Una alma no puede dormir
si no escribe. Y se expresa eternamente agradecida
de la tecnología.
Quiero escribir de un niño precioso, inocente, tierno, suave,
el niño camina solo por las calles, 7 años de edad,
con su mochila al hombro
la amplia superficie que lo acoge exige de palabras
mientras otro amor duerme a lo lejos.
II
Y otro amor
es agua fresca que le acaricia la boca, la laringe,
es fruta diluida que acompaña
el festín de la mañana
fruta de pera, palabras,
es la ternura que
calma la llaga…
III
Amplio espacio: la paz es mar entre las manos
caricias largas y continuas para llenar el alma.
IV
Estos sentires de grandeza reclaman un tumulto de palabras
emociones
ancho corazón, ancho cerebro, ancho vuelo, ancho cielo,
grandeza, indefensión…:
humanas
V
Puede ser luego una herida
la inclemencia llega a veces
pero se impone sentir el agua por el trabajo útil del plomero
y la inclemencia cesa
y retorna la belleza
el agua a raudales escapa del encierro
para agradecer
aún ante la ausencia de tiempo
para expresar
sentimientos.
VI
Eso somos: humanas, humanos…punto, puntos…códigos
estirpe que el orgullo por sentir obliga a la poesía
a abrazar a la mujer que se reconoce en otras pupilas
en las calles, mientras ejerce la venta de las palabras
son las otras calles de la veteranería
VII
Para merecerse el descanso, algunas almas,
deben visitarse las
brizas de los mares
penetrar en el vientre, en las vísceras, en la grandeza, en la
ternura, en las heridas
aceptar los cambios y los finales continuos en otras vidas;
el enigma, el dolor,
la indefensión, el vuelo, la fortaleza,
la emoción, el alma, el amor, las redes, la empatía, los tejidos,
los cerebros retadores con sus dolencias,
la tecnología, el lenguaje, el poema, un sentir pleno,
la comunicación.
Mientras los amores duermen
la plenitud llega acariciando el mar
aún en los instantes inciertos…:
…humanos…humanas…
son las caricias persistentemente renovadas.
Mildred Dolores Mata
Santiago, RD
10 febrero 2015