Manejar las contradicciones sacando a las personas que tienen una posición diferente es fascismo. Eso ha hecho la encargada del PNUD en la República Dominicana, señora Valerie Juliand. Los dos economistas Pavel Isa Contreras y Miguel Ceara Hatton fueron excluídos del equipo de la Oficina que hace los informes de desarollo humano.
Mildred Dolores Mata
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Declaración de Pavel Isa Contreras sobre la crisis en el PNUD
Agradezco profundamente las muestras de solidaridad de la ciudadanía y de numerosas organizaciones de la sociedad civil para con el equipo de la Oficina de Desarrollo Humano (ODH) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Las reacciones de indignación frente a lo sucedido y las muestras de apoyo que hemos recibido revelan que en este país existe una ciudadanía activa, que reclama su derecho a la información y a contar con investigaciones y análisis independientes y comprometidos con la equidad, la justicia y el desarrollo.
Nunca fui informado por parte de la gerencia del PNUD sobre cualquier inconformidad respecto a mi desempeño laboral y que justificara la no renovación de mi contrato. Esto me lleva a la conclusión de que la razón está vinculada a mi participación en el debate público sobre temas de interés nacional.
Creo que esto no se trata, como se ha argumentado, de una supuesta violación a las normas internas de la organización, cuestión ésta que puede ser objeto de interpretación y discusión. Se trata más bien de las perspectivas críticas de esas intervenciones en el debate público.
La Oficina de Desarrollo Humano realizó un trabajo académico que trató de contribuir al diseño de políticas públicas y cuestionó el orden político, económico y social que ha restringido históricamente las oportunidades y las libertades a una gran parte de la población dominicana. Las acciones de la gerencia del PNUD en República Dominicana pretendieron acallar esos análisis y su divulgación, y el equipo no estuvo dispuesto a autocensurarse. Considero que este es el fondo del asunto.
En mi opinión, en todos los países del mundo, el PNUD tiene una importante labor la cual debe responder a dos objetivos. Por una parte, proporcionar conocimiento y análisis para comprender algunos de los desafíos más urgentes a los que se enfrenta el país; analizar las implicaciones de las políticas públicas para el desarrollo humano; y lo que es más importante, generar información y conocimiento para el empoderamiento social. Por otra parte, el PNUD debe acompañar a los Estados y a los gobiernos en acciones concretas que aporten a ese proceso. Sin embargo, en la concreción de esos dos objetivos pueden surgir contradicciones debido a que dichos esfuerzos requieren de una visión crítica del ejercicio del poder en los Estados y de las gestiones de las políticas públicas. Mientras menos clara es la visión respecto a la importancia del empoderamiento social para avanzar hacia el desarrollo humano, y mientras más intolerante es el poder, mayores posibilidades hay de que surjan conflictos. La mayoría de las veces -como ha sido en anteriores gestiones en el país- los Representantes Residentes del PNUD navegan con éxito entre estas dos aguas; en otras ocasiones no lo logran. Este último es el caso de la gerencia actual en la República Dominicana.
Es mi sincero deseo que como resultado de la crisis que se ha desatado en el PNUD, se adopten mecanismos más claros y efectivos para promover las transformaciones que demandan las sociedades de los países en desarrollo, los cuales pueden implicar enfrentar poderes fácticos y formales. Pero más importante aún es que este conflicto contribuya a fortalecer la capacidad ciudadana de exigir mayor coherencia entre los objetivos de esos organismos y las acciones efectivas que llevan a cabo en los países en que trabajan, máxime cuando esas instituciones- como es el caso del PNUD en el país- reciben fondos públicos del Estado.
En mi calidad de miembro del equipo de la ODH y como profesional del área de la economía, he procurado siempre hacer mi trabajo de la forma más rigurosa posible, usando el marco analítico del desarrollo humano, el cual es hoy día es un bien público, de todos y todas. Mi compromiso, como académico y ciudadano, seguirá siendo ofrecer información y análisis para el empoderamiento de la sociedad.
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