Suelo leer, escuchar: análisis, posiciones…en contra del feminismo, en contra de los mecanismos legales existentes para atender la violencia de género, como es la ley 24-97 que define, tipifica y sanciona la violencia contra la mujer, que define la violencia de género intrafamiliar y doméstica, enfrenta el proxenetismo, también define las órdenes de protección como mecanismos cautelares, obliga a la rehabilitación ante las conductas violentas…entre otros temas afines. Pero también sé que es un sentir común en que hay mucho que hacer y que hacen falta muchos recursos, voluntades, sensibilidad y conocimientos para superar la violencia contra las mujeres.
Pero hay posiciones que no dan fuerza al grito de ¡No más feminicidios! Y a la demanda de que erradiquemos la violencia contra la mujer, intrafamiliar y doméstica. Y creo que debilitan los objetivos de paz, bienestar, libertad y autonomía de las mujeres; haciendo énfasis en que hay mujeres que también ejercen violencia en relaciones de parejas, o ex parejas; indican que en el trabajo de cambio social de género hay que hacer énfasis en las discriminaciones que sufren los hombres, aunque apenas son un 15% de quienes se querellan por violencia desde las mujeres; hay diferencias en las causas principales que explican la violencia en contra de la mujer, y en cuáles son los componentes principales para luchar contra la violencia, y en el cómo desarrollar luchas sociales y políticas para cambiar todo esto en la sociedad dominicana. Así también hay diferencias en no querer reconocer el feminicidio en la normativa la especificad del fenómeno para combatirlo con más eficacia desde la justicia.
Son diferencias en los análisis, en el qué hacer y hasta en el proponer que no se haga nada y que la cultura de discriminación y violencia contra las mujeres evolucione con naturalidad: ¿hacia dónde, hacia más muertes? ¿Y mientras…? ¿Cruzarnos de brazos?
Los océanos se alimentan de aguas diversas. Es esa la realidad. Y la verdad es que quienes pensamos diferentes solemos no conocernos bien. La ignorancia, por no conocernos, no ayuda a la clarividencia.
Y ante la diversidad tenemos el reto de la serenidad y de la empatía. Y tenemos el reto de procurar alcanzar desarrollos cualitativos en lo racional y en la autoafirmación, en lo que vamos alcanzando nuestros objetivos con visiones diferentes.
La violencia son los sellos del patriarcado, del neoliberalismo, de la depredación al ambiente, de la ostentación como estilo de vida, y de la parte que en este mundo, que no quiere centrarse en superar el sufrimiento y las desigualdades humanas. Pero también caminemos sin machepismos. Pues de una mentalidad de escasez para el cambio social suele salir la victimología, y el servilismo. Sintámonos orgullosas y orgullosos de tener recursos, el tema es cómo manejarlos, y para qué.
Trabajamos desde un enfoque de derechos, y cabemos muchas: pobres, de ONG, de las bases, de la cooperación internacional, de la clase media, y hasta caben aliadas con poder económico, que tienen luces y sensibilidad para mirar parte de nuestros objetivos en la superación de las jerarquizaciones por la razón de tener las mujeres un sexo, y unos condicionantes diferentes, a los hombres, que hegemónicamente, han definido el mundo, hasta ahora.
Vale la pena poder mirarlo todo y poder luchar contra el sufrimiento, y la inequidad desde el grupo, o desde el individuo, desde la abundancia, desde el erotismo, desde la sinergia, desde la empatía, desde el conocimiento, lúdicamente y con todos los sentidos artísticos. Todo el mundo sensible y que busca el bienestar pleno cabe para construir una real democracia con paridad de género, sustentable y de bienestar social.
Y podemos amarnos mientras tenemos posiciones diferentes, pero sin perder el impulso de reunirnos, planificar estrategias, escribir, investigar, concertar, motivar, tomar espacios, tomar las calles, llamar la atención sobre nuestros problemas, por lo que a veces marchamos, caminamos, voceamos, pintamos, bailamos, militamos en partidos, trabajamos desde el Estado…: pues el feminismo en sí mismo, también es diverso, como movimiento social y político.
Hacemos un activismo social y político en el que buscamos que las mujeres podamos ser, podamos estar, vivir en paz, y en libertad, en todos los espacios, los ya hechos, y los por hacer, mejorarlos, o transformarlos. La democracia es perfectible. La democracia, la empatía de la inteligencia emocional y de la asertividad, exigen ante todo: humildad, aceptación, comprensión, respeto, diálogo, concertación, y una visión de derechos
Todas las diferencias tienen una historia, un contexto, y pueden tener un proceso diferente para superarse.
Nuestros nortes a superar son: 1) el patriarcado como violencia y como división entre hombres y mujeres, y 2) el neoliberalismo como invisibilización de cada persona, de cada tristeza, y de cada escasez.
El feminismo como equidad entre los sexos y en lo social es una ruptura contra el egoísmo y la división de poderes y espacios, superando el que las mujeres sigamos abajo. Superemos como humanidad sensible la opresión, la desigualdad, la miseria, las jerarquizaciones y las divisiones entre los humanos de todo tipo: por sexo, preferencias sexuales, diferencias étnicas, raciales, de edad, de discapacidades...
Ante las diferencias, permanezcamos autoafirmadas, autoafirmados, con seguridad interior, lo que contribuye al respeto, mientras mejoramos y transformamos el mundo.
La autora es Trabajadora Social y ciudadana.
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