Feminismos y el Trabajo Sexual o prostitución. Por Yildalina Tatem Brache.

Yildalina Tatem Brache

Soy feminista, e integrante del Foro Feminista Magaly Pineda (FFMP), junto a Yildalina Tatem Brache, y decenas de mujeres de la República Dominicana. Yildalina escribe un artículo a propósito de nuestras diferencias como feministas en el tema del Trabajo Sexual o prostitución. Lo aprovecho, lo coloco acá para también fortalecer el feminismo en RD, pues creo que lo logra con mucha agudeza y respeto.

Al tema me acerqué cuando estudiba Trabajo Social. Soy Trabajadora Social, graduada en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), enero 1977, de Santiago, RD.

Creo que en la materia Elementos de Trabajo Social,  año 1973, la profesora Leticia Pérez,  de Guatemala, vino a formar trabajadores sociales en la PUCMM, Santiago, RD. Doña Leticia Pérez, me puso como tema de investigación social la vida de las Trabajadoras Sexuales o prostitutas.

Esta investigación me ayudó en la profundización y en mi sensibilización sobre poblaciones vulnerables. En esta investigación  entrevisté a 7 trabajadoras sexuales que trabajasen en un centro o negocio, no de las que trabajan en la calle.

Fui al Ensanche Bermúdez, Santiago, RD (avenida 27 de febrero esquina Avenida Cuesta Colorada, cerca de la Tenería Bermúdez, antes de llegar a Las Colinas). Pude entrevistarlas a eso después del mediodía, dentro del negocio, dormían y residían, comían ahí.  Me hice acompañar la primera vez de un primo que conocía al dueño del negocio.

 El estudio contenía las variables sociales, demográficas, educación, economía, identidad, expectativas.... Una investigación cualitativa, con mucho respeto, consideración y cariño. El dueño del bar lo permitió, fui varias veces.

 Hago esta introducción para colocarles un artículo que escribió la compañera feminista Yildalina Tatem Brache, ella trabaja género en la Suprema Corte de Justicia.

Mildred Dolores Mata
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Feministas en busca de la dignidad de las mujeres y de todas las personas

Yildalina Tatem Brache - 12 de febrero de 2017

(A propósito de un artículo publicado en El Caribe el 8 de febrero).

Las mujeres históricamente hemos arrastrado con “la culpa” de la humanidad. Y parece que esto no para. Hay un Código Penal, pendiente por reformarse desde hace mucho tiempo. Su reforma no ha sido posible principalmente por la polarización entre la despenalización o penalización del aborto.
Las feministas hemos han estado luchando en contra de que el poder eclesiástico decida por las mujeres. Las iglesias han querido imponer su doctrina, incluso en oposición a la opinión pública mayoritaria, y al sentido común que aboga la despenalización por causales. En estos días, varios artículos de opinión nos responsabilizan por no permitir que esta discusión salga del Código Penal, llegan a decir como necesitamos un código, debe sacarse “eso” para una ley especial. Claro, porque en su opinión todo lo otro que aborda el Código es importante, la vida de las mujeres no, eso al parecer es trivial.

En una nueva versión de “la culpa”, en los últimos días, un jurista “nos acusó” de malagradecidas, porque supuestamente “no hemos reconocido lo suficiente la positiva observación presidencial al Código y su apoyo a las causales”. El día 8 de febrero hemos sido “culpadas” nuevamente, ahora nos “acusan” de cobardes, porque hay un proyecto de Ley en el Congreso sobre “trabajo sexual”, y alguien decidió que las feministas dominicanas debemos salir a protestar contra esa ley.

¡A las feministas nos quieren escoger hasta las peleas que debemos hacer nuestras!

Con relación al Proyecto de Ley que cursa en el Congreso, (al que estamos en la obligación de denunciar y combatir, o somos cobardes). En lo personal, considero que la mejor opción para la sociedad es abolir la prostitución, me adhiero al sustento teórico que defiende la abolición. Ahora bien, eso no me da derecho a negarles a otras personas la posibilidad de solicitar ser nombradas como quieran ser nombradas. Cuando la intención de detractar es tan frecuente, me pregunto a cuáles intereses responde: ¿Es una forma velada de rechazo?¿Una forma evidente de faltar al respeto?¿Una forma absurda de no asumir la responsabilidad social colectiva y personal de los problemas de la humanidad, atacando en colectivo a mujeres feministas, porque te parece fácil atacar?

Frente a este hecho, quisiera hacer una arenga declaratoria: El feminismo y las feministas, no fuimos, no somos ni seremos responsables de la discriminación, de la cosificación, de la violencia y la subordinación de las mujeres; muy por el contrario, siempre hemos estado luchando para que estas sean reconocidas como libres e iguales. Las feministas no somos una masa amorfa, en consecuencia no necesariamente estamos de acuerdo en todo. Tenemos pensamiento crítico y posicionamientos en ocasiones colectivos, en ocasiones individuales. Aun así, hemos logrado poner por encima de las diferencias personales los temas estratégicos que nos convocan para ser reconocidas libres e iguales.
Volviendo a la prostitución, vale la pena aclarar que hay quienes se inscriben en exigir que sea reconocida como trabajo. Y como ya expresé, hay quienes, como yo, nos inscribimos en la tesis de que es una institución cuya estructura de funcionamiento y su racionalidad está vinculada al ejercicio del poder, la cosificación y la explotación de las mujeres.

Como afirma Rosa Cobo, feminista académica española, no es casual que la mayoría del colectivo prostituido sean mujeres y la mayoría de los que demandan “el servicio” sean hombres. Desde este planteamiento, no me convence el posicionamiento que aboga por que la prostitución se reconozca como trabajo. Considero que los sustentos teóricos para defender esta postura son trampas que operan en contra de los derechos de las mujeres. Ahora bien, rechazo enérgicamente cualquier posición abolicionista que obvie a las mujeres envueltas en su ejercicio. Es una realidad en la que hay miles de mujeres en esta práctica, y a ellas les guardo todo mi respeto y exijo del Estado su protección. En consecuencia, cualquier política promovida por grupos de mujeres que practican el sexo como medio de subsistencia y encaminada a que el Estado les garantice protección y alternativas de salida para quienes quieran conseguir otro medio de vida. Que busque la penalización de la explotación sexual/comercial de menores y que defienda a las mujeres de la Trata y el Tráfico, del abuso policial y de las autoridades en general, cuenta con mi apoyo.

Desprecio a los proxenetas nacionales, internacionales, ricos y poderosos, que inteligentemente hacen uso del discurso de derechos, de libre determinación, de los postulados feministas, como por ejemplo “mi cuerpo es mío”; para seguir explotando y abusando a las mujeres, incluso a los proxenetas que conviven alrededor de las mismas miserias y pobreza. Ana De Miguel, feminista y académica abanderada del abolicionismo, afirma que la prostitución hoy por hoy, es una gran empresa global, vinculada a la economía criminal, en la que intervienen muchos actores que se benefician del negocio. Y, aun así, el imaginario colectivo sigue centrado en la imagen de “la puta”, y se olvida muy fácilmente que para que exista la prostitución, usualmente hay alguien demandando el servicio, que casi siempre es hombre.

Sustento con De Miguel, la teoría de que la situación de la venta de sexo no se puede desvincular del abuso de poder. “Uso tu cuerpo, porque puedo pagarte. Tu dejas que yo use tu cuerpo, porque necesitas que te pague”. Relación mediada por la desigualdad. La pobreza, la inequidad y el abuso tienen un peso específico muy fuerte en esta práctica. Por eso dudo del postulado “lo escogí libremente”. La idea posmoderna de reconocer el derecho a prostituirme, al amparo de mi cuerpo es mío, deja debajo del mantel, la búsqueda de placer, aprovechándome de la vulnerabilidad de quien me lo proporciona y las grandes corporaciones mafiosas y machistas que abusan y maltratan a las mujeres que la ejercen.

Ahora bien, reafirmo que cobardes no somos, que tenemos derecho a tener posicionamientos y a disentir, y que nadie puede imponerme mi agenda, que esa es mía y la decido yo. Y reitero, recuerdo, afirmo y sostengo  que las mujeres que viven del sexo, las llames  trabajadoras sexuales, o las llames prostitutas, tienen derecho a ser protegidas por el Estado y a ser aceptadas. O acaso ellas no pertenecen a la misma sociedad donde viven los hombres que pagan por sus servicios?