Las dominicanas y los dominicanos debemos poder mirar las actuaciones antisociales de haitianos y haitianas, y de cualquier persona sin incurrir en hacer daños a personas inocentes, y no incurrir en violencia indiscriminada. Nuestras autoridades deben tener más control del territorio, para que haya un Estado de Derecho.
CONFLICTO
Presidentes de parlamentos RD y Haití condenan agresión contra inmigrantes haitianos
Califican agresiones de "inaceptables y abusivas"
jueves, 30 de octubre de 2008
SANTO DOMINGO/República Dominicana (EFE).- El presidente del Senado de la República Dominicana, Reinaldo Pared Pérez, y el de Haití, Kelly Bastien, condenaron este jueves las agresiones de dominicanos contra haitianos, desatadas a principios de esta semana y que han provocado la repatriación de decenas de inmigrantes del segundo país.
Los dos parlamentarios calificaron dichas agresiones de "inaceptables" y "abusivas" en contra de los inmigrantes haitianos.
Las acciones en perjuicio de los haitianos iniciaron el lunes en Neiba (suroeste dominicano) cuando tres inmigrantes murieron a manos de dominicanos en violentos enfrentamientos con palos y piedras.
El enfrentamiento comenzó después de que un inmigrante asesinara a una mujer dominicana aparentemente para robarle una motocicleta, según la Policía.
Horas después, pero en la localidad de Guayubin, en el noroeste del país, turbas de dominicanos portando armas de fuego, machetes y palos quemaron decenas de viviendas de haitianos en venganza por la muerte de un dominicano, supuestamente a manos de un inmigrante.
Decenas de haitianos, incluyendo niños, huyeron despavoridos de dicho lugar y se refugiaron en sitios desconocidos para evitar ser agredidos mientras que otros han sido repatriados a su país.
El presidente del senado dominicano dijo que estos actos "no merecen el apoyo de nadie que tenga dos dedos de razón", ya que, según opinión, son "barbarie de personas que aprovechándose de un hecho aislado han venido ejecutando actos abusivos para robarles sus pertenencias a haitianos que viven en nuestro país".
En tanto, su colega de Haití pidió al Gobierno dar protección a los haitianos residentes en el país para evitar situaciones similares.
Según medios locales, la situación de tensión entre haitianos y dominicanos motivó una visita sorpresa ayer a la frontera de ambos países del presidente de Haití, René Préval.
El secretario adjunto de la Organización de Estados Americanos (OEA), Albert Ramdin, dijo hoy en Santo Domingo, aunque sin mencionar estos asuntos, que la convivencia pacífica es "crucial" para la República Dominicana y Haití, que comparten la isla La Española.
Ramdin y el presidente del senado haitiano participaron hoy en la inauguración del XXX Foro Anual de la Acción Mundial de Parlamentarios (PGA), en el que participan legisladores de setenta países del mundo.
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Un blog de opinión e informaciones enfocado en temas relacionados con los derechos de la mujer. Soy una demócrata radical en el desarrollo de las naciones, con la equidad e igualdad social, económica y política de los ciudadanos/as dominicanos/as y del mundo.
También encontrarás algunas producciones literarias buscando un sentido de interioridad y una visión universal.
Unidad
Allá,
al final del Océano
sola
danzando entre tornados
inerte
amando a desgano entre la luna azul,
y el aire real amarillo y desolado
Diosa-Humana
rodeada de amores extraños
sola y amante
tanteando la vida
sola de ilusiones.
Es el amor.
mdm
Stgo., 16.10.08
al final del Océano
sola
danzando entre tornados
inerte
amando a desgano entre la luna azul,
y el aire real amarillo y desolado
Diosa-Humana
rodeada de amores extraños
sola y amante
tanteando la vida
sola de ilusiones.
Es el amor.
mdm
Stgo., 16.10.08
Análisis del por qué han ganado o han perdido los Republicanos en EEUU: Rosario Espinal
http://www.clavedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=12742&Id_ClassArticulista=23
Partido Republicano: Cómo gana, cuándo pierde
Rosario Espinal
Hasta nuevo aviso, el electorado norteamericano es fundamentalmente conservador. Valora el derecho personal sobre la intervención estatal, el esfuerzo individual sobre el derecho grupal y cree en una fuerte defensa nacional. Por eso el Partido Republicano ha gobernado en la Casa Blanca 28 de los últimos 40 años.
Sin embargo, en las elecciones del próximo 4 de noviembre, el partido se dirige a una derrota. La rabia por el deterioro en las condiciones de vida se enfila hacia los republicanos.
Durante la primera etapa de la campaña, el desprestigio del gobierno se debió fundamentalmente a la guerra en Irak. Bush malgastó su capital político en esa guerra y los resultados eran catastróficos.
Con la insistencia de John McCain, el gobierno impulsó el “surge”, o intensificación de la ofensiva con más soldados. Las tropas norteamericanas lograron mayor control en Irak y el drama de la guerra desapareció de los medios de comunicación.
Paradójicamente, eso perjudicó a McCain que contaba con su experiencia guerrerista para ganarle a Barack Obama.
A partir de septiembre, la situación empeoró. La dramática crisis financiera arropó la sociedad norteamericana y el descontento aumentó sin que los republicanos tuvieran soluciones a manos.
Con el terrorismo desplazado y la economía desmoronándose, el Partido Republicano perdió su arma principal para atemorizar la población: el fundamentalismo islámico.
No hay que olvidar que el miedo ha sido un factor esencial para los triunfos republicanos.
En los años 70, capitalizaron con el miedo que muchos norteamericanos sentían a las protestas de masas de negros, jóvenes radicales y mujeres, así como a las turbulencias mundiales de la Guerra Fría. Richard Nixon fue el beneficiario hasta que explotó Watergate.
En los años 80, los republicanos conquistaron el apoyo de un amplio segmento de la clase obrera y media blanca por la tensión con las minorías raciales. La imagen de la mujer negra beneficiándose de los programas sociales, o el joven negro convertido en criminal, llenaron los anuncios de campaña. Ronald Reagan fue el beneficiario, y luego George H.W. Bush, hasta la recesión de 1991-92 que lo destronó.
En los años 90, los republicanos estuvieron fuera del poder, pero hicieron una oposición feroz a Bill Clinton con la “guerra cultural”. La derecha se mostró defensora de la moral cristiana y endemonió a los Clinton por apoyar el aborto, la homosexualidad y practicar la infidelidad marital.
En la primera década de este siglo, los ataques del 11 de septiembre suministraron el terrorismo para que los republicanos se impusieran nuevamente con el miedo. George Bush fue el beneficiario con su reelección en el 2004.
Actualmente, el miedo que prevalece es a la situación económica y el Partido Republicano no tiene receta para gestar confianza.
McCain es también un candidato problemático. Está físicamente abatido por la edad, el cáncer y las torturas en Vietnam. Además, nunca fue favorito de la ultra-derecha religiosa porque el eje de su conservadurismo es la defensa militar, no los temas socio-personales.
Pero sin el apoyo de ese segmento electoral, ningún republicano gana elecciones. Por eso McCain escogió a Sarah Palin, aunque al hacerlo debilitó el argumento principal que tenía para enfrentar a Barack Obama: la experiencia y el conocimiento de la geopolítica.
La crisis financiera de las últimas semanas complica mucho el escenario electoral para el Partido Republicano. Las políticas económicas neoliberales no cautivan ni se están aplicando en este contexto de intervención masiva del Estado para resucitar el sistema financiero.
Además, los votantes independientes, que deciden quién gana las elecciones, buscan certeza, y McCain aparece errático en sus tácticas electorales, y carente de visión de futuro.
En esencia, la coalición conservadora de fiscalistas ortodoxos, moralistas y guerreristas que permitió tantos triunfos republicanos en los últimos 40 años se ha desarticulado por las torpezas y excesos de Bush y las deficiencias de McCain.
En otro artículo comentaré sobre el Partido Demócrata.
Partido Republicano: Cómo gana, cuándo pierde
Rosario Espinal
Hasta nuevo aviso, el electorado norteamericano es fundamentalmente conservador. Valora el derecho personal sobre la intervención estatal, el esfuerzo individual sobre el derecho grupal y cree en una fuerte defensa nacional. Por eso el Partido Republicano ha gobernado en la Casa Blanca 28 de los últimos 40 años.
Sin embargo, en las elecciones del próximo 4 de noviembre, el partido se dirige a una derrota. La rabia por el deterioro en las condiciones de vida se enfila hacia los republicanos.
Durante la primera etapa de la campaña, el desprestigio del gobierno se debió fundamentalmente a la guerra en Irak. Bush malgastó su capital político en esa guerra y los resultados eran catastróficos.
Con la insistencia de John McCain, el gobierno impulsó el “surge”, o intensificación de la ofensiva con más soldados. Las tropas norteamericanas lograron mayor control en Irak y el drama de la guerra desapareció de los medios de comunicación.
Paradójicamente, eso perjudicó a McCain que contaba con su experiencia guerrerista para ganarle a Barack Obama.
A partir de septiembre, la situación empeoró. La dramática crisis financiera arropó la sociedad norteamericana y el descontento aumentó sin que los republicanos tuvieran soluciones a manos.
Con el terrorismo desplazado y la economía desmoronándose, el Partido Republicano perdió su arma principal para atemorizar la población: el fundamentalismo islámico.
No hay que olvidar que el miedo ha sido un factor esencial para los triunfos republicanos.
En los años 70, capitalizaron con el miedo que muchos norteamericanos sentían a las protestas de masas de negros, jóvenes radicales y mujeres, así como a las turbulencias mundiales de la Guerra Fría. Richard Nixon fue el beneficiario hasta que explotó Watergate.
En los años 80, los republicanos conquistaron el apoyo de un amplio segmento de la clase obrera y media blanca por la tensión con las minorías raciales. La imagen de la mujer negra beneficiándose de los programas sociales, o el joven negro convertido en criminal, llenaron los anuncios de campaña. Ronald Reagan fue el beneficiario, y luego George H.W. Bush, hasta la recesión de 1991-92 que lo destronó.
En los años 90, los republicanos estuvieron fuera del poder, pero hicieron una oposición feroz a Bill Clinton con la “guerra cultural”. La derecha se mostró defensora de la moral cristiana y endemonió a los Clinton por apoyar el aborto, la homosexualidad y practicar la infidelidad marital.
En la primera década de este siglo, los ataques del 11 de septiembre suministraron el terrorismo para que los republicanos se impusieran nuevamente con el miedo. George Bush fue el beneficiario con su reelección en el 2004.
Actualmente, el miedo que prevalece es a la situación económica y el Partido Republicano no tiene receta para gestar confianza.
McCain es también un candidato problemático. Está físicamente abatido por la edad, el cáncer y las torturas en Vietnam. Además, nunca fue favorito de la ultra-derecha religiosa porque el eje de su conservadurismo es la defensa militar, no los temas socio-personales.
Pero sin el apoyo de ese segmento electoral, ningún republicano gana elecciones. Por eso McCain escogió a Sarah Palin, aunque al hacerlo debilitó el argumento principal que tenía para enfrentar a Barack Obama: la experiencia y el conocimiento de la geopolítica.
La crisis financiera de las últimas semanas complica mucho el escenario electoral para el Partido Republicano. Las políticas económicas neoliberales no cautivan ni se están aplicando en este contexto de intervención masiva del Estado para resucitar el sistema financiero.
Además, los votantes independientes, que deciden quién gana las elecciones, buscan certeza, y McCain aparece errático en sus tácticas electorales, y carente de visión de futuro.
En esencia, la coalición conservadora de fiscalistas ortodoxos, moralistas y guerreristas que permitió tantos triunfos republicanos en los últimos 40 años se ha desarticulado por las torpezas y excesos de Bush y las deficiencias de McCain.
En otro artículo comentaré sobre el Partido Demócrata.
Amor es accionar para cuidarnos y cuidar, aún estando solas/os o acompañados
Hablando de amor, de cualquier amor, no sólo de pareja.
Primero, hay que hablar de amor a una misma, a uno mismo. Tener autoestima. Que es reconocerse, aceptarse como una/o es, cuidarse, conocerse, controlar nuestras emociones, cuidar nuestra salud, trabajar, saber hacer de todo (que nos respetamos y luchemos siempre haciendo de todo; así, si nos quedamos solos/as, no se nos viene el mundo abajo). Autoestima es superarnos, es aprender, es hacer cursos, ejercicios físicos, disfrutar de la naturaleza, poder estar solo/a, aprender a estar sola o solo,y autoestima es quererse, haciendo las actividades despacio, para poder pensar, reflexionar…
Segundo, amar es sentir, tener acciones de amor hacia los demás. El amor es una actividad que significa dar y recibir. Presupone que vamos haciendo, y produciendo. Y producir es superar la dependencia, es dejar un exceso de amor egoísta hacia uno mismo, porque con el egoísmo tendemos a querer usar y manipular a los demás.
Entonces, el amor es a) cuidar, b) tener responsabilidad, c) tener conocimiento de las demás personas y d) respeto.
(Erich Fromm, El arte de amar. Paidós, 1959-2005, España).
¡No! a la dependencia! no, a que los demás nos resuelvan la alegría, apegados, sin dejar a la otra persona libre.
Amar dice Erich Fromm es dejar atrás la omnipotencia narcisista: que es sólo escucharnos a nosotros y nuestros intereses. Amar es ir dejando atrás el deseo de usar a los demás, sin tomar en cuenta sus necesidades. Por tanto: Ama quien puede dar. Puede dar la persona que confía y usa sus poderes humanos, tiene coraje y fe para lograr fines.
Tercero, el amor a la familia, aunque esta pueda estar lejos o cerca, no tiene que estar bajo un mismo techo. Amar a la familia es desear lo mejor a la que ha sido nuestra pareja. Es que aunque no vivamos con nuestros hijos e hijas, debemos seguir cuidándolos, responsabilizándonos, conociendo, y respetando a nuestros hijos e hijas.
Cuarto, amor es saber comunicarnos. Es escuchar, es respirar hondo cuando nos sentimos heridas, heridos. Se trata de una buena comunicación cuando no respondemos, ni hablamos cuando tenemos rabia, ira, “pique”. Comunicación constructiva, de amor, es no gritar, es no hablar alto, es no vocear, no hablar descompuesto, ni usar palabras ofensivas.
Hay que saber comunicarse oportunamente, buscando el momento apropiado. Es tratar de hablar a solas con la persona, en espacios donde pueda haber intimidad, y una buena comunicación es estar preparados/as para aceptar que no siempre van a estar de acuerdo con nosotras y nosotros. Si hay explosión de ira, malestar es recomendable no continuar la conversación. Si la otra pwersona tiene una actitud de disposición de mejoría y acción, debemos ir reconociendo y perdonando.
Crisis Financiera: se termina la irresponsabilidad con lo público
Informe-Dipló Especial – 7-10-08
El fin del capitalismo financiero
LA CRISIS DEL SIGLO
Los terremotos que sacuden las Bolsas del mundo desde el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado...
por Ignacio Ramonet
Director de Le Monde diplomatique, España.
El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paul Samuelson, premio Nobel de Economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética (URSS) fue para el comunismo”. Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron.
La “edad de oro” de Wall Street se acabó. Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, “amos del universo” denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo. Por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas de corto plazo abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho facil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.
La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial.
La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el monto de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca “burbuja” reventó.
El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200 mil millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.
Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody’s, Fitch) y hasta las auditorías contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).
El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las “hipotecas basura” era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado –en Le Monde diplomatique– desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.
La administración del presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañia de seguros del mundo. Y el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson (ex-presidente de la banca Goldman Sachs …) ha propuesto un plan de rescate –reformado y aprobado por el Congreso de Estados Unidos– de las acciones “tóxicas” procedentes de las “hipotecas basura” (subprime) por un valor de unos 700 mil millones de dólares, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.
Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica– demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aun más.
Las autoridades estadounidenses acuden al rescate de los “banksters” (“banquero-gangster”) a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un costo de 4 mil millones de euros. Lo consideró un gasto inútil. Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.
Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen “plan B” para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.
¿Cuanto durará la crisis? “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”, vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo “New Deal” basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods. La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.
1 Anagrama, Barcelona, 1995.
2 The Financial Times, Londres, 23-8-08.
El fin del capitalismo financiero
LA CRISIS DEL SIGLO
Los terremotos que sacuden las Bolsas del mundo desde el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado...
por Ignacio Ramonet
Director de Le Monde diplomatique, España.
El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paul Samuelson, premio Nobel de Economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética (URSS) fue para el comunismo”. Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron.
La “edad de oro” de Wall Street se acabó. Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, “amos del universo” denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo. Por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas de corto plazo abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho facil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.
La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial.
La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el monto de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca “burbuja” reventó.
El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200 mil millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.
Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody’s, Fitch) y hasta las auditorías contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).
El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las “hipotecas basura” era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado –en Le Monde diplomatique– desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.
La administración del presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañia de seguros del mundo. Y el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson (ex-presidente de la banca Goldman Sachs …) ha propuesto un plan de rescate –reformado y aprobado por el Congreso de Estados Unidos– de las acciones “tóxicas” procedentes de las “hipotecas basura” (subprime) por un valor de unos 700 mil millones de dólares, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.
Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica– demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aun más.
Las autoridades estadounidenses acuden al rescate de los “banksters” (“banquero-gangster”) a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un costo de 4 mil millones de euros. Lo consideró un gasto inútil. Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.
Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen “plan B” para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.
¿Cuanto durará la crisis? “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”, vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo “New Deal” basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods. La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.
1 Anagrama, Barcelona, 1995.
2 The Financial Times, Londres, 23-8-08.
El arte de amar necesita de cambios fundamentales en la sociedad: Erich Fromm
Necesitamos el amor como experiencia social, necesitamos vivir más allá de actuar sólo para mantener el consumismo y los cargos que conservaremos si le seguimos la corriente al fundamentalismos por conveniencia.
Acá Erich Fromm dice que tenemos que hacer cambios fundamentales en nuestras sociedades.
Pongo un poco del último capítulo, al final del libro El arte de amar de Erich Fromm, 1959, reproducción 2005). Editorial Paidós. España. Erich Fromm fue un terapeuta, humanista, norteamericano; su libro original es en inglés y se titula The art is loving.
Veamos:
El arte de amar no puede limitarse al dominio personal de la adquisión y desarrollo de características de bondad, intensidad interior de actividades, no sólo para la propia familia, lo vecinos, los amigos de la iglesia, o de la obra en la que estoy haciendo.
En la sociedad actual las relaciones "buenas" no están determinadas por el amor al prójimo; Erich Fromm dice que más bien están determinadas:
" ...por el principio de la equidad. Equidad significa no engañar ni hacer trampas en el intercambio de artículos y servicios, o en el intercambio de sentimientos. "Te doy tanto como tú me das", así en los bienes materiales como en el amor, es la máxima ética predominante en la sociedad capitalista. Hasta podría decirse que el desarrollo de una ética de la equidad es la contribución ética particular de la sociedad capitalista.
Las razones de tal situación radican en la naturaleza misma de la sociedad capitalista. En las sociedades precapitalistas, el intercambio de mercaderías estaba determinado por la fuerza directa, por la tradición, o por lazos personales de amor y amistad. En el capitalismo, el factor que todo lo determina en el intercambio es el mercado. Se trate del mercado de productos, del laboral, o del de servicios, cada persona trueca lo que tiene para vender por lo que quiere conseguir en las condiciones de mercado, sin recurrir a la fuerza o al fraude." (Erich Fromm, páginas 124-125)
La ética bíblica judeo-cristiana "amas a tu prójimo como a ti mismo" quiere significar, dice Erich Fromm:
"...amar a tu prójimo, es decir, sentirse responsable por él y uno con él, mientras que la ética equitativa significa no sentirse responsable y unido, sino distante y separado; significa respetar los derechos del prójimo pero no amarlo.(...)La práctica del amor debe comenzar por reconocer la diferencia entre equidad y amor.
Si toda nuestra organización social y económica está basada en el hecho de que cada uno trate de sacar ventajas para sí mismo, si está regido por el agiotismo atemperado sólo por el principio ético de la equidad, ¿cómo es posible hacer negocios dentro de la estructura de la sociedad existente, y al mismo tiempo practicar el amor? ¿No implica lo segundo renunciar a todas las preocupaciones seculares y compartir la vida de los más pobres? Los monjes cristianos y personas como Tolstoy, Albert Schweitzeir y Simone Weilhan han planteado y resuelto este problema en forma radical. Otros comparten la opinión de que en nuestra sociedad existe una incompatibilidad básica entre el amor y la vida secular normal. Llegan a la conclusión de que hablar del amor en el presente sólo significa participar en el fraude general; sostienen que sólo un mártir o un loco puede amara en el mundo actual, y, por lo tanto, que todo examen del amor no es otra cosa que una prédica. Este respetable punto de vista se presta fácilmente a una racionalización del cinismo. En realidad es implícitamente compartido por la persona corriente que siente: "me gustaría ser un buen cristiano pero tendría que morirme de hambre si lo tomara en serio". Este radicalismo es un nihilismo moral. Tanto los "pensadores radicales" como la persona corriente son autómatas carentes de amor, y la única diferencia entre ellos, consiste en que la segunda no tiene conciencia de serlo, mientras que los primeros conocen y rconocen la "necesidad histórica" de este hecho. (...)(página 126).
El principio sobre el que se basa la sociedad capitalista y el principio del amor son incompatibles. Pero la sociedad moderna en su aspecto concreto es un fenómeno complejo. El vendedor de un artículo inútil, por ejemplo, no puede operar económicamente sin mentir; un obrero especializado, un químico y un médico pueden hacerlo. De manera similar, un granjero, un obrero, un maestro y muchos tipos de hombres de negocios pueden tratar de practicar el amor sin dejar de funcionar económicamente. Aun si aceptamos que el principio del capitalismo es incompatible con el principio del amor, debemos admitir que el "capitalismo" es, en sí mismo, una estructura compleja y continuamente cambiante, que incluso permite una buena medida de inconformidad y libertad personal. " (Página 126 y 127).
"La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza, la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad occidental contemporánea. No tanto porque las múltiples ocupaciones no permiten una actitud amorosa, sino porque el espíritu de una sociedad dedicada a la producción y ávida de artículos es tal que que sólo el no conformista puede defenderse de ello con éxito.Los que se preocupan seriamente por el amor como única respuesta racional al problema de la existencia humana deben, entonces, llegar a la conclusión de que para que el amor se convierta en un fenómeno social y no en una exepción marginalista e individual, nuestra estructura social necesita cambios importantes y radicales. (...)
Nuestra sociedad está regida por una burocracia administrativa, por políticos profesionales; los individuos son motivados por sugestiones colectivas; su finalidad es producir más y consumir más, como objetivos en sí mismos.
Todas las actividades están subordinadas a metas económicas, los medios se han convertido en fines; el hombre es un autómata -bien alimentado, bien vestido, pero sin interés fundamental alguno en lo que constituye su cualidad y función peculiarmente humana-.
Si el hombre quiere ser capaz de amar, debe colocarse en su lugar supremo. La máquina económica debe ser capaz de servirlo, en lugar de ser él quien esté a su servicio. Debe capacitarse para compartir la experiencia, el trabajo, en vez de compartir, en el mejor de los casos, sus beneficios. La sociedad debe organizarse en tal forma que la naturaleza social y amorosa del hombre, no esté separada de su existencia social, sino que se una a ella. Si es verdad, como he tratado de demostrar, que el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza humana.
Hablar del amor no es "predicar"; por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano.Que esa necesidad haya sido oscurecida, no significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de esa ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no solo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza humana." Páginas 127 y 128.
Acá Erich Fromm dice que tenemos que hacer cambios fundamentales en nuestras sociedades.
Pongo un poco del último capítulo, al final del libro El arte de amar de Erich Fromm, 1959, reproducción 2005). Editorial Paidós. España. Erich Fromm fue un terapeuta, humanista, norteamericano; su libro original es en inglés y se titula The art is loving.
Veamos:
El arte de amar no puede limitarse al dominio personal de la adquisión y desarrollo de características de bondad, intensidad interior de actividades, no sólo para la propia familia, lo vecinos, los amigos de la iglesia, o de la obra en la que estoy haciendo.
En la sociedad actual las relaciones "buenas" no están determinadas por el amor al prójimo; Erich Fromm dice que más bien están determinadas:
" ...por el principio de la equidad. Equidad significa no engañar ni hacer trampas en el intercambio de artículos y servicios, o en el intercambio de sentimientos. "Te doy tanto como tú me das", así en los bienes materiales como en el amor, es la máxima ética predominante en la sociedad capitalista. Hasta podría decirse que el desarrollo de una ética de la equidad es la contribución ética particular de la sociedad capitalista.
Las razones de tal situación radican en la naturaleza misma de la sociedad capitalista. En las sociedades precapitalistas, el intercambio de mercaderías estaba determinado por la fuerza directa, por la tradición, o por lazos personales de amor y amistad. En el capitalismo, el factor que todo lo determina en el intercambio es el mercado. Se trate del mercado de productos, del laboral, o del de servicios, cada persona trueca lo que tiene para vender por lo que quiere conseguir en las condiciones de mercado, sin recurrir a la fuerza o al fraude." (Erich Fromm, páginas 124-125)
La ética bíblica judeo-cristiana "amas a tu prójimo como a ti mismo" quiere significar, dice Erich Fromm:
"...amar a tu prójimo, es decir, sentirse responsable por él y uno con él, mientras que la ética equitativa significa no sentirse responsable y unido, sino distante y separado; significa respetar los derechos del prójimo pero no amarlo.(...)La práctica del amor debe comenzar por reconocer la diferencia entre equidad y amor.
Si toda nuestra organización social y económica está basada en el hecho de que cada uno trate de sacar ventajas para sí mismo, si está regido por el agiotismo atemperado sólo por el principio ético de la equidad, ¿cómo es posible hacer negocios dentro de la estructura de la sociedad existente, y al mismo tiempo practicar el amor? ¿No implica lo segundo renunciar a todas las preocupaciones seculares y compartir la vida de los más pobres? Los monjes cristianos y personas como Tolstoy, Albert Schweitzeir y Simone Weilhan han planteado y resuelto este problema en forma radical. Otros comparten la opinión de que en nuestra sociedad existe una incompatibilidad básica entre el amor y la vida secular normal. Llegan a la conclusión de que hablar del amor en el presente sólo significa participar en el fraude general; sostienen que sólo un mártir o un loco puede amara en el mundo actual, y, por lo tanto, que todo examen del amor no es otra cosa que una prédica. Este respetable punto de vista se presta fácilmente a una racionalización del cinismo. En realidad es implícitamente compartido por la persona corriente que siente: "me gustaría ser un buen cristiano pero tendría que morirme de hambre si lo tomara en serio". Este radicalismo es un nihilismo moral. Tanto los "pensadores radicales" como la persona corriente son autómatas carentes de amor, y la única diferencia entre ellos, consiste en que la segunda no tiene conciencia de serlo, mientras que los primeros conocen y rconocen la "necesidad histórica" de este hecho. (...)(página 126).
El principio sobre el que se basa la sociedad capitalista y el principio del amor son incompatibles. Pero la sociedad moderna en su aspecto concreto es un fenómeno complejo. El vendedor de un artículo inútil, por ejemplo, no puede operar económicamente sin mentir; un obrero especializado, un químico y un médico pueden hacerlo. De manera similar, un granjero, un obrero, un maestro y muchos tipos de hombres de negocios pueden tratar de practicar el amor sin dejar de funcionar económicamente. Aun si aceptamos que el principio del capitalismo es incompatible con el principio del amor, debemos admitir que el "capitalismo" es, en sí mismo, una estructura compleja y continuamente cambiante, que incluso permite una buena medida de inconformidad y libertad personal. " (Página 126 y 127).
"La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza, la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad occidental contemporánea. No tanto porque las múltiples ocupaciones no permiten una actitud amorosa, sino porque el espíritu de una sociedad dedicada a la producción y ávida de artículos es tal que que sólo el no conformista puede defenderse de ello con éxito.Los que se preocupan seriamente por el amor como única respuesta racional al problema de la existencia humana deben, entonces, llegar a la conclusión de que para que el amor se convierta en un fenómeno social y no en una exepción marginalista e individual, nuestra estructura social necesita cambios importantes y radicales. (...)
Nuestra sociedad está regida por una burocracia administrativa, por políticos profesionales; los individuos son motivados por sugestiones colectivas; su finalidad es producir más y consumir más, como objetivos en sí mismos.
Todas las actividades están subordinadas a metas económicas, los medios se han convertido en fines; el hombre es un autómata -bien alimentado, bien vestido, pero sin interés fundamental alguno en lo que constituye su cualidad y función peculiarmente humana-.
Si el hombre quiere ser capaz de amar, debe colocarse en su lugar supremo. La máquina económica debe ser capaz de servirlo, en lugar de ser él quien esté a su servicio. Debe capacitarse para compartir la experiencia, el trabajo, en vez de compartir, en el mejor de los casos, sus beneficios. La sociedad debe organizarse en tal forma que la naturaleza social y amorosa del hombre, no esté separada de su existencia social, sino que se una a ella. Si es verdad, como he tratado de demostrar, que el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza humana.
Hablar del amor no es "predicar"; por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano.Que esa necesidad haya sido oscurecida, no significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de esa ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no solo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza humana." Páginas 127 y 128.