¿Qué maldita coherencia?

Atravieso el cacao, el petróleo, la fuente subterránea, la pasividad, la leche, el maíz, el trigo,
el arroz, las plumas
el alma rota rota
sin nadie saber el porqué
de este mundo sin lógica.
Me estrenaría un largo edredón de buen gusto,
de grandeza, ¿qué maldita coherencia es ésta?
No quiero la pobreza, ni ninguna rutina que aburra; ni la riqueza, ni los mundos arreglados,
ni los mundos desarreglados.

No quiero un mundo de los fuertes
no quiero las quejas ni resabios de los débiles
¿qué quiero?
¡Dios! si comer se pudiese del aire
si morar se pudiese en alfombras de hojas
si la lluvia solo mojase cuando una quiera
me fajaría a ser rebelde
y solo haría sonrisa, los movimientos sin dueños
y soñara, soñara,…
en la grama fresca me acostara
dormiría sobre las piedras del mar
y respirara en un volcán
después de destruido cualquier apego que amargue o vuelva ingrata la vida
y lloraría sin tiempo, por todas las tristezas que han pasado.
Solo quisiera eso por ahora
llorar,
llorar por ahora
ahora, sin importarme lo que nadie quiera
ahora
sólo la anarquía quiero ser.


Santiago, RD
28.01.06

Después de la ruptura

Dedicado a mujeres
y hombres que acabar de
terminar una relación muy valorada

Después de la ruptura

Músculos endurecidos, cosquilleos, miedo,
atardecer alevoso, sal, flor, capullo: marchitos.
Soledad y llanto
balance del quehacer
en algunas relaciones.

¿Y qué puede ser la vida después del llanto?

Vivir.

¿Puede percibirse algo entre la sal y el agua?
pues...
la abundancia en una piel hidratada
el aire amarillo, la revelación de escritos, otra luz,
un ancho blanco y azul en la plenitud del cielo
y dejarse embrujar
en la fluidez frenética
de un accionar que aturda.

¿Qué hacer con la distancia?
adivinar latidos
contemplar la incondicionalidad de las palomas,
por ejemplo.

¿Y la soledad de este vuelo?
con las nubes dejarse acompañar
hacer aterrizajes tímidos,
descifrar afanes
y a la ternuras escondidas oler, otear, saborear, palpar.

Sol, luna, oasis, libro, sonrisa.
aire, canto, miel,
los rios, la montaña, el mar,
son amores sin dueños
en sus quehaceres que no compiten
se puede también
leer en un Bar azul desconocido,
intentar pensar, anarquizar..., lo que sea!,...
y luego...
retornar al llanto
hasta sentir que no duela.


mildred dolores mata
Santiago, RD, 19.01.06

¿Amistad?: Breve recuento de desamor

Parodia en honor a Adolfo Bioy Casares, en su cuento Recuerdo de las sierras.


Disfrutaba, pero a la vez dudaba de esa cercanía. Había mucha distancia entre algunos de los pueblos de la República. Y cuando no se pudo la comunicación constante con ella, quise enojarme. ¿Pero cómo quedo ante mis proclamas de libertad? ¿puedo convencerme de que acepto feliz un nuevo acuerdo; éste, su casi inexistentes palabras, gestos, acciones? La situación es confusa. El enojo y la lejanía contrarían mis principios. Dejarle sin palabras, sin saber del tiempo, sin saber a que atenerse, sin saber a que atenerme, rompería una ilusión, la de una amistad.

Así de contrariada estaba cuando mi adorada "amiga" una tardecita, en la sombra del framboyan, me dijo, con soltura:

-Está bien, a mi no me importa tener tanta cercanía, ni que te enojes, ni que no sea tan cierta tu proclama de libertad. Hagamos un nuevo acuerdo, pero sigamos siendo amigas.

Quise darle las gracias, no quería rupturas, estaba saltando mi pecho de alegría, cuando ella, ligera, ya me comentaba la gran noticia en su trabajo, y dejándome lánguida, cambiaba de tema.

Alegre conté las horas durante las que no hubo palabras, mimos, atención; desde que Romy se alejando de mí sin explicación. Para mí, fue mucho tiempo. Pero cuando regresó, se estableció un nuevo ritmo entre nosotras: más distante, pero aun mantenía intacto mi deseo de amarla, sin importar las variaciones que ella establecía. ¿Continuaríamos siendo tan amigas especiales?.

Aun discutimos sobre lo que cada quien entiende por cercanía. A mi me gusta a veces la verdad absoluta. Para Romy la verdad es que ella no sabe bien lo que puede, ni lo que quiere; pero toma mis palabras, mi humor constante. No puede reciprocar; en el pueblo donde vive hay mucha gente, muchas interrelaciones, obstáculos, y muchas son las personas con las que tiene emociones parecidas, a las de nuestra amistad. Pero quiere todo eso y una supuesta empatía, que básicamente yo aporto. Esa es su verdad. ¿Y cuál es la mía? La adaptación. ¿Inicio un nuevo conteo, un nuevo “dando y dando”, y acepto que esta casi unilateralidad, es algo especial?. Recuerdo que sonreí, preguntándome, ¿existe la verdad absoluta?. Quizás lo soñé, pero anoche ella tomó mis manos, y me dijo: -siento nostalgia, -o sería mi hermana Karina, que así me hablaba desde su cama de al lado.