En la República Dominicana existe una Constitución que dice que son dominicanos y dominicanas los y las nacidos/as aquí, menos los/as hijos/as de diplomáticos y de los que están en tránsito.
Según la Constitución aunque una persona sea hija/o de un indocumnetado no nacional, si naces aquí eres dominicano...¡y punto!
Resulta que se hizo una ley de migración que contraviene eso. Y fue sometida una apelación a esa ley por considerarse inconstitucional. La Suprema dijo que no, que la ley es Constitucional.
E interpretó la Constitución diciendo que tránsito equivale a ser hijo de inmigrante indocumentado (se dice irregular, o ilegal como dicen algunas/os). La Suprema tiene esa facultad, la de interpretar la Constitución. Y así lo hizo.
Lo que pasa es que República Dominicana (y la Suprema ) está ubicada en en un contexto internacional de derechos humanos, Convenciones, cortes, y está en el escrutinio mundial de grupos de presión especializados en vigilancia de abusos a derechos.
Algo así como cuando un joven más viejo y grandote le cae a golpes a uno más chiquito, menor. En los humanos hay un grupo que ensalza para que peleen, otros miran indiferentes y siguen su camino; y otros, se paran y los separan.
En normativas internacionales sobre migrantes el tránsito equivale a horas, o quizás a días. Entonces habiendo una Constitución sin interpretar sobre eso hasta el 2005; habiendo unas personas que han nacido aquí y tienen años residiendo aquí, es decir, toda su vida, resulta que quizás todos en el país consideran que son haitianos. Algunas y algunos dicen que eso no importa que si en USA tú tienes 40 años ilegal y te descubren, te deportan (eso tiene matices, pero digamos que sea así), pero no si tú has nacido allá.
Si los famosos nacido/as aquí fueran 50, o en general, un número pequeño, empresarios, de clase media, y no hubiese el antecedente etnocentrista, y del racismo, eso no tuviese en Cortes, ni en Amnistía, ni en la palestra mundial como un problema de etnocentrismo.
Es un problema social de dimensiones grandes. Y tiene cerca de cien años. Muchos dominicanos y dominicanas, balsa, han tenido que hacer anormalidades para tener documentos en este país. Las JCE, las oficilías, han sido un negociazo, un descuido, una mafia. Se habla de un 20% de dominicanos/as sin documentos. Las niñas Dilcia Yean y Violeta Bosico han sido víctimas del descuido de sus madres, padres, del sistema, de las reglas, y quedaron varadas en sus estudios por falta de documentos, habiendo nacido aquí, y habiendo sido uno de sus progenitores dominicanos.
La Corte (CIDH en Costa Rica) se mete, y se seguirán metiendo cortes, y organismos internacionales, porque nosotros tenemos ancestrales costumbres de indiferencia frente al problema del más j.odido y aquí todo se ha tendido a resolver con cuartos. Las y los niñas dominicanos, no pueden cargar con la cuaba del descuido de sus padres, madres y del sistema.
Ahora se permite la Básica escolar sin tener documentos, pero el problema luego sigue en media y en la universidad.
Hay un mandato cultural y expreso desde los nacionalistas antihaitianos de no dar documentos a nada que se parezca a descendiente de haitianos. Y ese el caso de Dilcia y Violeta.
Tenemos el caso de Sonia Solange Pierre o Pie, o Peasa, o como se quiera más inventar, o aunque sea real que tenga distintos nombres. Nacida aquí y criada aquí de padre y madre haitianos. Peor que Dilcia y Violeta. Está documentada, todos su papeles al día. ¿Son falsos? ¿Lo que la Suprema definió se aplica e ese segmento documentando o no? ¿Porqué la gente de descendientes haitianos han hecho anormalidades? Puede ser que su padre o su madre tuviesen documentos.
¿Qué pasa con las oficilías? ¿Qué pasa con la Constitución, con las leyes, con los derechos, con la Corte Interamericano de DDHH, con los jesuitas, con la gente como yo que estamos convencidos y convencidas de que constitucionalmente y sentimentalmente son dominicanos?
Pasa que si se aplica lo que se dice por la Suprema y demás nacionalistas de ese tipo, hay que sacar a todos esos dominicanos nacidos y criados aquí.
Pero eso no se hace. ¿Se hará?, ¿cuándo?. ¿Por qué no se hace?
¿Qué va a pasar con este país a nivel internacional?
Las diferentes iglesias están hermanas en no maltrato, no exclusiones. No aceptan el mangú con mango del famoso tránsito de la Suprema. Las iglesias los abrazan como dominicanas y dominicanos. La posición más beligerante es la de los jesuitas.
Estamos paralizados, dando zigs zags. O de bochinche o bochinche. Dando largas al asunto. Con contradicciones.
¿No se siente que es dominicnao alguien que no hable claro el español, que sea negro, originario de padre-madre de Haití, y que nació de un padre o de una madre indocumentada?
Las diferencias por clases sociales han sido a veces muy tensas, y violentas, humanos que son programados por su cultura para sentirse superiores a otros, y para encerrarse con respecto al que es un poco diferente. Pero no diferente para usar sus brazos, para cortar caña, para recoger frutos, subir andamios, romper piedras, halar sogas con cubetas de cemento... Ahí no. Ahí nos son muy familiares. Porque nos queremos engañar con que los empresarios que los usan parece que no son dominicanos, ni sus actividades económicas dejan frutos que nos permiten estar con nuestras compus en estos mundos virtuales.
Entonces para mí lo de las leyes está más oscuro que el rincón donde se perdió Cucurullo.
Igual que la situación de esos seres humanos hijas e hijos de haitianos, nacidos y viviendo aquí toda una vida.
El tema está ahí vivito y coliando. La gente no acaban de ser sacados, Sonia Pierre no acaba de ser sacada.
Pienso que el tema sólo se diluirá por décadas, cuando el adoctrinamiento antihaitiano tenga menos fuerza, quizás, y nos vayamos adoctrinando de que existe un mundo que rechaza esa visión de la vida, quizás...
A mí de los humanos y sus problemas de programaciones culturales de discriminación nada me sorprende.
Soy una super minoría, casi una nada.
El 99.9999% de los dominicanos quizás piense diferente a mí.
Creo que Sonia Pierre o Pie, nacida y criada aquí, antes del 2005, aún sus documentos no sean normales, con nuestros procedimiento, es dominicana. Y así como ella, quizás cientos de miles nacidos aquí de origen haitiano.
No creo en la violencia.
Creo en la democracia, en un Estado de derecho, en la Constitución, en las leyes, y en las normativas internacionales que protegen contra la discriminación y la explotación.
Creo en aceptar la realidad que me une a cualquier a otro humano, por más diferente que sea a mí. Me baso en lo que los humanos hemos ido logrando para que no nos matemos y no nos abusemos, y eso se llama derechos humanos .
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