Mujer, en Agentina, ¡Libre! por legítima defensa: Caso violencia de género

En este artículo del periódico Tiempo de Argentina, se narra cómo sucedía la violencia contra Romina Ragonese, una mujer que la ex pareja la maltrataba inmisericordemte. Invito  a leer la historia, ayuda a comprender el fenónmeno de la violencia de género contra la mujer, y cómo un fallo trascedental de la Justicia Argentina la libera por considerar que la muerte que sucedió de parte de ella para el hoy fenecido es legítima defensa debido al continuo peligro de muerte en que ella vivía. ¡A leer!

Mildred Dolores Mata

27.04.2014 |

Hace un año mató a su pareja y en un fallo histórico fue absuelta por un tribunal de La Pampa

"La gente me reconoce por la calle, me abrazan y hasta me felicitan"

El 27 de abril de 2013 Romina Ragonese apuñaló en el corazón a Maximiliano Pérez, con quien tuvo un hijo. El fiscal pidió prisión perpetua pero al escuchar la violencia de género que padecía, concluyó que ella era la víctima.

Esa noche Romina se impuso la sed para evitarse la ceremonia alcohólica de su hombre. A Maximiliano Pérez el vino lo hacía reincidir: primero en el rencor, contando hasta los detalles del abuso sufrido a los ocho años, maldiciendo al primo perverso. Después, en el desquite con la mujer que tenía a mano y que lo había consolado con caricias tímidas y palabras neutras, que es el único comportamiento posible frente al carácter peligroso.

Paliza y sexo sin acuerdo. El cuerpo torpe agitándose encima. Un aliento etílico que presagia la irrupción de la flema. Y la acusación de puta, en una pronunciación dificultosa que lastima lo mismo. Romina no iba a soportarlo otra vez y por eso apuraba los sorbos de un vino en cartón que le parecía más apropiado para el botiquín que para la mesa.

Al rato él intentó lo de siempre pero ella improvisó y con un cuchillo de cocina se defendió. La estocada alcanzó el corazón.

"Yo no lo quería matar para no dejar a mi hijo sin padre –dice Romina a un año del drama–. Y por eso sentí mucha culpa. Valentín me pregunta cada tanto por su papá y yo le digo que está en el cielo y que lo cuida desde allá. Cuando sea más grande le voy a explicar todo."

Romina también cuenta que siempre imaginó una muerte al final. Se equivocó al creer que se trataría de la suya.

TRISTE VIDA. Romina Antonella Ragonese llegó a juicio acusada de homicidio agravado por el vínculo, un delito que prevé prisión perpetua. Estaba probado que durante las primeras horas del 27 de abril de 2013, en la casa que compartían en calle 8 N° 1226 de General Pico, La Pampa, le aplicó a Pérez una puñalada en el pecho que resultó fatal. Sin embargo, con el correr de las audiencias, el fiscal Alejandro Gilardenghi retiró la imputación y solicitó a los magistrados de la Cámara del Crimen la inmediata liberación de la joven al entender que había actuado en legítima defensa. El representante del Ministerio Público explicó que los testimonios y las pruebas científicas lo convencieron de que Romina había dado muerte a su pareja en el marco de la violencia de género en que estaba inmersa.

El último 13 de marzo, el secretario del Tribunal leyó el fallo absolutorio que varias organizaciones a favor de los derechos de la mujer calificaron de "histórico".

En los fundamentos se sostiene que "resulta incuestionable que existió una agresión previa de Maximiliano Pérez hacia su pareja Romina, en virtud de las lesiones que la misma presentó en forma inmediatamente posterior a la intervención policial".

El Tribunal destacó que "la triste historia de vida de Romina Antonella Ragonese, develada en el transcurso del debate, muestra una relación de pareja mal concebida desde su propia gestación, al iniciarse en el período de recuperación de adicción a las drogas, con quien fuera pareja de su madre, con una relación sexual que devino en el embarazo y nacimiento de su hijo".

Romina es porteña. Nació en una clínica del Bajo Belgrano pocos días antes de la Navidad del '87. Muy temprano aprendió que al padre el alcohol lo volvía canalla y que vivir en piezas hacía todo más insoportable porque la obligaba a presenciar los golpes contra la madre. Cuando tuvo 11 la familia se mudó a la Villa 1-11-14, frente a la cancha de San Lorenzo, y Romina comenzó a evadirse con lo que le pusieran cerca: pastillas, marihuana y, aunque resulte contradictorio, mucho alcohol. A los 15 probó la cocaína pero, en palabras de ella, "no se involucró".

Con 17, y después de varios intentos suicidas, la madre de una amiga la llevó a un templo evangelista sobre la peatonal Florida. Eso alcanzó para convencerla del beneficio de la abstinencia. También para que se empleara en una joyería de la calle Libertad. Pero la vocación de Romina era estropearse.
"A los 21 tuve una recaída –recuerda–. Volví a las drogas pero más fuerte. Consumía todos los días. Empecé a faltar al trabajo y cuando iba llegaba en muy mal estado. Entonces apareció de vuelta mi mamá y me llevó con ella a La Plata."

Lo que siguió no fue mejor. Por entonces el padre ya había muerto de cirrosis y la madre tenía dos hijas con un albañil diez años menor llamado Maximiliano Pérez. Romina lo conoció al comienzo de la relación, cuando ella tenía apenas 13, pero en todo ese tiempo no había logrado confiar en él porque replicaba los malos hábitos del antecesor. Para Romina todos los hombres eran alcohólicos y violentos.
"Él ya estaba separado de mi mamá porque le había fracturado una costilla pero seguía yendo a ver a las nenas. Teníamos una buena relación y un día estábamos en la casa de un amigo de él. Habíamos tomado mucho alcohol y todavía no sé cómo pero terminamos juntos. Ahí empezó todo. Me decía que se había enamorado de mí y no paraba de buscarme. Se la pasaba amenazándome con que se iba a matar. Yo nunca quise tener algo con él y me arrepentí enseguida, pero esa noche quedé embarazada."
Cuando se supo, todos, con la madre a la cabeza, le dieron la espalda a Romina. Con la peste a cuestas, la única chance de no quedar en la calle era irse con Pérez.

ATRAPADA. La pareja viajó a General Pico y se instaló en la casa de la madre de él. Frente a los demás simulaban una relación sana, pero al quedar solos asomaba la tragedia.
"Me pegaba piñas en la panza–cuenta– mientras estaba embarazada porque me decía que no quería tener un hijo mío, y por dentro pensaba: yo tampoco. Después del nacimiento de Valentín empeoró. Era celoso. Me encerraba con llave todo el día y cuando volvía me pegaba porque decía que había estado con alguien. Una vez lo denuncié porque me rompió el tabique de una patada. Me escapé 20 veces y las 20 veces me encontró. Otro día agarró un hacha y me dijo que me iba a cortar en pedacitos. Lo mirabas a la cara y le creías que lo iba a hacer."

En febrero del año pasado, un mes antes del desenlace, Romina se refugió durante 15 días en la casa de una amiga en Laferrere. Al ser incapaz de localizarla, Pérez se las arregló para esparcir la versión del suicidio. A Romina la noticia la devastó, creyó que su hijo merecía tener algún recuerdo del padre y se tomó un micro a La Plata para buscar algunas pertenencias. Al girar la llave no escuchó ningún ruido adentro. Antes de encender la luz adivinó la silueta de un hombre. Cuando Romina reconoció a Pérez no sabía si sentir alivio u odio. Él sólo le dijo que si lo volvía a abandonar se iba a matar en serio.
Después prometió matarla a ella.

"Yo sé que al contar esto la gente va a pensar: por qué no se iba. Pero es difícil de explicar. Se crea una dependencia muy grande. Recién ahora veo claro la manipulación. Estaba atrapada en un círculo de violencia, logró aislarme de todo. Muchas veces abusó de mí, pero en ese momento no lo veía como una violación porque me decía que me amaba."

–¿Y vos?
–Pese a todo lo que me hacía yo también lo quería.

El día que se decidió que Romina mató para no morir apenas recibió dos abrazos en la sala. El de su madre y su amiga Dalma. Una vez afuera de los tribunales alguien esperaba por ella en la esquina. "Era mi suegra. Me dijo que no me juzgaba ni me acusaba de nada y sólo me pidió estar cerca de Valentín porque lo único que le quedaba de su hijo era el nieto. Hasta hoy tengo buena relación con toda la familia de Maxi."

–¿Qué pasa con el resto?
–La gente me reconoce por la calle, me abrazan y hasta me felicitan, pero cuando voy a buscar trabajo no me dan. Capaz que tienen miedo. Ahora estoy ilusionada porque me dijeron que en una casa necesitaban una empleada doméstica. Ojalá que me salga. «

 Resumen de un caso emblemático

Crimen:  el 27 de abril de 2013, alrededor de las tres de la madrugada, en la cocina de la casa ubicada sobre calle 8 N°1226 de General Pico, Romina Ragonese mató a Maximiliano Pérez con una certera puñalada en el corazón.

Acusación:  el 10 de marzo pasado la Cámara del Crimen de General Pico comenzó a juzgar a Romina. El fiscal Alejandro Gilardenghi acusó a la joven de homicidio agravado por el vínculo, que prevé una pena de prisión perpetua.

Fallo:  tres días más tarde, los jueces absolvieron a Romina, luego de que el fiscal retirara la acusación al considerar que la joven se había defendido del ataque de su pareja. El fallo fue celebrado por organizaciones sociales y de género, calificándolo de "histórico".

Vida en libertad:  ahora, Romina sigue durmiendo junto a su hijo Valentín de dos años y medio en el hogar Juana Azurduy de Santa Rosa, donde cumplió los once meses de arresto domiciliario hasta el comienzo del juicio, destinado a mujeres víctimas de violencia de género. No pudo abandonarlo porque no tiene otro lugar donde vivir. Por eso pide trabajo como empleada doméstica o la ayuda del Estado provincial. Dice que en algún momento, cuando su hijo sea más grande, ella le explicará.

http://tiempo.infonews.com/2014/04/27/policiales-123356-la-gente-me-reconoce-por-la-calle-me-abrazan-y-hasta-me-felicitan.php