Por un Estado laico. SI A LOS 20 LEGISLADORES. Por Argelia Tejada Yangüela

|5 de mayo, 2010|

El presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, declaró a la prensa que el llamado de la Iglesia Católica a no votar por los 20 candidatos a legisladores que votaron en el período anterior contra el artículo 30 de la Constitución, no es tema electoral (ver reportaje de Lissette Rojas, JCE: No es de su competencia juzgar llamado de iglesia a no votar por 20 legisladores, Clave Digital, 5 de mayo, 2010).

El presidente de la JCE tiene razón. República Dominicana no es una democracia con separación de Iglesia y Estado. El estado dominicano es el mismo estado nacional católico definido por Trujillo y la Santa Sede en 1954. Tenemos dos soberanías, el Estado Nacional y el Estado del Vaticano, este ultimo definido como “sociedad perfecta” en el Concordato. Esta definición de nuestra sociedad tiene implicaciones económicas, sociales, culturales y jurídicas. La nueva Constitución y la intromisión de la Iglesia en política partidista, definiendo quién puede y quién no puede ser candidato, son ejemplos recientes de las consecuencias del Concordato.

A nivel económico el artículo VII del Concordato compromete al gobierno para pagar la construcción de catedrales, residencias de los obispos y las oficinas que sean necesarias. Estipula además que el gobierno tiene la obligación de mantener las diócesis y las iglesias pobres con subsidios mensuales.

El artículo XXIII transfiere bienes del Estado a la Iglesia. Estos incluyen “todos los templos y otros edificios con fines eclesiásticos que el Estado ha venido construyendo desde el año 1930 y construya en adelante”. Todas estas propiedades quedan exentas de impuestos y los Ordinarios de los lugares y rectores de parroquias reciben además franquicia postal libre de pago.

Las concesiones del contrato entre Trujillo y la Iglesia son violatorias de los derechos a la libertad de pensamiento y conciencia. Un estado que se llame democrático no puede imponer los dogmas y moral de una religión a la ciudadanía. El artículo XXII del Concordato compromete al Estado a llevar a los pobres en escuelas públicas “los principios de la doctrina y de la moral católica”. El artículo XIX establece que “el Gobierno Dominicano facilitará la necesaria asistencia religiosa a los establecimientos nacionales, como son los colegios, los hospitales, los asilos de ancianos o de niños, las cárceles, etc.”

En una sociedad como los Estados Unidos, con separación de Iglesia y Estado, la iglesia es tratada como organización sin fines de lucro. Bajo esta categoría están exentas de pagar impuesto, como cualquier otra ONG. Pero además, como estado con libertad de religión, no otorga privilegios: ninguna iglesia puede recibir dinero del fisco con fines religiosos; tampoco puede enseñar, predicar o rezar en escuelas públicas. Una Iglesia o una ONG que intervenga en política partidista, como lo está haciendo la Iglesia Católica en República Dominicana, pierde el privilegio de exoneración de impuestos, así como de que sus donantes puedan reducir donaciones de los impuestos que pagan.

Recientemente, El Consejo Nacional de Confraternidades de Pastores Evangélicos (CONACOPE) tuvo razón en oponerse al Concordato. No puede haber libertad de culto cuando una sola denominación es la “oficial” y recibe todas las concesiones con exclusión de las demás religiones, creencias y personas seculares. Pero su grave error fue reclamar un estado pluriconfesional. En otras palabras, CONAPE no buscó separar el Estado de la Iglesia, sino extender los privilegios a otras denominaciones. Por otra parte, el juez de la JCE John Guiliani dice que es necesario respetar la opinión de todos los sectores [entre ellos la Iglesia Católica] influyentes en este país. Pero la Constitución no ofrece votos a sectores ni a Iglesias. El voto es de cada ciudadano o ciudadana individual. La Iglesia Católica no es un sector, ella incide en todos los sectores. Su llamado tiene un cariz autoritario, atribuyéndose el poder en la tierra de cerrar las puertas del Paraíso y abrir las del Infierno. No olvidemos que un legado de La Cristiandad en la Española fue la masacre de los taínos y la esclavitud de los africanos. ¿Por qué una Nueva Cristiandad? La sociedad dominicana es diversa, compuesta por personas seculares y personas que profesan diferentes religiones. Es necesario establecer un estado laico, con separación de Iglesia y Estado. Unámonos para que los 20 legisladores y legisladoras que tuvieron el coraje de poner el interés de la nación por encima de sus intereses políticos sean reelegidos masivamente. Ellos son nuestros héroes y heroínas en medio de tanta corrupción.

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