Qué quieren los haitianos entre Haití y República Dominicana

Acá reproduzco el artículo de Steven Gehy, haitiano en Puerto Príncipe, en Clave Digital. Aclara bastantes confusiones sobre los haitianos. mildred dolores mata

CLAVE DIGITAL

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Santo Domingo, Noviembre 24, 2005










OPINION
Cómo ven los haitianos el problema migratorio
Las soluciones a esta migración tienen que empezar por el entendimiento de su verdadera naturaleza, que es económica.
Steven Gehy



HAITI.-Es mucho lo que se ha dicho a través de los medios de comunicación y los foros de internet sobre la situación domínico-haitiana. Lamentablemente, sin embargo, casi nunca hay algo constructivo y positivo en los comentarios.
Parece que las pasiones han obstruido la razón. Lo lógico, entre personas civilizadas, sería la búsqueda conjunta de soluciones para una vida digna y una relación productiva y armoniosa entre estos dos maravillosos países.

Haití y República Dominicana, vecinas y hermanas, son las patrias que nos han legado nuestros respectivos ancestros; esos que marcaron la Historia Universal por sus ideas de libertad y de igualdad, por su heroísmo y por su gran sueño de que seamos naciones dignas.

Es evidente que en el período actual, en la sociedad dominicana hay un resurgimiento del antihaitianismo, liderado y entretenido por un sector ultranacionalista, que lleva a la población mensajes constantes de un supuesto peligro haitiano inminente.

Entre los ejes del discurso ultranacionalista dominicano hay algunos puntos recurrentes como lo que llaman “invasión pacifica” de haitianos y haitianas, el alegato de que las grandes potencias quieren sustraerse de sus responsabilidades hacia Haití y traspasar así la carga a la República Dominicana (RD) y el rechazo a los proyectos en conjunto entre RD y Haití, ya que según dicen “los dos países conocen realidades diferentes”.

INVASION PACÍFICA

Lo de “invasión pacífica” es un término utilizado para manipular y deformar el real motivo de la migración haitiana a RD. Todos sabemos que la constante migración haitiana, igual que la dominicana hacia Puerto Rico es única y exclusivamente de índole económica. El uso impropio y abusivo del término “invasión pacífica”, despierta en cada dominicano(a), naturalmente el sentimiento nacionalista incrustado en él o en ella.

Del lado haitiano, la reacción es más lenta y tardía. Entre nosotros, el “nacionalismo”, es automática y únicamente, el refugio y escenario, el lugar desde el que se han emprendido las luchas contra grandes potencias como EEUU, Francia, España. En la mente haitiana, no cabe el nacionalismo como una actitud para la relación entre dos países pobres. Dentro de nosotros, es difícil despertar sentimientos nacionalista o ultranacionalistas con relación a República Dominicana, o Jamaica, u otros países pobres.

Las soluciones a esta migración tienen que empezar por el entendimiento de su verdadera naturaleza, que es económica.

Las dos naciones, en realidad, se han beneficiado de esta migración.
Del lado haitiano, constituye un escape a tensiones económicas y sociales, pero también del lado dominicano, ha facilitado el desarrollo acelerado de sectores claves de su economía.
Ahora bien, la pregunta hoy sería si es que la República Dominicana ha alcanzado su nivel máximo de capacidad de absorción de la masiva migración haitiana. No tenemos cifras exactas del número de haitianos(as) en RD, pero todo parece indicar que SÍ, que ha tocado los niveles aceptables. Todo parece indicar que la migración haitiana ha sobrepasado quizás la oferta de empleos de poca cualificación y de salarios bajos que desde siempre ha sido reservada para ella.
Es dentro de este marco que deberíamos propiciar y organizar las negociaciones con el fin de regularizar el fenómeno con derechos y deberes de lado y lado.

Los y las que pretenden poner fin a la migración con violencia o con xenofobia están definitivamente equivocados. Los y las que pretenden que las dos naciones vivan una al lado de la otra, pero de espaldas, van contra las ideas, conceptos y necesidades que rigen el mundo globalizado de hoy y serán obligatoriamente vencidos(as) por el sentido común y el juicio de la mayoría de la población.

LAS GRANDES POTENCIAS QUIEREN SUSTRAERSE DE SUS RESPONSABILIDADES HACIA HAITI Y TRASPASAR LA CARGA A RD

Este argumento es falso. Haití no es la responsabilidad de NADIE. Haití es la responsabilidad de los haitianos y haitianas. Haití es una sociedad en movimiento como cualquier otra. Es una sociedad reclamando a diario en sus luchas, el establecimiento de un nuevo contrato social para la nación. Si bien es verdad que Haití ha conocido un retroceso económico desde la salida de Baby Doc en el 1986, hay que reconocer, sin embargo, progresos enormes en la libertad de expresión y la progresiva estructuración de los grupos en defensa de las masas desfavorecidas. Hay que reconocer que la población tiene ahora conciencia de sus derechos para una mejor educación, una mejor salud, en fin, una mejor vida.

Obviamente, las convulsiones violentas en Haití provocan la paralización de inversiones nacionales y extranjeras, causando así alzas en el desempleo, degradación del poder adquisitivo de las masas y de la clase media, y hasta de las élites y otras consecuencias negativas, pero al final del camino nacerá una nueva estructura social mejorada y con más igualdad.


Quiero decir que Haití no es carga de nadie. Haití es carga de Haití, y poco a poco su pueblo encontrará el camino hacia el desarrollo, hacia el bienestar. No es fácil, esto lo sabemos, pero tampoco es imposible.

NO A LOS PROYECTOS EN CONJUNTO; LOS DOS PAISES TIENEN REALIDADES DIFERENTES

Los ultranacionalistas y el propio Presidente Leonel Fernández se equivocan, y por lo menos el Presidente lo sabe, cuando se niegan a proyectos en conjunto. Solo citar los temas de salud, de preservación medioambiental, del comercio, de la policía, y de la misma migración, pone en evidencia la necesaria definición de proyectos en conjunto entre las dos naciones.
El Presidente Fernández sabe que la Convención de Lomé y otros acuerdos de bloques, en el futuro, son vitales hasta para naciones desarrolladas y potentes.
El Presidente, sin dudas sabe muy bien que es imposible y que no es viable que un país pueda sobrevivir de espaldas con su vecino más cercano, cuando este último es, además, su segundo socio comercial.

Finalmente, para el bien de las dos naciones, ya es tiempo de reanudar, pero esta vez de manera definitiva y sin hipocresía, las conversaciones y negociaciones civilizadas entre Haití y República Dominicana. Sería bueno apoyar debates productivos entre los intelectuales, economistas y políticos de los dos países.

Hay que ir borrando de la memoria de los dos pueblos los traumas y las tantas señales y mensajes de discriminación y de prejuicios de lado y lado. Mientras más esperemos, más graves serán los problemas y más profundas sus huellas.






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