En el frío cemento que pisan amigos y enemigos
sus zapatos en casa no quiso cuidar
y un confuso pecho apretado y triste
se lanzó a la brisa y a la pólvora a liberar
y todos los brazos no estuvieron allí
para liberarlo, para liberarnos.
Un celaje en plomo la incógnita brisa abrazó
hasta tocar su cuerpo
y como si no quisiese que nunca termine el llanto
se fue Allende.
Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende
se fue dejándonos con caminos entre sombras
en búsqueda permanente
en el firmamento, junto a las estrellas
con tristeza vigilante cuida los pueblos
para que no olvidemos de abrazarnos
para que el frío neoliberal
no amplíe más nuestro llanto.
14.IX.06
Mildred d Mata
Santiago, RD
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