Acá la periodisra María Isabel Soldevila hace un recuento de las características de los hombres que ejercen violencia contra las mujeres.
El Psicólogo Luis Vergés que dirige el Centro de Intervención Conductual para Hombres de la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional relata las siguientes características a detectar y a superar del machismo que maltrata:
Minimizan lo que hacen.
Niegan
Se descontrolan cuando el poder no les permite controlar a las mujeres:
"Los agresores ejercen violencia para mostrar su poder cuando pierden
el control. Y eso le cuesta la vida a una mujer cada día y medio en
República Dominicana." María Isabel Soldevilla
Son de todas las clases sociales, de distintos niveles de educación, no son enfermos mentales, no son adictos. No hay una proporción destacable en esas variables.
Les invito a leer y a usar este material sistematizado por la periodista María Isabel Soldevilla, y se basan en el trabajo del psicólogo Luis Vergés. ¡¡¡Pa´lante!!!
mildred dolores mata
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VIOLENCIA DE GÉNERO
El agresor común no parece un monstruo
NO TIENE BASE EL MITO DE QUE GOLPEAN MÁS LOS POBRES, ILETRADOS O ADICTOS
María Isabel Soldevila
Violencia, poder, control. Las tres palabras escritas en rojo en la pizarra del Centro de Intervención Conductual para Hombres de la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional resumen el proceso que ha conllevado que 202 mujeres hayan sido asesinadas por hombres en República Dominicana, colocando al país a la cabeza de las estadísticas mundiales de feminicidios.
Los agresores ejercen violencia para mostrar su poder cuando pierden el control. Y eso le cuesta la vida a una mujer cada día y medio en República Dominicana.
Negación
Acaba de concluir la sesión de bienvenida al centro y ya se han retirado los 11 hombres que comenzaban la terapia tras haber agredido física o psicológicamente a sus parejas o exparejas y luego de que éstas se querellaran.
Llegan unos 30 cada semana. Luis Vergés, psicólogo, dirige el centro y es el primero que habla a esos hombres.
Llama la atención que en la entrada no hay letrero que identifica que lo que pasa adentro, y que la primera cara que se vea sea la de una mujer policía que, revestida de autoridad y de una cálida pero firme mirada, deja entrar, uno a uno, a los nuevos “pacientes”.
Paciencia no es necesariamente lo que sobra en el grupo. Sentados en los sofás azules y anaranjados de la sala de espera, “chatean” por sus teléfonos inteligentes, estampan sus carnés amarillos... Casi todos son jóvenes, uno tiene apenas 18 años y llegó con su madre.
“Hay que enderezar a ese muchacho”, le dice a Vergés en el pasillo. Su “muchachito” le dio una bofetada a su novia y le dejó un ojo hinchado.
Pero él cree -al menos eso dice- que la culpa la tiene el mensajito que le envió otra chica cuando estaba con ella.
“Lo primero es lograr que se reconozcan como agresores”, explica Vergés. La tarea no es sencilla. En cada sesión se repite el patrón: historias elaboradas (o muy escuetas) en las que ellos poco tienen que ver con el hecho de estar ahí. La culpa la tienen las mujeres, sus exparejas, las mujeres fi scales o las juezas. A sus ojos, todas ellas son infi eles, malas, mentirosas, histéricas, celosas, ladronas, locas, drogadictas... injustas.
Los agresores no creen que sea “gran cosa” romper la puerta a patadas, amenazar a punta de pistola, perseguir, acosar, insultar o golpear a una mujer.
Es tan complejo el fenómeno como casi imposible resulta descifrar a primera vista quién es un potencial agresor.
Los hombres en la sala de espera no son monstruos desfi gurados. Muy por el contrario, en su mayoría son lindos, bien vestidos y acicalados.
“Son tan normales como cualquiera. Pero son personas disociadas. Tienen una imagen pública que se aprecia y se reconoce y muchos son hasta protegidos por la comunidad cuando las mujeres presentan las querellas, pues la imagen que tienen de ellos les impide creer que son capaces de agredir”, explica Vergés.
Cero excusas Las estadísticas levantadas por el Centro de Intervención Conductual de Hombres contradicen muchos mitos comunes sobre los hombres violentos. No son los iletrados los que golpean, sólo el 4% de los agresores que había visto el centro en sus primeros dos años no sabía leer ni escribir. No son pobres desempleados que no saben qué hacer con su hombría: el 84% de los hombres violentos tratados en el centro tenía un empleo.
No golpearon, amenazaron ni insultaron a las mujeres de sus vidas porque estaban drogados: el 94% de ellos no consumía drogas.
No son unos locos: nada más el 3% presentaba un trastorno psiquiátrico. Aunque no se les ve en la cara, sí hay señales de alarma que deben servir a las mujeres y a las personas en su entorno para detectar el potencial peligro que un hombre puede representar para su pareja.
Las amenazas, las agresiones (verbales, de actitud y físicas), la conducta defensiva y los rasgos posesivos deben llamar la atención, indica un documento de trabajo presentado en el diplomado en “Violencia intrafamiliar: abordaje integral de los sistemas abusivos” coordinado por el Patronato de Ayuda a las Mujeres Maltratadas (Pacam) en la Pontifi cia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).
Cuestión de hombres
Quienes creen que hay injusticia al perseguir con más afán a los hombres violentos que a las mujeres, se equivocan. Solo el 1% de los casos de querellas por agresión que registra el centro corresponde a ellas.
Tampoco hay que culparlas por “soltarlos”. Vergés explica que las sobrevivientes de violencia ven en la fase de “arrepetimiento” de su agresor una esperanza de cambio. Son víctimas de algo similar al síndorme de Estocolmo, en que el secuestrado se encariña con su captor.
“Hay mucha presión de la familia”, dice Vergés. La idea de que ella debe “sobrellevar” a ese hombre y no “destruir a su familia” prima. “Deben entender que lo que destruye la familia es la violencia”.
INGREDIENTES QUE HACEN A UN AGRESOR
1- La violencia es un aprendizaje cultural, explica el psicólogo Luis Vergés. Tiene que ver con la creación de roles de género que llevan al hombre a que su hombría dependa del control que ejercen sobre las mujeres. La sociedad lo refuerza y valida.
2- La exposición a la violencia en la familia -como observador, víctima o participante activo (con hermanos y hermanas)- es otro de los factores de incidencia. El 53% de los hombres que van al centro dicen haber sido agredidos en la infancia.
3- Cuando hay impunidad, y se aprende desde temprano que avasallando es que se consiguen los objetivos deseados, se aprende a ser violento. Si esto se produce en un lugar con débil institucionalidad, el caso es peor, dice Vergés.
4- La idea de que la mujer es un objeto hecho para controlarse, dice el especialista Vergés, y la escasa valoración de las mujeres como personas que merecen respeto, contribuye a las actitudes violentas.
5- Una pobre inteligencia emocional. El agresor confunde amor con violencia. “Algunos hasta distorsionan mensajes bíblicos para justificarse”, explica Vergés.
6- La violencia es siempre una elección. Para Vergés resulta esperanzador que de 2,500 casos atendidos en el centro, en tres años solo 14 hayan reincidido.
Un millón de hombres contra la violencia
“En el Mes de la No violencia contra la Mujer, los hombres que suscribimos la presente declaración, hijos, padres, hermanos, esposos, novios y amigos de mujeres que forman parte de nuestras vidas, reafirmamos el compromiso ante la sociedad de no ejercer violencia de género y participar de manera consciente y activa en un esfuerzo para promover la paz y el respeto a la vida”.
Lo pensaron hombres, lo escribieron hombres, lo promueven hombres y ellos saldrán hoy a buscar firmas en barrios, hospitales, escuelas, ayuntamientos, plazas, empresas. El grupo busca conseguir un millón de firmas de hombres dominicanos que no quieren quedarse de brazos cruzados mientras cientos de mujeres son asesinadas cada año.
Héctor Romero, estudiante de Trabajo Social, activista por una masculinidad sin violencia y diplomado en Género por Intec; Andrés Mañón, líder comunitario de la Loma del Chivo que conoce bien del impacto del involucramiento ciudadano en la lucha contra la delincuencia; el periodista Luis José Chávez y Osvaldo Soriano, presidente de la Asociación de Periodistas de Turismo (Adompretur), visitaron LISTÍN DIARIO donde recogieron la firma de su director, Miguel Franjul.
“No queremos asumir ese estigma de agresores y violentos. Los hombres tenemos que actuar contra esa mal entendida masculinidad”, dijo Chávez. “Esto debe trascender las firmas”, apuntó Romero. “Tenemos que construir espacios donde los hombres puedan reflexionar sobre sus vivencias, revisarse internamente y construir una masculinidad más solidaria”.
“Queremos dejar de ser parte del problema y comenzar a ser parte de la solución”, dijo Mañón, que organiza hoy recolecciones de firmas en barrios de la zona norte de la ciudad.
Apoyo
El documento ha concitado el apoyo de unas 30 instituciones, además de los ayuntamientos unidos en FEDOMU, entre las que están la Asociación Dominicana de Profesores (ADP); el CONEP, el Colegio de Periodistas, la Fundación Juan Luis Guerra, la Coalición Paz y Libertad, el Foro Social Alternativo, Participación Ciudadana, la Federación de Trabajadores de la Industria de la Construcción, el Colectivo Mujer y Salud, La Multitud, la Coalición por una Educación Digna, entre otras.
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