la Doctrina de la fe y a la Academia Pontificia para la Vida del Vaticano”.

Admito que algunos puntos son controversiales, y no nos podremos poner de acuerdo, pero, ojalá pudiéramos hacer consenso por lo menos en este punto: ABORTO POR PRESCRIPCIÓN MÉDICA, no como derecho a decidir de la mujer, sino como un supremo recurso para salvar la vida de la madre. No se trata de aprobar el aborto, sino de reconocer la excepción.

Si hacemos este consenso, digámoslo abiertamente para que nadie suponga que defendemos la vida del niño, pero menospreciamos la vida de la mujer.

Con mi mayor respeto,

José Dunker L.
22/xii/2016