Durante la Semana de Acción Mundial (SAM) del 2 al 8 de mayo, recién pasada en este año 2011, en que se movilizaron unos 100 países por la educación, el 5 mayo, la filósofa española Rosa Cobo dio una conferencia en la Paz, Bolivia, titulada: Democracia, Patriarcado, y Desafíos Políticos, en el marco de la campaña Educación No Sexista y Antidiscriminatoria. Tenía en frente estamentos del Estado y de partidos políticos bolivianos.
En este texto ella nos habla de la crisis de dos contratos: la crisis del Contrato Sexual del Patriarcado y la crisis del Contrato Social del Estado de Bienestar.
La crisis del Estado de Bienestar, o el keynesianismo, como se le viene llamando, se viene sintiendo en quiebra desde los años 80 en casi todos los países del mundo. Es más, en países como el nuestro, ni se llegó a instalar un Estado de Bienestar, propio de un capitalismo socialdemócrata consecuente, en materia de seguridad social.
Con la crisis de las burbujas financieras que han afectado a Estados Unidos y a otros países (España, Grecia, etc.), con los recortes al gasto social, y al empleo, que vienen teniendo estos países en la actualidad, es que por allá sienten que el Contrato Social del Estado de Bienestar está fallando. Rosa Cobo es española, y por eso, para ella es este un momento de gran crisis. Como decía Rosario Espinal en un artículo pasado, el neoliberalismo o Consenso de Washington, aquí, en USA y en Europa, está “vivito y coleando”.
En cuanto al Contrato Sexual del Patriarcado, en su conferencia, la filósofa española Cobo, echa una mirada tipo diagnóstico, de la situación de las mujeres a nivel mundial, y ubica a partir del siglo XX un momento de ruptura, en el que se hace “papillas, trizas” este contrato sexual del patriarcado. Se trata de crisis que afectan las estructuras sociales, económicas, y a la cultura, la política, de dominación a las mujeres. Pues el fundamento del hombre como proveedor universal y sostenedor de la familia ya no se realiza.
En palabras de Rosa Cobo este Contrato Sexual y Social de subordinación de la mujer está siendo rechazado por una gran parte de las mujeres, o en lo personal, o como ciudadanas políticas solidarias, porque los hombres que se apegan al patriarcado significativamente: “…no satisfacen […] el ideal de vida familiar, […] no satisfacen tampoco los ideales de paternidad, porque no tienen una concepción paritaria e igualitaria dentro de la vida familiar, porque deciden que no les concierne el trabajo gratuito [quehaceres domésticos no remunerados, la triplicación de la jornada de trabajo de las mujeres, sin pensiones, bajos salarios, poca seguridad social, etcétera, (nota de Mildred Dolores Mata)] y lo cierto es que por primera vez en la historia, …las mujeres nos hemos cansado, y ese cansancio lo hemos podido traducir en fenómenos sociales y este fenómeno social es la crisis de este contrato…” (Ibíd.).
Dice la señora Rosa Cobo que una cultura de dominación se resquebraja cuando ya hay una parte de sus componentes en el grupo dominado que no acepta, ni colabora, ni le da legitimidad a ese sistema, y a su Contrato. Y por igual, dentro del grupo dominador; si ya se expresan fisuras y estratificaciones en las posiciones: el contrato, pues, “se está yendo a pique”. Como puede colegirse, esto no es un problema personal: hombres y mujeres hemos colaborado en que este sistema se instale y se recicle, y en ambos grupos, parte de sus componentes, nos estamos resintiendo, y no le estamos dando legitimidad, y estamos trabajando, aunque sea de a poco, para su transformación.
En República Dominicana, hay muchas interrogantes, hipótesis, del porqué no bajan los feminicidios, y el porqué, a veces, éstos se incrementan. Llamamos feminicidios a las muertes de mujeres por razones culturales de género, por ese Contrato Sexual Patriarcal, por la creencia de que las mujeres no pueden salir del dominio de un hombre que se cree su dueño.
Y la respuesta de una parte de los hombres ante nuestro rechazo al machismo exagerado es de más violencia y a veces muerte. Más violencia que se añade a la idea de que somos inferiores, la cual es el punto de partida ideológico duro, y el mito fundamental que ha sostenido al patriarcado. Hablamos de que en la República Dominicana más de doscientos mujeres mueren cada año por este concepto. Se dice que los que producen estas muertes está entre el 20% de los hombres que tienen ese problema de machismo exagerado y violento, de adhesión fuerte a la socialización del patriarcado con sus roles estereotipados, la dominación como forma de autoafirmación, y una dificultad de manejo adecuado de la ira y de las frustraciones.
Se vienen conformando organizaciones desde los hombres, de lucha por un cambio, se están cuestionado las definiciones, las actitudes y prácticas con que las elites y jerarquías que hasta ahora han hegemonizado el mundo, les vienen socializando y enculturizando. Muchos están rechazando lo que de ellos ha querido el Patriarcado en su versión ruda. Pero parte de estos hombres preguntan: ¿Cómo cambiar? Cognitivamente, a nivel de valores y actitudes, rechazan el patriarcado, pero necesitan herramientas de modificación de conductas.
A final de julio, el último domingo, este próximo treinta y uno (31), es el Día de los Padres. Y es hora de destacar,…las actitudes de hombres que han rechazado de plano algunas facetas del patriarcado, cuyas vidas, y cuyas prácticas tienen contenidos de solidaridad, de cambio, y se enmarcan en el pro feminismo, aún sin éstos saber de esas teorías.
Para el 31 de julio: Día de los Padres, es un buen momento para regalar a los padres dominicanos con dificultades de relacionamiento, y de autoestima: regalos de voluntad, de decisión y de recursos para definir y desarrollar programas de modificación de conductas. Es un reto para todas las personas que trabajamos estos temas. En la cultura del machismo patriarcal nos hemos hecho mucho daño: ¡vamos a repararlos, con políticas de género inclusivas, para cambiar el machismo y la violencia, y la subordinación de las mujeres!
Bibliografía: http://tinyurl.com/6fc4pwr
La autora es Trabajadora Social, y ciudadana.
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