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La marcha contra la impunidad. Por Miguel Sang Ben

Miguel Sang Ben se pregunta sobre el poder de las redes sociales en la República Dominicana y la capacidad de convocatoria para esta marcha. Compara con países como Brasil y Corea del sur, que lograron cambios políticos en el liderazgo y hacer cumplir el ordenamiento institucional de enfrentar la corrupción y forjar una institucionalizad más transparente.

Mildred D Mata
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Divagaciones 


La marcha contra la impunidad 

Miguel Sang Ben



Por Miguel Sang Ben

Para el domingo 22 de enero, del año que recién comienza, se ha convocado una “Marcha contra la Impunidad”. La convocatoria se ha hecho, sustancialmente, por las redes sociales, lo que pone a prueba la tesis de Moisés Nain en su obra El fin del poder de que la nueva política se basa en la movilización ciudadana mediante la articulación de las redes sociales.

Veamos si en el caso dominicano existe suficiente conciencia ciudadana como para seguir el ejemplo brasileiro o de Corea del Sur. En el primero, las calles de todas las ciudades se abarrotaron exigiendo la persecución de los políticos corruptos que llevó a la  defenestración de la Presidenta Rousseff y, en la segunda, un millón de coreanos se lanzaron a las calles ante el abuso de confianza de una consejera espiritual de la suspendida Presidenta Pak.

Los lodos han salpicado a la República Dominicana por la confesión de que las coimas repartidas por Oderbrecht alcanzaron la cifra de 92 millones de dólares sólo a políticos dominicanos. Pero los dominicanos no tenemos una justicia independiente y vemos cómo desde el Ministerio Público se ofrece “bajaderos” al único implicado, el civil que dice que el dinero entregádole en su función de “hombre del maletín” para que distribuya a los políticos recipiendarios de tales coimas.

¿Existe en la práctica forense dominicana el incentivo de la pena negociada si hay una delación de tal calibre? Esta negociación es lo que ha llevado en Brasil a lograr el destape de la investigación llamada “Lava Jato” (Lavadero de carros). Aquí, sin más pena ni gloria, la maquinaria judicial pretende que el único sospechoso roce la gloria al mantenerse incólume diciendo que ese dinero lo recibió como sus beneficios al servicio del monstruo brasileiro. Por eso se necesita la presión de la ciudadanía “común y silvestre”, como en Corea y Brasil.

 Aquí, por más admirables servidores de la Justicia como la pléyade vigente de Jueces y Procuradores, no se destaca un Juez Sergio Moro, que sigue adelante ante los ardides que la clase política brasileira le antepone a sus diligencias. Me viene a la memoria el Juicio a los asesinos de las Hermanas Mirabal, por años posteriores al tiranicidio, donde apareció la tenacidad del Fiscal Rafael Valera Benítez, quien “arriesgó la faja” por perseguir la condena de los acusados.

Lo que debemos reclamar los dominicanos de a pie, quienes estamos convocados a la Marcha contra la Impunidad, es por la independencia del Poder Judicial, su adecentamiento, y que sirva de pivote para la renovación de la sociedad política. Como se cuenta que se pudo luchar contra la mafia en la Italia de los años de fin del siglo pasado. Allá se pagó el precio de Aldo Moro ajusticiado y de los jueces volados por los aires, aunque la sociedad tarde su tiempo, el proceso se inició.

Aquí, oportunidad se presenta y como dice el refrán, “calva y hay que agarrarla por los cabellos” pues podemos asestarle un golpe ejemplar a la corrupción y que inicie la renovación de la clase política, como parece que pasará en Brasil y Corea del Sur. Además, faltan los datos que produzca el caso de los Tucanos, también desarrollándose en Brasil. ¡Dios oiga nuestro reclamo!