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Mildred Dolores Mata |
Altagracia Kubinyi Musas Feb, 08, 2017
Una mujer que ha desafiado estereotipos sociales.
Santiago, República Dominicana-Las 2:40 de la tarde, la oficina es habitada por Mildred Dolores Mata, una mujer que desde niña ha dibujado la esperanza. Tiene los pantalones bien puestos y la falda ajustada, convive con el rico y el menos pudiente, sin marcar diferencias.
Sus palabras denotan sencillez y buen carácter. Muchas anécdotas de su infancia le hacen pensar que desde muy chica la persistencia y constancia le han acompañado.
Recuerda que para el año 1961, luego de la muerte del dictador Rafael Leonidas Trujillo, su madre la llevó a hacer misiones pastorales en Guayubín, las cuales consistían en cuidar a personas enfermas.
A partir de los ocho años se integró con más conciencia en esta labor solidaria, construyendo a pasos firmes el inicio de su formación como mujer valerosa y de alto coraje. Con ponchera y esponja acompañaba a su madre en el aseo de los ancianos y ancianas, esculcándoles hasta el último espacio del cuerpo se aseguraba de que la higiene estuviera impecable, desarrollando esa acción una visión sin prejuicios. “No vi como un misterio el cuerpo de un hombre o una mujer y mucho menos sentía ningún tipo de desprecio. Entiendo que no se puede continuar con la mentalidad de que la vulva es la vergüenza de la mujer o que es intocable. Hay que educar sobre la sexualidad, las niñas y los niños deben de conocer su cuerpo en todos los sentidos”, opina.
“Hay en mí una parte infantil y muy alegre. La primera forma mía no está a la altura de las situaciones en muchas ocasiones, pero al rato voy asumiendo lo que sucede con la madurez que requiere”, comenta en forma juguetona Dolores (la musa).
A los 15 años se integró de manera activa en la vida política. En el año 1992, hace más de dos décadas, comenzó a trabajar en los bateyes (comunidades rurales que surgieron alrededor de la industria azucarera en la República Dominicana). Según cuenta Mildred, estas zonas tenían un alto nivel de hacinamiento social. Cada día se enfocó en mejorar y cambiar ese tipo de realidades.
La valentía es su mayor espada. Con buen humor y un poco de sociología crea de su ambiente laboral un espacio idóneo de trabajo. Luego de unos años de experiencia aprendió que de las personas lo más importante son los objetivos comunes que las unen.
Luego de esa reflexión sabe lidiar con todo el mundo -el soberbio, el humilde, el prepotente, el inteligente, el distraído, el alegre, el melancólico-…
Al preguntarle ¿qué le falta por hacer? respondió que todo. No es soñadora y se desvive a diario por tener una sociedad justa, equitativa, sin pobreza y sin gente triste. Lucha por un mundo donde todos vivan felices, las personas no sufran por deudas y la educación sea incluyente e integral.
La mujer empoderada se considera un ser humano en construcción permanente. Tiene en su portafolio de vida un amplio historial en la formación, las labores sociales y la lucha por la equidad de género, este último representa el motor de sus acciones diaria. Viene de un hogar humilde y ama la lectura.
En el 1977 se graduó de Trabajadora Social en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en los próximos años realizó una maestría en Género y Desarrollo. Mildred ha estado en todos lados, nació en Laguna Salada, Valverde. A los 5 años de edad se trasladó con su madre y su padrastro a Guayubín, Montecristi, más adelante a La Vega, después a Santo Domingo, y por último, a Santiago, donde reside y tiene 31 años de vivencias. Esto le permitió conocer las realidades del país en la mayoría de provincias y la hizo una activista social de cuerpo y alma.
Tiene dos hijos adultos. A su hija la educó con la visión que ella anhela se forme en la República Dominicana, una educación sin tabúes y con una conciencia clara de que ser mujer no es sinónimo de subordinación, delicadeza y muchos menos se resume en el conjunto de órganos primarios sexuales (vulva), sino en la mujer como un todo.
Cuando su hija tenía una edad pertinente la llevó a una ginecóloga para que le explicara todo sobre su cuerpo y en caso de tener relaciones sexuales futuras, supiera cuáles eran las medidas que debía de tomar para cuidar la salud y prevención de un embarazo.
Difícil
Es casada y durante su matrimonio se separó dos veces. En esas separaciones aprendió el valor fundamental de lo que ella buscaba en una pareja. Fue un tiempo de sufrimiento, pero logró identificar que cada ser humano es diferente, pero que hay cosas que no son negociables como la honestidad y la certeza de saber que cuentas con esa persona. Hoy está junto a su esposo, a quien define como el compañero ideal.
Confesión
Las dos separaciones se debieron a incompatibilidad de caracteres. Dolores cuenta que ella quería que su esposo fuera más cariñoso y despierto, pero al final notó que eso no debía ser un problema, porque cada quien es como es.
Prueba laboral
El sector El caliche de Cristo Rey en Santo Domingo era un barrio compuesto por grandes demandas sociales, viviendas en muy mal estado, callejones y características a fines, lo que representó un desafío para la dama de piel morena y corazón solidario. Allí le salieron lágrimas al asignársele un proyecto de mejoramiento urbano que no pudo realizar porque el nivel de vida de las personas no le permitió que se hiciera el levantamiento.
Un ánimo a imitar
Se considera una mujer feliz y de una actitud encantadora. Ríe de todo, pero muy consistente en los objetivos que se plantea.
Siempre está dispuesta a colaborar. Ha sido voluntaria en diferentes instituciones como en el Núcleo de Apoyo a la Mujer y en el Centro de Promoción Humana Integral en el CPHI (cuando existía).Actualmente continúa colaborando con instituciones sin fines de lucro relacionadas con las acciones en pro de la equidad de género.