República Dominicana, y algunos efluvios de visión colectiva

Soy de las que vive explorando sobre los esfuerzos que determinadas sociedades han hecho para unirse en un proyecto de nación, en un pacto social, o en la formación de movimientos políticos, locales, o nacionales, flexibles, creativos, que van empujando cambios significativos, con marcado acento en la igualdad y en la equidad; lo que requiere de un trabajo de concientización, organización y movilización de personas y organizaciones, con sentido desinteresado, y con mentalidad gregaria, para que se pueda dar ese nivel de compactación, y a la vez de crecimiento descentralizado.

Es casi un lugar común por donde quiera que circulemos, que en República Dominicana se quiere un cambio. Hay gente que da como un hecho que la escuela en un futuro cercano incluirá desayuno y comida, que las y los maestros para tener ingresos decentes, tendrán menos carga de trabajo, que aumentarán sus ingresos y descansarán más, que habrá menos estudiantes por aulas, pues se duplicarán las instalaciones escolares, y que habrá más capacitación del personal educativo, psicológico, de orientación y de trabajo social.

Se espera capacitación y más formación: en cívica, igualdad y equidad de género, en menos autoritarismo, en dominio de la ira, en manejo de conflictos, y en general: en ¡no violencia¡ y en ¡una cultura de paz!, en la currícula de todo el sistema educativo. Es curioso que lo de invertir el 4% del Producto Interno Bruto (PBI) en la Educación, se espera que lo hará cualquier partido que gane el certamen electoral que se avecina en el 2012.

Se espera un mayor trabajo de prevención para disminuir la delincuencia, la inseguridad, y que se necesita que esa prevención se relacione con una cultura familiar de mejor trato, más empoderamiento de la mujer, y una forma de criar las y los hijos, sin violencia, y sin machismo.

En tal sentido, observamos un incremento, por lo menos, en Santiago, desde la Fiscalía, y desde organizaciones de la sociedad civil, en los temas de prevención del delito, y de enfrentar la violencia, con una perspectiva de género. Tuvimos la oportunidad de participar en un Encuentro que organizó la Fundación Mujer Iglesia de Santiago, como parte de un proyecto, donde participan más de 23 comunidades, 40 grupos y 18 escuelas de Santiago, en el que se consolidan estos conceptos. Coincide este Programa con uno similar en el que trabaja la Fiscalía de Santiago, bajo la dirección de la Procuradora Fiscal Yeni Berenice Reynoso, del que ampliaremos en otro escrito. Así como se viene desarrollando otro esfuerzo en la PUCMM en 16 escuelas, en Jarabacoa y en un número de escuelas similar, en Santo Domingo. Y el trabajo que viene haciendo el Movimiento Vida sin Violencia (MOVIDA), que incluye al Núcleo de Apoyo a la Mujer (NAM), PROFAMILIA, Ministerio de la Mujer, Ayuntamiento de Santiago, Fundación mujer Iglesia, Procuraduría Fiscal, Coordinadora de Mujeres del Cibao (CMC), Casa Abierta, Acción Callejera, Fundación Vanessa, entre otras.

El Equipo Mujer Iglesia, que preside Ana Rosa Betances, integró la disertación de un interesantísimo, y novedoso enfoque del general retirado de la Policía Nacional, Víctor Leonardo Burgos, quien puso un fuerte énfasis en la importancia de superar los problemas de las desigualdades para evitar el delito, como una de sus raíces fundamentales.

En nuestro país, de las mujeres, además preocupa: la mortalidad materna, los feminicidios, el embarazo de las adolescentes, la violencia doméstica, y que se reconozca la inconstitucionalidad del artículo 37 de la Constitución que contradice los derechos fundamentales de las mujeres; y que está permitiendo que no se salven vida de mujeres embarazadas cuando su vida esté en peligro, física; y emocionalmente, en los casos de incestos y de violaciones. Así lo expresaron decenas de organizaciones de mujeres frente al Congreso a propósito de que el 28 de mayo es el Día Mundial de la Salud de la Mujer.

Se espera que no se siga invirtiendo en la política para luego buscar favoritismos que debiliten la institucionalidad de lo público, y faciliten la corrupción, el clientelismo y el patrimonialismo. La política debe estar equidistante de los negocios. Para que así, ésta juegue su papel de mediación entre los distintos intereses que se mueven en la sociedad, y pueda aplicar medidas fiscales con fines redistributivos, y que se haga un gasto social donde haya más consenso; y además, se propicien mejores condiciones laborales y salariales de todo el personal de las empresas y del sector público, y que haya más capacidad en las empresas para que puedan lidiar con la organización de las, y los trabajadores.

En materia de salud, se quiere, un sistema de seguridad que nos incluya a todas y todos, y que la base del mismo no sea lucrativo: “con la salud no se negocia”, dice una consigna, para expresar lo propio de la política pública de salud en un Estado de Bienestar.

Enamorada de todo esto, durante años, he estado admirando el Pacto Social que se hizo en Costa Rica en el año 1948, cuando se decidió priorizar la educación, la salud, la agricultura, las exportaciones, la ecología, y el no hacer gasto militar, ni en cuerpos armados. Se apostó a la prevención en la política de seguridad. Se sabe que implementar esto es un proceso.

En Uruguay, desde 1933 se trabajó con una la política de amplia alianza para enfrentar una dictadura militar, y se han hecho grandes pactos para enfrentar el autoritarismo y la desigualdad, desde el 5 de febrero del 1971, se creó el Frente Amplio (FA). En esta alianza de agrupaciones, las cuáles mantienen su autonomía, de manera relativa, y actúan en conjunto en base a un programa, con diversidad ideológica, y con un interesante Reglamento, que norma esa dialéctica: de autonomía y actuación conjunta.

Finalmente otro, lugar y otro decir, comunes, es que: la Unidad, un Pacto social, no es el fruto de una actitud y un accionar coyunturalista. Se requiere de una visión colectiva, y de una visión de largo plazo, de conquistas parciales, y de una concepción de proceso, como una acumulación de poder, desde la búsqueda de construir una sociedad inclusiva, de bienestar social, con equidad, libre, segura y con un desarrollo sostenible.


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