Maribel es una joven mujer de 25 años. Tiene una hija de 3 años. Se dejó del padre de la niña. Lo dejó porque -se fue volviendo celoso, controlador… -dice ella.
Desde mi óptica hay más que eso. La joven en cuestión ha seguido estudiando de noche, hace un curso técnico de belleza, trabaja todos los días en diferentes casas de familia, y en una oficina. De tarde arregla pelo, uñas…y en el fin de semana ya prácticamente tiene su salón de belleza.
Por su parte él se ha quedado atascado. Ritmo lento para trabajar, muda fácilmente de trabajo, no ha crecido en aspiraciones de superación de ningún tipo.
Muy poco compromiso con lo doméstico. Un machismo con pocas recompensas: ni como proveedor, ni como amigo afable, ni compartiendo intereses sociales e ideológicos que ayudasen a cohesionarlos. Y unas estructuras económicas de empleo que no le ayudan.
Un gran desencuentro. Ritmos diferentes de desarrollo, de responsabilidades, de carácter… Y la vida no anda muy romántica y aguantadora entre las mujeres últimamente. De eso hace referencia el artículo de Carmen Imbert Brugal de esta semana pasada bajo el título “Para España se va”, en el cual se recrea esta situación de desencuentro entre hombres y mujeres.
Hay muchas razones de desencuentros. No hay un proyecto compartido en términos de expectativas económicas, y ni esfuerzos proporcionales en lo doméstico. Podría decirse que el romance pasa por una mala racha en nuestro país, y una de las razones principales son las dificultades de reproducción social y económica con cierta holgura. Decía un comentarista al artículo de Carmen Imbert Brugal, que los problemas económicos no ayudan al amor.
Ante la ruptura, el joven con 29 años, expareja, anda por ahí, hostilizando, queriendo controlar, vigilando, celando…No acepta que la relación se acabó.
La verdad es que me he quedado un poco sorprendida con este caso. Venía viendo que esto iba a pasar, pues conozco a los dos jóvenes. Pero de un muchacho afable, no violento… por lo menos abiertamente…; se ha convertido en una persona corriente como si fuese un hombre de otra generación.
¡Tan machista como cualquier viejo! Mis programaciones prejuiciadas se cayeron. Parece que en República Dominicana en los actuales momentos, entre viejos y jóvenes no hay gran distancia en eso del machismo. Un estudio de PROFAMILIA, dice es mayor el machismo en los jóvenes.
Cuando ella se fue trazando metas, superándose, él se fue volviendo inseguro, y emocionalmente violento.
Ya esta joven lo ha citado en dos ocasiones a la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar, de Género y Sexual, acá en Santiago. La persigue, la vigila, la amenaza, pretende prohibirle…etcétera. Pretendiendo que ella es aún su pareja.
Fruto de este caso, el cual me ha sorprendido, agudizo más el oído, observo, reflexiono… sobre un fenómeno que hasta ahora he sabido, pero que realmente no había pensado que fuese tan repetitivo, tan de carne y hueso, en personas que se revelan el día menos pensado con un patrón que creía para otros hombres.
Inicié entrevistas con las personas del entorno en el que trabajamos en esta Unidad de VIF de la Fiscalía de Santiago, y fuera de la Unidad, a entrevisté a personas como taxistas, alguaciles, policías, estudiantes, amas de casa, clientas del salón donde me arreglo, plomeros, amigas, amigos... Pregunto: ¿qué por ciento de hombres crees, no aceptan que la mujer los deje?
Las respuestas van, desde decir que un 40%, un 50%, o que un 90%, o que casi todos no aceptan que las mujeres los dejen. La mayoría dice que cerca del 90% de los hombres no aceptan que la mujer los deje, claro que es un decir de percepciones. Pero lo curioso es que cuando hago la pregunta, se ríen…como sabiendo que eso es risible, pero que los abarca a ellos. Un comentario adicional muy frecuente, fue: -no quieren aceptar que los dejen, y quieren obligar a la mujer…pero sólo a las que ellos no quieren dejar, porque ellos dejan muchísimas sin que eso sea problema.
Alguien dijo: -para que eso cambie, hay que esperar que crezca otra generación de hombres.
Pienso que sin un cuestionamiento general, en todas las instituciones de socialización y de opinión (periódicos, cine, radio, familias, escuela, iglesias, Estado) es muy difícil que las próximas generaciones cambien este patrón de egoísmo, posesión y cosificación de las mujeres.
El modelo machista se reproduce a todo pulmón. Sólo trabajando para un cambio del machismo de una manera consciente podrá superase ese patrón, que está causando una gran violencia.
La sociedad dominicana no está trabajando para el empoderamiento de los hombres. Un empoderamiento de una manera democrática, y con capacidades afectivas de poder sobrevivir sin una mujer.
La mujer por su parte no tiene consciencia del peligro que las amenaza. Establecen relaciones sin evaluar bien esta situación del machismo.
Y yo me pregunto en lo que el hacha va y viene: ¿Qué deben hacer los hombres y las mujeres para que este desencuentro no siga ocurriendo con los actuales niveles de violencia inaceptables?
Quiero aportar otra alternativa además de la idea de que se hagan campañas educativas para desmontar la idea del amor como posesión.
Pienso que la mujer debe plantearse la vida partiendo de su sobrevivencia económica de manera autónoma. Saber recrearse, compartir sin establecer relaciones de pareja tan joven, sin autoconocerse, ni conocer bien la persona con la que se está uniendo.
Y a propósito de esta recomendación, quiero repetir que según un estudio que se hizo en Inglaterra, de los veinte a los treinta años es que el cerebro de las personas termina de madurar, de formarse, para funciones vinculadas a tomar decisiones difíciles y tomar en cuenta los sentimientos de los demás. (http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/science/newsid_5 328000/5328794.stm).
Pienso que hay que evitar de toda manera que las personas contraigan parejas permanentes por lo menos antes de los 20 años, y si es posible que contraigan relaciones permanentes, mucho mejor, cerca de los treinta años.
En esa edad las personas pueden hacer acuerdos con más fundamento y con una valoración más objetiva de sus expectativas y de quien las reúne. Un aporte si se quiere pobre, limitado…
Pero… ¡es tanto lo que hay que proponer!, mucho depende de factores estructurales sociales y económicos para mejorar las condiciones de los hombres y mujeres, para que ambos puedan ser proveedores equilibrados, que el hombre no siga abandonando los estudios, y pueda trabajar en empleos apropiados para estudiantes, que las mujeres no sigan buscando parejas como refugio para salir de encierros y para resolver necesidades económicas. El tema sigue abierto, es inconmensurable todo lo que hay que cambiar…
Mientras…aprendamos a amar y a dejar de amar sin tantos traumas. Aceptemos que las relaciones se pueden terminar…hay que aceptar que no siempre el amor es eterno. Preservar la dignidad y un poco de orgullo para dejar que la persona pueda alejarse de nuestro lado…prepararnos, y preparar para eso, creo, ¡es lo mínimo que podemos hacer!
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