La espiritualidad y el universalismo. Nelson Castillo

Nelson Castillo es un forista de Clave Digital, muy apreciado y profundo. Acá explica su visión de espiritualidad, se aleja de religiones y de ateísmo. ATEODOM es una organización de ateos/as que se ha organizado en República Dominicana, a eso hace referencia en su artículo. El link del foro aparece más abajo.

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Por Nelson Castillo

Espiritualidad y Universalismo
o por qué no me adhiero a ATEODOM o a la RELIGIÓN

Evito en lo posible usar el término espiritual, porque su uso tan manoseado, por cierto, más que aclarar confunde la mayoría de las veces. Y es que nuestra mente o psiquis intenta siempre catalogar y dividir las cosas para poder comprenderlas de mejor manera a falta de mayor capacidad de abstracción.

Primero, debiéramos hacer una precisa distinción de lo que entendemos por espiritual. Y creo, sin temor a equivocarme, que lograr una definición definitiva es imposible. Ríos de tinta han corrido en ese intento.

Muchas veces cuando las personas hablan de “experiencias espirituales” más bien se refieren a fenómenos que catalogan de “milagrosos”, excepcionales, sin explicación racional a la luz de los conocimientos de algún momento. No falta aquel, que dentro de su contexto socio/cultural al que pertenece, interpreta estos fenómenos como causados por la “divinidad” de turno imperante en un momento y lugar determinado. Pero esto pasa en oriente y en occidente; en el norte y en el sur.

Aquí recuerdo la cita de San Agustín: “Los milagros no ocurren en contra de las leyes de la naturaleza, sino en contra de lo que a un momento dado suponemos saber de ésta”. El verdadero milagro es poder ver literalmente un Universo en todo cuanto existe, desde aquello que consideramos lo más insignificante hasta lo más relevante…

Por ello, en lo que a mi respecta, todo es espiritual en diferentes grados de expresión y manifestación. Y con esto me alejo y ubico en las antípodas de los ateístas materialistas, como ya bien les he criticado en más de una ocasión. Y cuando digo esto, no lo digo desde una perspectiva religiosa, más bien lo digo desde una perspectiva quizás lo más holística posible.

Partiendo de estas premisas, tenemos pues que lo material es tan sólo una manifestación, entre tantas, de una realidad espiritual trascendental, amplia, totalizadora, universal. Aquí reitero que la acepción que le doy al término espiritual es más cercana al término “principio”, para así alejarme de concepciones religiosas, fantásticas y confusas.

Visto el asunto de esta manera, podríamos decir que toda experiencia, toda vivencia indistintamente de que las clasifiquemos de buenas o males, es un acto espiritual intrínseco. Catalogarlas de tales, de espirituales, sale sobrando. Es una redundancia. Vivir, existir -manifestado o no- es simplemente un acto espiritual por excelencia.

Ahora bien, alguien podría por ejemplo objetar que el asesinato, robo u otro crimen bien no tendrían nada de espiritual. Y a sabiendas de que lo siguiente es muy debatible y sensible, para mí aquí hay un error de conceptos, ya que se confunde espiritual con ética o moral.

Por otra parte la ética es relativa, algo que es un bien supremo para mi, puede que sea el más nefasto de los males para otros. Un acto execrable en su momento puede dar inicio a una acción sin parangón, emancipadora y derechamente positiva. Si aquello no se hubiese dado, esto último no se hubiese manifestado. Entonces el juicio de lo que es malo o bueno es relativo. Si Fernando no hubiese perdido sus miembros en aquel terrible accidente, hoy, 10 años después, el Centro de Rehabilitación que fundó no se hubiera manifestado.

Pero no nos confundamos, con esto no estoy hablando de “relativismo moral”, término muy en la boca de ciertos religiosos.

El “correcto discernimiento” de lo que en un momento dado pertenece a lo bueno o malo, como señalan los budistas, es un órgano espiritual que hay que desarrollar. En términos más “profanos” esta habilidad podríamos catalogarla de un alto sentido común.

Por otra parte, cuando hablo de experiencias y vivencias me refiero entre líneas a la necesidad de ser conscientes de las mismas, en una especie de acto introspectivo de observar, primeramente, nuestros pensamientos y emociones que surgen en nuestro continuo devenir. Este es el camino de lo que denominaríamos esotérico, término tan desprestigiado al ser más bien reemplazado y confundido por otro similar: exotérico.

Las religiones y ciertas filosofías son en realidad un camino exotérico. Y de hecho, en el caso de las religiones, éstas apelan a la devoción a través de la exacerbación emocional de sus cultores. Nada más hay que ver tantísimas imágenes, ritos y rezos para darse cuenta de ello. Esotérico es sinómino de espiritual, interior, esencialidad. Exotérico es sinónimo de superficial, exterior, vacuidad.

Por ello, lo fundamental es atenerse a la vivencia y experiencia inmediata, desechando de la mente toda idea fantástica y fabulosa que nos han inculcado las religiones y otras extrañas filosofías, muchas de ellas inútiles e imprácticas. Esto es, vivir en el presente atendiendo nuestras necesidades inmediatas tanto mentales y emocionales, así como materiales. Muchas personas intentan afanosamente dominar su entorno y las circunstancias que les rodean. ¿Cómo pretender realizar con éxito ese esfuerzo si aun no sabemos como aquietar nuestros pensamientos y emociones? Estamos, al contrario de lo que quisieramos creer, dominados por las emociones y pensamientos la mayoría de las veces confusos y difusos. ¿En esas condiciones es que pretendemos ser dominadores cuando somos dominados y esclavos de nuestras propias pasiones?

Además, quien siembra la semilla de la felicidad en las circunstancias externas que le rodean, está condenado a ser vapuleado como veleta al viento por el eterno ir y venir de realidades multifactoriales, algunas favorables, otras desfavorables, según sea el juicio aplicado.

Quien siembra apostando al desarrollo continuo de sus capacidades internas permanece digno, a pesar de cuales sean las circunstancias. La serenidad, o bien, el vencimiento del miedo en todas sus formas, es el estado por el cual se manifiesta toda la potencia y fuerza de lo Espiritual. Por cierto, al final y en ulterior análisis, todos los miedos se reducen a uno sólo: miedo a la muerte.

Para ser bondadoso, sólo se requiere practicar la bondad.
Para ser paciente, sólo se requiere practicar la paciencia.
Para ser amable, sólo se requiere practicar la amabilidad.
Para ser tolerantes, sólo se requiere practicar la tolerancia.
Para ser pacíficos, sólo se requiere practicar la paz.
Para ser amorosos, sólo se requiere practicar el amor.

En estas vivencias, como se ve, salen sobrando las cosmogonías, los dioses, los demonios y los mesías.

La espiritualidad es un simple y sencillo acto creativo de la voluntad, que actualiza las fuerzas vivificadoras de la naturaleza en tiempo presente y que desecha creencias complejas, obtusas y fantásticas; prejuicios y concepciones siempre limitados. Su estado es la Inocencia.

La Espiritualidad no conoce de limitaciones de tiempo y de espacio, de sectarismos y partidismos, de discriminación racial, política, filosófica… y religiosa.
La Espiritualidad se manifiesta con caracteres de Universalidad.

Afectos.

Nelson Castillo tiene una página donde coloca su portafolio de trabajos, y tiene su blog.

www.nelsoncomics.com

Acá la discusión en el foro:

http://foros.clavedigital.com/forum_posts.asp?TID=6628&PID=157925#157925

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