En estos días iniciaré un trabajo como Trabajadora Social dependiendo de la Fiscalía de Santiago en la Unidad Integral para la Atención a la Violencia Intrafamiliar. Es una creación nueva en Santiago. Habrá un psicólogo para hombres, médicas forenses, psicólogas, además de las tres magistrados Fiscales Adjuntas, dos abogadas asistentes, etc. Todo personal nuevo. Lo del espacio físico es lo que está presentando un poco de dificultad, pues hay una construcción en marcha un poco lenta.
A propósito de este trabajo, que en lo que a mi me toca, es mucho de prevención, trataré de introducir algunas ideas sobre este tema.
Las leyes 24-97 sobre la violencia intrafamiliar y la 136-03 del Código de la niñez y de la adolescencia condenan la violencia intrafamiliar. Significan que las mujeres, en menor medida los hombres que son maltratados, las niñas, niños y adolescentes son sujetos de derechos, ciudadanos/as, y que no hay ningún espacio donde o tipo de relación donde se pueda maltratar. El respeto y el buen trato es un asunto público, ya no caben los mitos justificadores de que en pleito de marido y mujer nadie se pueda meter, o yo lo/la parí y yo la/lo puedo maltratar.
Los conflictos en la violencia se incrementan porque hay un mayor desarrollo ciudadano de las mujeres, lo cual dificulta el que ellas puedan asumir con más claridad su mayor ejercicio de la libertad, y establecen relaciones con hombres que ven en las mujeres estatuas, que casi no se deben mover, como pasaba con muchas mujeres de otras generaciones atrás. Se sigue la expectativa de que hay que tener una pareja sin reparar los peligros que este cambio cultural está trayendo. Las canciones de amargue, y otras, el cine, las novelas, anuncios, siguen reproduciendo el concepto de que el amor es un sentimiento tormentoso y obsesivo, donde no importa el mantener una amistad, una espiritualidad, entre hombres y mujeres, sean juntos o separados.
Para las parejas no hay recetas. Se construyen o se deben construir códigos de comunicación, roles, erotismo, etc., acorde con la subjetividad de cada uno/a, y la transición en este cambio cultural de género hacia la igualdad lleva negociaciones particulares, pautadas por el concepto de la democracia.
La violencia no es exclusiva de algunas clases sociales. Cuando a un niño o a una niña no se le enseña su lugar y el lugar de los otros, se le engríe, se le da mucho poder, y aprende el irrespeto en el medio que le rodea, tiende a reproducirlo, aunque tenga cuchumil estudios, o dinero.
Hay un cambio cultural hacia una menos tolerancia al abuso en la familia. Las leyes reflejan eso. No al revés, mucha gente ataca las leyes, diciendo que son culpables de la violencia.
Las mujeres nos estamos convirtiendo en un sujeto político que rechaza un sistema social, económico y político del que ha estado y sigue estando excluida. Los grupos de mujeres no son anti-hombres. El movimiento social y político de las mujeres tiene distintas vertientes, el feminismo es una, y dentro del feminismo hay distintas corrientes (marxista, autónomas, radicales, de la igualdad (tipo sufragistas), por la diferencia (trabajar asuntos específicos de la autoestima de las mujeres, una nueva cultura ajena al capitalismo), ecologistas, lesbianas, por la identidad de la mujer afro, indigenistas, etc. Son especies de sindicatos que tienen diferencias específicas con el sistema actual. Son poquitas mujeres, son vanguardias, y como tal tienen sus teorías, prácticas, demandas, etc.
Por ejemplo, en nuestro país los derechos sexuales y reproductivos son asumidos por una ínfima parte de las mujeres organizadas, por el peso de las iglesias; así habrán muchos matices, valores y percepciones sobre cómo trabajar distintos aspectos, qué priorizar, y así cada segmento asume algunas causas. El trabajo para la prevención y la erradicación de la violencia intrafamiliar es el que más unifica a distintos sectores, aun no feministas.
Tenemos problemas nuestros que otro sujeto no nos va a resolver, aunque sí tenemos aliados en hombres. Por ejemplo en el sistema político estamos excluídas (una senadora y 31 senadores, 16% de los cargos directivos de hombres, 141 síndicos y 7 síndica. La educación no asuma en las currículas o no los aplica, el tema de género y la violencia intrafamiliar. No se enseña la inteligencia emocional y la asertividad en las relaciones.
Muchas mujeres somos parte del imaginario social y de las instituciones que están reproduciendo la desigualdad social, económica y política entre hombres y mujeres. Las organizadas o independientes que trabajamos concientemente el cambio somos una minoría, junto a hombres solidarios. Algunos hombres se están planteando asumir una cuota de responsabilidad para el trabajo político de cuestionar y buscar alternativas al sexismo y al patriarcado.
Acá en Santiago existe el Movimiento Vida sin Violencia (MOVIDA) que articula ONGs de mujeres, mixtas y hay un grupo de hombres, hay organismos públicos. Ahí nos juntamos hombres y mujeres
En zona franca una empresa con la dirección del INTEC (Centro Estudio del Género), está impartiendo talleres de sensibilización sobre la violencia intrafamiliar, unos/as 2000 hombres y mujeres, inicialmente, separados; hombres les dan clase a hombres y mujeres a mujeres.
El género es una teoría que básicamente desmonta la creencia de que las desigualdades sociales, económicas y políticas entre hombres y mujeres, se deban a razones naturales; plantea que la socialización cultural de género es arbitraria, dañina y violenta, no respeta los derechos humanos de las personas, pues quiere construir seres sesgados. Ese sistema ideológico mata a las mujeres, hace daño a los hombres y a las mujeres, a la niñez, a la adolescencia, a los/as discapacitados/as, adultos mayores.
Es muy importante el trabajo de difusión, y la sensibilización sobre la necesidad de una filosofía del amor que no entienda que un apego obsesivo y tormentoso es amor, tal y como se promueve ahora en las canciones y en las novelas.
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Mi blog: Interioridad y universohttp://acariciando.blogspot.com
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