"De vez en cuando hay que hacer una pausa contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana examinar el pasado rubro por rubro etapa por etapa baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades." Mario Benedetti Lo que no queremos que se sepa es mejor, simplemente, no hacerlo. Esto aplica a todos y cada uno de los aconteceres del diario vivir. E incluye por supuesto -y yo diría que sobre todo- al hurto, el robo y la corrupción. Porque corrupción viene de la palabra corromper, que no es otra cosa que alterar, trastocar, echar a perder, seducir la forma y el fondo de algo, de alguien. Por lo mismo, sólo tiene lugar si la voracidad de quien toma lo ajeno cuenta con la complicidad de otros que en lugar de denunciar el hecho, callan, otorgan. Mi reflexión de esta semana está motivada no sólo por la gravedad del problema o los problemas que abordamos en momentos en que nuestro partido avanza hacia su VIII Congreso sino también, y en este contexto, por las oportunas declaraciones a un periódico del compañero José Joaquín Bidó Medina, miembro del Comité Político, del Comité Central y también Presidente del Tribunal Nacional de Disciplina y Ética del PLD, a propósito de la corrupción administrativa: "Yo dije hace más de un año, cuando comenzó el escándalo de robo de las parrillas, tapas de hidrantes y desagües, alambres del tendido eléctrico y telefónico, que esto se producía por la voracidad de algunos y la complicidad de otros". (Bidó Medina, El Caribe, 5 de Octubre 2010) Ante la proximidad del VIII Congreso Norge Botello del PLD, y cerca de cumplir nuestros doce años en la administración del Estado, la corrupción debe ser abordada institucionalmente en nuestro partido. A ello nos obliga la insoslayable percepción ciudadana de que nuestro partido no responde adecuadamente ante las acusaciones de comportamientos poco éticos o ilegales de una parte de sus militantes, teniendo los instrumentos y organismos para reparar tales faltas. Hace un tiempo un funcionario reconoció la imposibilidad de sancionar a "los políticos" cuando actúan fuera de la norma esperada. Deducimos entonces que ante una legislación impotente el problema debe abordarse desde la ética. Esto significa que la responsabilidad de los comportamientos de la militancia que cumple funciones en el Estado es responsabilidad del Partido. Este debe, en su organismo especializado, sancionar las conductas impropias y atentatorias al patrimonio de todos y todas las dominicanas y dominicanos. Todo se sabe: "La debilidad consiste en no vigilar lo que sucede en su entorno. Cuando una persona actúa mal, aunque sea una sola vez, queda la impronta entre las personas que lo conocen de que esa persona no es confiable" (Idem). La pregunta es: ¿Qué hacemos con lo que sabemos? En la entrevista que concedió a El Caribe esta semana, dice el compañero Bidó Medina "Los bienes del Estado son sagrados" y lo son muy especialmente para quienes hemos jurado servir al pueblo. Y remata afirmando que no sirve al partido -ni al pueblo, digo yo- la "... gente que cree que los puestos son para encumbrarse y que están por encima de los demás". Si ante la apropiación de bienes ajenos se cometen delitos que parecen imposibles de sancionar, el Partido tiene la obligación de sancionar moral y orgánicamente a quienes muchas veces se escudan en la militancia para conseguir apoyos que terminan siendo malhechoras camaraderías, complicidades de mala muerte. Otro importante aspecto tratado por el compañero Bidó Medina y al que es sabio ponerle mucho ojo es el de las diferencias en el comportamiento ético entre la nueva y la vieja militancia de nuestra organización: "En el Partido hay mucha gente, es posible que algunos de los viejos pudiera degenerar, y lo que están haciendo eso está mal, pero hay mucha gente buena que ha venido al Partido, pero otros vienen frente al auge de que el Partido ha llegado al poder, no vienen para compartir ideas y principios con la filosofía bochista del poder." Y ese es el partido que hoy tenemos. Un partido de militantes tradicionales y militantes nuevos a quienes tenemos el desafío de no desechar sino de ganar. Ese es el partido que vivirá su VIII Congreso Norge Botello. Un partido casi con el mismo número de integrantes que el Partido de los Trabajadores de Lula, sin olvidar que en Brasil los electores son ciento treinta millones. !Qué curioso! Razón de más para prestar atención a la cita anterior del Presidente del Tribunal Nacional de Disciplina y Ética del PLD. Insisto: ¿Qué debe hacer el partido con lo que sabe? ¿Qué hacer con la voracidad de algunos que goza de la complicidad de muchos, muchos otros? Como militante, aspiro a que en este congreso dejemos de preocuparnos por la corrupción y demos el giro a ocuparnos militante y rigurosamente de ella. |
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