Barack H Obama con un mensaje de tolerancia frente a la diversidad de creencias espirituales

¡Por fin! Una persona desde el poder hablando de tolerancia!


Afirmaciones del Presidente Barack Obama

Desayuno Nacional de la Oración

Jueves, Febrero 5, 2009
Washington, DC
(Fragmento)


Buenos días. Quiero agradecer a los organizadores de este desayuno, los Representantes Heath Shuler y Vernon Ehlers. También quisiera agradecer a Tony Blair por venir hoy, así como a nuestro Vicepresidente, Joe Biden, a miembros de mi Gabinete, miembros del Congreso, clérigos, amigos y dignatarios de diversas partes del mundo.

Michelle y yo nos sentimos honrados al compartir con ustedes nuestra plegaria de esta mañana…

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Barck H Obama y Michelle Robinson



…En el momento actual, al ver aquí presidentes y dignatarios de todas partes del mundo, se me hace evidente que esta es una de las raras ocasiones que aún es capaz de reunir a gran parte del mundo en un momento de paz y buena voluntad.

…Con demasiada frecuencia hemos visto que se utiliza la fe como herramienta para dividir a unos de otros; como una excusa para el prejuicio y la intolerancia. Se han emprendido guerras. Se han ejecutado inocentes. A lo largo de los siglos, religiones enteras han sido perseguidas, siempre en el nombre de lo que se cree correcto.

Sin duda la misma naturaleza de la fe muestra que nuestras creencias nunca serán iguales. Leemos diferentes libros. Seguimos diferentes mandatos. Estamos suscriptos a diferentes relatos acerca de cómo fue que llegamos aquí, y adonde iremos luego, - y algunos no profesan absolutamente fe alguna.

Pero independientemente de aquello en que elijamos creer, recordemos que no existe ninguna religión cuyo credo central sea el odio. No existe Dios que consienta la eliminación de seres humanos inocentes. Esto lo sabemos muy bien.

Sabemos también que a pesar de nuestras diferencias, hay una ley que vincula a las grandes religiones. Jesús dijo “ama a tu prójimo como a ti mismo”. La Torah ordena: “aquello que sea malo para ti, no lo hagas a tus semejantes”. En el Islam, hay una enseñanza que afirma: “ninguno cree realmente hasta que desea para su hermano lo mismo que desea para si”. Y lo mismo vale para los Budistas, los Hinduistas, los seguidores de Confucio y para los humanistas. Es, por supuesto, la Regla de Oro – la propuesta que nos invita a amarnos, a entendernos, a tratar con dignidad y respeto a todos aquellos con quienes compartimos un breve momento en esta tierra.

Es una regla antigua, una regla simple, pero también uno de los mayores desafíos. Porque pide de cada uno de nosotros que tomemos responsabilidad por el bienestar de gente que tal vez no conocemos ni admiramos y con quienes tal vez no coincidimos en todo. A veces, nos pide que nos reconciliemos con acérrimos enemigos, o que resolvamos viejas disputas. Y eso requiere una fe activa, vital, y fervorosa. Requiere no sólo que creamos, sino que actuemos – para dar algo de nosotros para beneficio de otros y la construcción de un mundo mejor.

De este modo, la fe particular que nos motiva puede promover un bien mayor para todos. En lugar de separarnos, nuestras variadas creencias pueden unirnos en la intención de alimentar al hambriento y confortar al afligido; en la intención de llevar paz donde hay conflicto y reconstruir lo que ha sido roto; para levantar a aquellos que han caído en un tiempo de dificultad.

…Para cultivar un diálogo pacífico y productivo en torno al tema de la fe. No espero que las diferencias desaparezcan de la noche a la mañana, ni tampoco creo que las antiguas perspectivas y los conflictos vayan a evaporarse repentinamente. Pero sí creo que si podemos hablar con el otro abierta y honestamente, tal vez las viejas grietas comenzarán a ser reparadas, y nuevas sociedades comenzarán a emerger. En un mundo que se hace más pequeño cada día, tal vez podamos ir dejando afuera a las destructivas fuerzas del fanatismo, haciendo lugar para el sano poder del mutuo entendimiento.

Esta es mi esperanza. Esta es mi plegaria.

Creo que este beneficio es posible porque mi fe me dice que todo es posible, pero también creo en base a lo que he visto y he vivido.

No me crié en una casa particularmente religiosa. Tuve un padre que nació Musulmán pero se volvió ateo, abuelos Metodistas y Bautistas no practicantes, y una madre que no creía en la religión organizada, a pesar de ser la más bondadosa y espiritual persona que jamás he conocido. De niño ella me enseñó a amar y a comprender, y a tratar a otros como quisiera que me trataran a mí.

No me convertí en Cristiano sino muchos años después, cuando me trasladé a la Zona Sur de Chicago luego de la secundaria. No fue por adoctrinamiento ni por una súbita revelación, sino porque pasé mes tras mes trabajando con gente de la iglesia que simplemente quería ayudar a los vecinos que estaban pasando por un mal momento – sin tomar en cuenta qué aspecto tenían, o de dónde venían, o a quién dirigían sus oraciones…

En diferentes caminos y de diferentes formas, es (con) ese espíritu y esa sensación de propósito… (que) venimos a compartir el pan y a dar gracias y a buscar orientación, pero también a fortalecer nuestra dedicación a la misión de amor y servicio que yace en el corazón de toda la humanidad. Como San Agustín dijo una vez: “Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”.

Así que recemos juntos esta mañana de Febrero, pero trabajemos juntos también todos los días y meses que tenemos por delante. Porque es sólo a través de la lucha y el esfuerzo común como hermanas y hermanos, que cumpliremos nuestros mayores destinos como criaturas amadas de Dios.

Les pido que se unan a mi en ese esfuerzo, y también les pido que recen por mi, por mi familia, y por la continua perfección de nuestra unión.

Gracias.

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