El Nacional
Domingo 29 de Abril del 2007
Por Sara Pérez
READING, PA.‑ El 25 de abril, el señor Vinicio Castillo Selmán, abogado e hijo de Vinicio Castillo, (Vincho), publicó en Listín Diario un artículo titulado "Lo que está en juego en el caso de Sonia Pierre".
En su texto, Castillo denuncia una "gigantezca campaña mediática" en solidaridad con Sonia Pierre. Y el señor Castillo se equivoca.
La solidaridad con Sonia no existe como "campaña". El sector de la sociedad dominicana con suficiente formación humana y cívica para solidarizarse con ella, no tiene experiencias, ni recursos, ni intereses, ni retorcimiento moral para "armar gigantezcas campañas mediáticas", como las que otros han dedicado toda su vida a montar, con mentiras, medias verdades, calumnias deliberadas.
No, entre la gente que se ha solidarizado con Sonia no hay una sola que haya hecho carrera vendiendo calumnias, ni fisgoneando irregularmente a la población indefensa, ni contratando testigos falsos, ni comprando testimonios.
La "gigantezca campaña mediática" la tienen los que persiguen y hostigan a Sonia y con ella, a esa parte de la población dominicana, de origen haitiano, cuya situación debía conmover e indignar a cualquiera con un poco de sensibilidad y sentido de justicia y con alguna conciencia política para cuestionar un horror que es una mácula en la historia nacional.
Apelar a los sentimientos de humanidad, solidaridad y sobre todo, de justicia, de un pueblo, no tiene nada de reprensible. Lo que sí tiene mucho de vergonzoso es apelar a la mezquindad que algunos de sus peores ciudadanos le han metido en la cabeza a ese pueblo, ocultándole sobre qué pié está parado, mutilando su capacidad para identificar lo que es democracia, lo que son derechos humanos, lo que es discriminación racial y lo que es una segregación social y económica, particularmente acentuada sobre el grupo más pobre y pisoteado, entre todos los pobres y pisoteados dominicanos.
¿Que si es falsa o no la declaración con la que Sonia Pierre obtuvo la nacionalidad dominicana? ¿Y desde cuándo las declaraciones de cualquiera son las que ponen o quitan la nacionalidad? La nacionalidad le corresponde a Sonia por su lugar de nacimiento, según lo que establece la Constitución dominicana y que debe ser respetado por cualquiera que no se preste tan irresponsablemente a suapear esa Constitución.
Si se fuera a quitar la nacionalidad dominicana por inexactitudes ‑que no están comprobadas‑ en documentos de registro civil, tal vez ni Duarte calificaría como dominicano.
En las zonas rurales, en tiempos de Trujillo, el alcalde iba una o dos veces al año "al pueblo", montado en su caballo y allí solía declarar "a sigún" lo que le pareciera o recordara sobre los nacidos en su zona.
Incluso, era común que declarara como hijos suyos a esos niños, para ahorrar complicaciones.
¿Y les van a quitar la nacionalidad dominicana a todos los dominicanos y dominicanas, cuyas madres han mentido al identificar al padre de sus hijos?
Aparte de las imprecisiones que arrastran esos y otros deslices, en todos los lugares donde hay procesos migratorios tan dinámicos, con en República Dominicana, suelen ocurrir retoques en los registros civiles, que se añaden al desorden propio de una administración pública que nunca ha sido muy meticulosa.
Una enorme cantidad de dominicanos puede decir con la mayor naturalidad: "Mi acta de nacimiento dice que nací el 10 de agosto de 1957, pero la verdad es que fue 15 de febrero del 55, porque mi papá no quería pagar la multa por la declaración tardía y además, quien aparece como mi padre es el tío Julito, que en paz descanse".
Nada más hay que preguntarle a muchos dominicanos que juegan en las Grandes Ligas o que están "firmados" para ingresar en ellas. La creatividad en los datos de registro civil, no cuestionan la dominicanidad de nadie, sino que la confirman.
No sólo la Constitución, las leyes y los tratados internacionales , sino sobre todo el sentido de justicia, que tanto escasea entre algunos leguleyos, proclaman la dominicanidad de Sonia, que si no le correspondiera por ninguna de esas causas, le correspondería por haberle hecho al Estado dominicano el favor de comenzar a drenarle el más grande todos sus forúnculos.
Ningún tratado internacional contempla el mantenimiento en un limbo jurídico a los esclavos de una sociedad.
Ni la Constitución de Haití, ni nadie tiene que decirle a Sonia quién es ella. Su opción ha sido ser domínico‑haitiana y exactamente eso es. Ese estatus le corresponde no sólo por elección, sino por justicia y por ley. También eligió, (o las circunstancias la eligieron a ella), dónde desplegar su liderazgo y lo hizo con mucho tino, porque lo ubicó en un sitio donde se necesita.
Ojalá que Sonia consolide y multiplique todas sus alianzas. Es bueno que en República Dominicana, aparezcan gentes cuyas alianzas no estén encaminadas a sabotear la precaria democracia y a perpeturar el trujillismo.
Hay sectores en las grandes potencias, como los hay en las repúblicas bananeras, que dicen rechazar de los inmigrantes haitianos y dominicanos, entre otros, (lo que no ha sido óbice para que dominicanos y haitianos anden regados por todas partes), porque ese hipócrita discurso es el que facilita la explotación y el atropello de los sectores sociales más pobres.
La sugerencias sobre la dirección que deben seguir las migraciones haitianas, no necesariamente tienen que formar parte de la agenda de la señora Pierre, cuyas inquietudes se han centrado ‑y está muy bien que sigan centradas en las que defina prioridades‑ en la población dominicana de origen haitiano y en la inmigración haitiana a la que le niegan derechos básicos en RD.
La actitud de muchos países con relación a las nacionalidades adquiridas en base a documentos de registro civil con datos no muy puntillosos, es la de no joder mucho con eso y menos si se trata de una nacionalidad adquirida hace más de 40 aZos.
Si se pusieran muy estrictos al respecto, una buena de los dominicanos emigrantes y de los hijos de esos dominicanos nacidos en el extranjero serían despojados de las nacionalidades adquiridas fuera y gran parte de los dominicanos dentro de RD estarían en la misma situación.
Lo que está en juego con el caso de Sonia Pierre, es el derecho de todo dominicano y dominicana a quejarse, sin que haya un grupo con la potestad de ir a apedrear y a poner bozales en la boca de la gente. Lo que está en juego es la inicitiva de comenzar a subsanar el más abarcador de todos los crímenes del régimen de Balaguer: el de mantener una población sin voz y en condiciones infrahumanas
Lo que está en juego en el caso de Sonia Pierre, es la institucionalidad y es más que eso, es la calidad y naturaleza del alma dominicana.
cleo264@yahoo.com
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