No es fácil pensar, actuar, con complejidad.
Creo que casi todos, todas…deseamos ser tolerantes. A casi nadie le gusta que le llamen intolerante.
El chin que puedo dar testimonio en mí, de tolerancia, en la web, de mi participación en las Redes Sociales, en la vida, es compartiendo con personas con posiciones diferentes en distintos temas. Trato de polemizar, decir mi opinión, leer a las y a los otros, aunque no piensen como yo.
Sólo a una persona que básicamente estimulaba la violencia y al odio racial, étnico, saqué de mi grupo de amigas/os en facebook. Y duré muchísimo para hacerlo.
No es fácil ser tolerante.
Dice Anthony de Mello, en su meditación número 30, del libro “Una llamada al amor” que una forma que ayuda a la tolerancia es el conocimiento, el entendimiento, el escucharnos, el leernos. Y a esa claridad de pensamiento mediante el conocimiento, él le llama clarividencia.
La palabra clarividencia no me gustaba. La asociaba a magia, a poderes muy agudos de conocer, adivinar, intuir, inteligencia suprasensorial. Pero Anthony de Mello no lo usa así, usa clarividencia como entendimiento, comprensión, tolerancia, empatía.
Busqué en la Real Academia de la Lengua Española:
Clarividencia
(De clarividente).
1. f. Facultad de comprender y discernir claramente las cosas.
2. f. Penetración, perspicacia.
Real Academia Española. http://lema.rae.es/drae/?val=clarividencia.
Tolerancia no es querer impedir que la otra persona exponga sus ideas y las debata, secándola de nuestras amistades, o de nuestras relaciones institucionales, grupales.
Tolerancia no es creer que mi idea es superior y yo soy condescendiente al permitir que se exprese la otra idea diferente a la mía. Es tener la ecuanimidad de dialogar, de disponernos al debate, al conocimiento de la otra persona, siempre y cuando no estemos fuera de los derechos humanos estimulando el odio, la violencia o el irrespeto a un Estado de Derecho.
Debemos mantener la serenidad de escuchar la diferencia, que nuestras ideas sean contradichas. Separar lo personal de las ideas. Discutir sin ad hominem, sin atacar en lo personal.
Dice Fernando Savater, en su libro “Política para Amador”:
“Ser tolerante no es ser débil. Sino lo suficientemente fuerte y estar lo suficientemente seguro de las propias elecciones como para convivir sin escándalo ni sobresalto con lo diverso, siempre que se atenga a las leyes. Lo que realmente se opone a la tolerancia es el fanatismo, propio muchas veces, no de los más convencidos sino de quienes pretenden acallar sus propias dudas cerrando la boca y maniatando a los demás. Como bien dijo Nietzsche, “el fanatismo es la única fuerza de voluntad de la que son capaces los débiles”. Las sociedades más intolerantes son aquellas que por lo general se desmoronan con mayor facilidad en cuanto se autoriza en su seno expresar la disidencia que rompe con la uniformidad establecida.” (Página 195. Edición junio 2012, Editorial Ariel, de la editorial Planeta. España).