Malala Yusafazi, candidata a Premio Nobel de la Paz: ¡A favor de la educación de las niñas!

Mi hijo Carlos Sujou Sang Mata ha estado muy conmovido por lo sucedido a la niña Malala Yusafazi, la cual en noviembre del 2012 ha sido propuesta a candidata para el Prenio Nobel de la Paz.

Malala Yusafazi, niña Pakistaní, del valle de Swan, donde el grupo talibán, la intentó matar por oponerse a la educación de las niñas. El 10 de diciembre, día de los derechos humanos, la UNESCO lo dedica a ella, por el derechos de las niñas a la educación.
La niña Malala Yousafzai o Yuzafasi, de Pakistán, país musulmám, donde una minoría radical talibanés  se opone a la educación de las niñas; a sus quince años,  ha sobrevivido a un ataque de dos disparos en la cabeza y en la nuca, de parte del gupo en la región Swat el 11 de octubre del 2012.

La UNESCO la toma como un símbolo en la luchas de las mujeres y del mundo por la no discriminación  a la mujer.  ¡Salud para Malala Yuzafasi! Y que las autoridades del mundo usen el poder para superar las desigualdades contra las niñas, y todas las mujeres.

Mildred Dolores Mata
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Malala: símbolo del derecho de las niñas a la educación

MTI/ Texcoco Mass Media/Aurora Sánchez
Noviembre 12, 2012


Véronique de Viguerie/Getty/Afp | TEXCOCO PRESS

Tulancingo, Hidalgo.- (Texcoco Mass Media).- “En defensa de Malala – en defensa del derecho de las niñas a la educación” es el lema de un acto que tendrá lugar el 10 de diciembre en la Sede de la UNESCO, coincidiendo con el Día de los Derechos Humanos. Organizado por la UNESCO y el gobierno de Pakistán, su objetivo es impulsar políticas encaminadas a garantizar el derecho de todas las niñas a acudir a la escuela, una prioridad urgente de cara a lograr la Educación para Todos.

El acto rendirá homenaje a Malala Yusafazi, la adolescente de 15 años que sobrevivió a un intento de asesinato por haber defendido el derecho a la educación de las niñas pakistaníes, a quienes el régimen talibán prohíbe ir a clase en el valle del Swat, tierra natal de Malala. Esa prohibición viola el derecho humano a la educación y a la igualdad entre los sexos. “Prohibir a una niña ir a la escuela es un ataque contra todas las niñas, contra el derecho a aprender y contra el derecho a tener una vida plena. Es inaceptable”, declaró la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, en octubre pasado. Nada justifica que se niegue a las niñas y a las mujeres el derecho a la educación.

El combate de Malala pone de relieve una realidad devastadora: una gran mayoría de los 61 millones de niños que no acuden a la escuela en el mundo son niñas. Prácticas como el matrimonio prematuro, la violencia por motivos de sexo o la legislación discriminatoria impiden a muchas niñas ir a la escuela o terminarla. Estas disparidades en educación comienzan en la primera infancia y se perpetúan hasta la edad adulta: dos tercios de los 775 millones de adultos iletrados del mundo son mujeres. Y a pesar de algunos avances en educación superior, solo el 29% de los investigadores universitarios son mujeres.

Una sociedad no es justa ni equitativa si en ella no hay igualdad de género, una igualdad que empieza en la escuela. La UNESCO defiende que todas las niñas ingresen en el sistema educativo y permanezcan en él hasta la educación superior. La educación acelera la transformación política, económica y social y brinda a las niñas herramientas para cumplir sus aspiraciones. La educación repercute de manera positiva en la salud materno-infantil, los índices de fertilidad y la reducción de la pobreza. Por ejemplo, las mujeres que han superado la escuela primaria conocen mejor los métodos de prevención contra el VIH/SIDA en un índice de cinco a una respecto a las analfabetas.

En su blog sobre la vida bajo el régimen talibán que ahora es mundialmente famoso, Malala reaccionaba así ante la destrucción de escuelas: “Han destruido cinco escuelas más, una de ellas estaba cerca de mi casa. Muy sorprendente, porque las escuelas ya estaban cerradas: ¿era necesario destruirlas también?”. Como revelaba la UNESCO en el Informe 2011 de Seguimiento de la Educación para todos en el Mundo, a menudo los niños y las escuelas están en primera línea de los conflictos armados: aulas, profesores y estudiantes son blanco de los enfrentamientos. La consecuencia, como señala otro informe de Naciones Unidas es que “cada vez hay más niños con miedo a ir a clase, más profesores con miedo a dar clase y más padres con miedo a enviar a sus hijos a la escuela”.

“En abril de 2012, en Afganistán, más de cien alumnas de secundaria de la provincia de Takhar fueron envenenadas por fanáticos hostiles a la educación femenina. En Mali, se obliga a niñas a casarse a la fuerza, se las recluta en milicias y se les impide ir a la escuela y tener una vida digna. Malala es un símbolo para todas ellas”, dijo también Irina Bokova.

¿Cuántas niñas más no pueden acudir a la escuela porque están amenazadas? ¿Por qué las niñas y las mujeres son las principales víctimas de este tipo de intimidaciones? La educación no debe estar en primera línea de los conflictos, sino en la vanguardia de la construcción de la paz.

La UNESCO reaccionó con una condena oficial al ataque contra Malala, en el resultaron heridas otras dos niñas. “Las armas no pueden borrar el derecho a la educación ni a la libertad de expresión… Es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros levantarnos contra ello”, dijo Irina Bokova. En la clausura de la 190ª reunión del Consejo, los representantes de sus 58 Estados Miembros guardaron un minuto de silencio y mostraron fotografías de la joven pakistaní. En Islamabad, la presentación del Informe Mundial de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2012 estuvo dedicada a Malala, para enfatizar que, si Pakistán quiere cumplir sus objetivos de desarrollo, la educación de las niñas es una obligación.

La presentación del Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo que tuvo lugar en Islamabad fue dedicada a Malala, para poner de relieve que la educación de las niñas es imprescindible si se quieren alcanzar los objetivos de desarrollo en Pakistán

“Lo que yo quiero es servir a la humanidad”, dijo una vez Malala en una entrevista, mostrando una madurez poco propia de su edad. Como muchos jóvenes de hoy, Malala contribuye a cambiar el mundo. El acto del 10 de diciembre en la UNESCO quiere inspirarse en su ejemplo: no hay barreras inamovibles. Su sueño es el nuestro: todos somos Malala.
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