Mu-kien Adriana Sang Ben
Gracias a Mu-kien por permitirme reproducir este artículo. Consecuencias de la posición anti-migrantes. mildred d mata
ENCUENTROS
Y AHORA ¿QUIEN PODRA DEFENDERNOS?
A propósito del Jus Solis y el Jus Sanguini.
Dedicado a mi padre Miguel Sang, un migrante chino que no solo se nacionalizó dominicano, sino que amó esta tierra como su verdadera patria.
A mis 8 hermanos, dominicanos porque amamos esta patria. Y ¿por Jus sanguini?
Si alguien quiere saber cuál es mi patria
No la busque,
No pregunte por ella.
Siga el rastro goteante por el mapa
Y su efigie de patas imperfectas.
No pregunte si viene del rocío
O si tiene espirales en las piedras
O si tiene sabor ultramarino
O si el clima le huele a primavera.
No la busque ni alargue las pupilas
No pregunte por ella….
¡Tanto arrojo en la lucha irremediable
Y aun no hay quien lo sepa!
¡Tanto acero y fulgor de resistir
Y aún no hay quien lo vea!
No la busque.
Si alguien quiere saber cuál es mi patria,
No pregunte por ella,
No quiera saber si hay bosques, trinos,
Penínsulas muchísimas y ajenas,
O si hay cuatro cadenas de montañas,
Todas derechas,
O si hay varios destinos de bahías
Y todas extranjeras
Siga el rastro goteando por la brisa
Y allí donde la sombra se presenta,
Donde el tiempo castiga y desmorona,
Ya no lo busque,
No pregunte por ella.
Su propia sangre, su órbita querida,
Su instantáneo chispazo de presencia,
Su funeral de risa y de sonrisa,
Su potrero de espaldas indirectas,
Su puño de silencio en cada boca,
Su borbotón de ira en cada mueca,
sus manos enguantadas en la fábrica
y sus pies descalzos en la carretera …
Nadie pregunte por la patria de nadie,
Por encima de nuestras cordilleras y las líneas
Fronterizas, más rejas y alambradas que carácter,
O diferencia o rumbo de perfil,
El mismo drama grande,
El mismo cerco impuro el ojo vigilante.
Veinte patrias para un solo tormento.
Un solo corazón para veinte fatigas nacionales.
Un mismo amor, un mismo luego para nuestras tierras
Y un mismo desgarramiento en nuestra carne.
No pregunte
Nadie por la patria de nadie
Tendría que mudar de pensamiento
Y llorar solamente sangre…
Pedro Mir, Si alguien quiere saber cuál es mi patria…
(fragmento)
Mi patria siempre ha sido esta. No tengo recuerdos de mi infancia que no hayan sido correteando por las calles de Santiago, en aquel barrio llamado el Pantalón, porque una isleta de cemento dividía las dos calles, asemejando esa vestidura occidental. Hija, como ya lo he dicho antes, de un padre chino que zarpó y atravesó los mares huyendo despavorido de la miseria. Llegó al Caribe en 1936 y se estableció en Santiago formando con nuestra madre, Ana Ben, una dominicana hija de padre chino y madre mulata, una familia de 9 hijos.
Nueve hijos engendrados, de los cuales, solo uno, Miguel, nació en China en 1948, cuando papá, junto a su joven esposa, Ana, decidió hacer la aventura inversa. Regresó de nuevo en 1949. Y a partir de entonces tomó la decisión de hacerse dominicano, naturalizándose algunos años después. Desde la ciudad norteña formó su amplia familia. En Santiago fuimos a los colegios, compartimos con amigos y amigas. Participamos en los grupos sociales. Vivimos nuestros primeros desamores y desilusiones. Y cada uno ha organizado su vida de acuerdo a sus propios criterios y vivencias. Del núcleo de 9 hermanos, hoy se ha ampliado a un número mayor de 40, sumando a sus hijos y compañeros y compañeras.
Somos dominicanos gracias al jus solis. Y desde siempre hemos llevado una existencia normal con la marcada conciencia de tener la riqueza de una identidad hermosamente híbrida, llevando ese designio divino como uno de nuestros mayores orgullos. Pero quieren cambiar las cosas, solo por hipocresía e interés político.
La perorata política ha tenido sus implicaciones en la vida cotidiana. Mi hermana Mu-Yien, 53 años de edad, casada hace más de 25 años con Simón Suárez, madre de dos hijas, abogada comercial, fue como una ciudadana cualquiera a renovar su pasaporte hace cosa de dos o tres semanas. Al presentar sus papeles, especialmente el acta de nacimiento, la secretaria de turno, le dijo con desparpajo y desdén que debía pasar a la oficina de naturalización. Ella sorprendida le preguntó por qué. La empleada sin más le respondió que tenía dos apellidos chinos y que en el acta de nacimiento no se especificaba la nacionalidad de los padres. Según me cuenta, al principio trató de ser amable y explicarle que ha tenido pasaporte por más de cuarenta años, más aún que lo que solicitaba era una simple renovación. La joven secretaria especificó que había recibido “instrucciones superiores”. Mi hermana aludió que además de haber nacido en la República Dominicana, estaba casada con un dominicano. La joven entonces le ripostó diciendo que debía además ir a Interior y Policía, porque su nacionalidad era por matrimonio. Entonces mi hermana sintió que la sangre le hervía. Le dijo: “Soy dominicana por nacimiento, no por matrimonio. Que quede bien claro.” La sangre no llegó al río, porque en medio de la discusión apareció un joven funcionario de pasaporte, y al ver el conflicto se acercó a Mu-Yien y le preguntó ¿usted es una de los hermanos Sang Ben? Al obtener la respuesta afirmativa, le dijo a la secretaria. ¡Esa gente es más dominicana que tú!
Me enteré del incidente porque Mu-Yien, diligente como es, envió un correo interno al grupo familiar ampliado, indicando que había tenido el problema. Sugería que chequeáramos las actas de nacimiento, pues en algunos casos se especifica la nacionalidad de los padres. El revuelo familiar no fue pequeño. Algunos de los hermanos se indignaron con el incidente. En lo particular pensé que era oportuno volver a tocar el tema una vez más en este Encuentro.
Días después, en una reunión de amigos, conté el caso de mi hermana Mu-Yien. Ahí estaba presente Lina Arzeno Douce, viuda Latorre, la esposa del buen amigo Eduardo Latorre. Ella también fue a renovar su pasaporte. En la oficina le ocurrió un incidente similar. Tuvo que explicar que su abuelo materno era alemán, que ella era dominicana. Argumentó también que era una renovación, que ella tenía pasaporte por más de 50 años. Para suerte de ella, le creyeron, pudiendo hacer su transacción.
Pensé mucho. ¿Tendrán todas las personas de apellidos raros demostrar su “dominicanidad”? Por demás, ¿cuál es el apellido “dominicano? ¿Nadie ha pensado en lo absurdo de la situación? Tomé la guía telefónica y me di cuenta que hay apellidos de origen italiano, francés, americano, judío, chinos, japoneses, árabe y por supuesto, español. Me pregunté ¿Tendrán ellos el mismo problema? En todo caso, serán muchas las personas que a la hora de renovar su pasaporte tengan que demostrar “su nacionalidad”. Pero el espacio se ha agotado. Sobre el mismo tema seguiré en el próximo Encuentro. Hasta la próxima.
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