El compañero Alejandro Moliné de la Red para la Gobernabilidad y la gerencia pública hace un enriquecedor análisis sobre los tres debates entre Barack Obama y Mitt Romney. Interesante leerlo, se aprende de política Internacional, y sobre Estados Unidos.
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Politica
Análisis de los debates electorales de Barack Obama con Mitt Romney
A lo largo del debate Romney mantuvo gestos, posiciones y actitudes cambiantes e inconstantes. Al principio no lucía cómodo y, tal vez por la intensa actividad de la campaña, se le percibía el rostro más cansado y menos atractivo que en ocasiones anteriores.
25 de octubre del 2012
Por Alejandro Moliné/Especial para Acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La noche del lunes 22 de octubre en la Universidad Lynn de Boca de Ratón, en el estado de Florida, se desarrolló durante 90 minutos el tercero y último de los debates presidenciales del proceso electoral estadounidense 2012, obteniendo Barack Obama un claro y visible triunfo.
En el primero de los tres debates, el candidato y presidente actual tuvo un desempeño decepcionante, pero se recuperó en el segundo y sacó una clara ventaja en el tercero. Logró hacer un recorrido de menos a más, lo que le permitió recuperar su imagen de excelente polemista y comunicador. Por su parte, Mitt Romney obtuvo un balance general bastante aceptable para los estándares nacionales en el trío de eventos realizados. Pero su recorrido fue inverso al de Obama, yendo de más a menos, lo que afecto su candidatura en el último tramo del proceso, pero sin dañarla significativamente.
El azar es una categoría histórica. En esta ocasión Obama fue favorecido por la forma como tradicionalmente se organizan estos debates, los cuales inician con temas de economía y asuntos domésticos, para culminar con el de la política exterior de la nación, que es precisamente donde el presidente tiene más dominio y puede exhibir un mejor récord. Ese ordenamiento temático tradicional, el cual no fue definido en modo alguno para la ocasión actual, refleja coincidencialmente el tránsito de lo peor a lo mejor de la administración de Obama; era el esquema de desarrollo que mejor podía favorecerlo.
Estos debates presidenciales concitan una gran atención mundial, dada la importancia global de los Estados Unidos, por lo que compiten exitosamente con programas deportivos y de variedades de gran público. Se sintonizan, para conocer las propuestas y planteamientos en temas de importancia nacional e internacional, y para obtener referencias que permitan medir y comparar las capacidades personales de los candidatos.
En términos generales son muy convencionales y los candidatos cuidan mucho su imagen en estos espacios, tratando de no aparentar muy desafiantes, heterodoxos o atrevidos. Son un espectáculo para los "mass media", tal y como lo fue esa misma noche el juego de baseball entre los Gigantes de San Francisco y los Cardenales de San Luis. Además, los planteamientos que se realizan tienden a ser bastante normalizados y cautelosos, poco aventureros y creativos, ya que se reconoce que cualquier falta de sintonización o adecuación al comportamiento y los contenidos esperados por el gran público, puede acarrear peligros a cualquier candidatura.
Las propuestas que se presentan en estos debates carecen de altos grados de creatividad o ruptura, debido a que nadie, salvo un candidato con una gran desventaja, se tomaría el riesgo de salir con pronunciamientos iconoclastas o contrastantes, que sobrepasasen los límites de la franja convencional esperada. En tal sentido, estos encuentros son poco interesante para quienes buscan propuestas de arquitectura e ingeniería social innovadoras que pudiesen contener cambios cualitativos importantes. Los debates son seguidos por una población mayoritariamente conservadora y resistente al cambio y son monitoreados por los grandes poderes fácticos, por lo que en simples palabras dominicanas, no son para ir a inventar ni para presentar sueños y novedades utópicas.
Las actitudes personales y el lenguaje corporal
Como este tipo de debate es también una guerra de imágenes que se desarrolla en un campo paralelo y de naturaleza más simbólica que el que definen las expresiones orales de los candidatos, siempre habrá que tomar el lenguaje corporal en cuenta.
En esta ocasión y de modo similar al segundo debate, Barack Obama tuvo un excelente manejo consciente e inteligente de sus gestos, posturas y expresiones corporales. Con su acostumbrada buena dicción y prolijidad verbal, se expresó con la firmeza y la determinación esperada del Comandante en Jefe de la nación. El poder exhibir convincentemente esas condiciones es fundamental para que el pueblo estadounidense sienta confianza en su máximo dirigente, más en un escenario nacional e internacional llenos de dudas e incertidumbres. Romney, por su parte, presentó una imagen adecuada para esos fines, pero menos matizada y convincente en estos aspectos fisonómicos y formales importantes.
El presidente Obama manejó su plástica a voluntad a lo largo de todo el debate. Siempre escuchando con la cabeza lateralmente inclinada hacia el mismo lado y con una sonrisa muy leve en sus labios, como una foto que a algún familiar o seguidor(a) le gustaría tener en su vivienda. Pero ese Obama semi-sonriente y algo angelical, se levantaba de improviso en cualquier momento del debate con una daga de planteamientos que cuestionaban los contenidos y la coherencia de las posiciones de Romney, quien durante un largo tiempo permaneció intranquilo y algo desconcertado ante esas irrupciones y ataques inesperados y continuos de Obama.
egún el demócrata John Kerry, "El equipo de campaña de Romney intenta decir que si (el candidato republicano) muestra que tiene confianza en sí mismo todo irá bien". Sin embargo, ese objetivo no fue logrado satisfactoriamente. Barack Obama logró poner a Romney continuamente a la defensiva, teniendo incluso el candidato republicano que interrumpir y pedir la palabra varias veces al entrevistador para fin de aclaraciones. Obama llegó lejos en sus ataques, inclusive expresando: “Nada de lo que dice el gobernador Romney es cierto”. También refiriéndose a planteamientos previos del republicano sobre política internacional, le dijo: "Cada vez que usted opinó, se equivocó". En estos debates generalmente el aspirante de la oposición es quien conduce la mayor cantidad de ataques hacia el presidente en funciones y candidato del momento, pero Obama con mucha habilidad y preparación logró revertir ese esquema.
A lo largo del debate Romney mantuvo gestos, posiciones y actitudes cambiantes e inconstantes. Al principio no lucía cómodo y, tal vez por la intensa actividad de la campaña, se le percibía el rostro más cansado y menos atractivo que en ocasiones anteriores. Su hablar no logró ser claro en algunos momentos álgidos del debate y en ocasiones machacó y superpuso palabras y expresiones. Con el paso del tiempo pareció más distendido y relajado, mejorando su calidad verbal y luciendo más estable y tranquilo. Algo en que tal vez se excedió imprudentemente Romney fue en su continua sonrisa a pequeñas bromas de Obama, lo que resaltaba la figura de este último como centro del debate y como alguien ingenioso y carismático.
La planeación del combate
A estos debates se asiste con una estrategia esbozada por los candidatos y los asesores expertos en comunicación, la cual debe ser flexible para que se adapte a preguntas inesperadas y a respuestas y ataques del contrario. La estrategia no se hace pública, pero la actuación de cada candidato la evidenciará, permitiendo que se realicen conjeturas al respecto.
Durante el desarrollo del debate Obama actuó bajo un patrón de comportamiento estable y continuo, por lo que aparentemente fue consciente, fiel y disciplinado a su estrategia. Desde el inicio se lanzó al escenario a ser el atacante y no el atacado. Con esa actitud produjo dos efectos importantes: en primer lugar, mantener inquieto, desestabilizado y desconcentrado a MittRomney, provocando que éste se expresara con ideas fragmentadas y poco claras en algunas de sus intervenciones; y en segundo lugar, presentar a Romney como un político con planteamientos cambiantes y contradictorios, que hace pronunciamientos en un momento y que posteriormente los modifica o contradice. Buscando con esto último ponerlo en evidencia como un candidato poco coherente y confiable, carente de suficiente firmeza y determinación para dirigir la nación.
Para dar fuerza a lo anterior Obama utilizó también el recurso de resaltar algunas imprecisiones o falsedades de Romney y no tuvo ningún reparo en interrumpir al contrincante o al moderador para mostrarlas. En un momento Romney trató de defenderse y cambiar el libreto de Obama diciendo “Atacarme no es una agenda”, pero esto no alteró la frecuencia y la intensidad de la ofensiva del presidente y candidato demócrata, quien tenía claridad y determinación en lo que hacía.
Otros asuntos que abordó Obama en su plataforma de combate contra el candidato republicano, fue cuestionar la imagen que Romney quiere proyectar de líder moderno, de eficiente gestor público y de exitoso hombre de empresas. En tal sentido, Obama pronunció en un momento una frase que posiblemente construyó previamente y que guardó hasta el momento oportuno de expresarla: "Gobernador, cuando se trata de política exterior, usted parece que quiere volver a las políticas de los años ochenta, a las políticas sociales de los años cincuenta y a las políticas económicas de los años veinte". Para mostrar también la supuesta seudomodernidad de Romney, Obama utilizó efectivamente la expresión ahora famosa y conocida sobre la cantidad de caballos y bayonetas en el ejército norteamericano, añadiendo también en otro momento del debate que trató de entrar al portal de Internet de Romney pero no pudo hacerlo porque no funcionaba.
Sobre la gestión de MittRomney como gobernador de Massachusetts no hubo muchos puntos de ataques por parte de Obama, salvo el comentario de que cuando el aspirante presidencial republicano era el gobernador, las pequeñas empresas de ese estado ocuparon la posición 48 en el ranking estatal del país. También mencionó el candidato demócrata las operaciones de externalización de servicios realizadas por la compañía de Romney con empresas Chinas que compraban petróleo a Irán, en momentos en que Estados Unidos aplicaba sanciones a ese país. Con esto lo presentó como un empresario más que como un político, como un negociante cuyo afán de lucro es más importante que el respeto a las políticas nacionales.
A pesar de que Obama resaltó que su país no debe volver a las mismas políticas que crearon los principales problemas actuales que confronta la nación, haciendo alusión con esto a la carga de responsabilidad de la pasada administración republicana con esos problemas, en ningún momento defendió su gestión diciendo que el ritmo de solución ha sido lento debido a la gran magnitud de la crisis encontrada en el momento que ascendió a la presidencia.
Por el lado positivo de la estrategia de Obama, aparentemente se logró satisfactoriamente mostrarlo como un dirigente enérgico, experimentado, responsable y capaz de responder adecuadamente a los asuntos internos y a las demandas internacionales. Un recurso de Obama a destacar, fue que como respuesta al déficit público y a los recortes presupuestarios, siempre sacó a relucir el tema de la educación, resaltando la importancia de una significativa inversión pública en esta área para garantizar la competitividad del país y su liderazgo mundial.
MittRomney también atacó a Obama, pero no con la misma constancia, profundidad e intensidad. Su ofensiva se centró en los puntos que presentamos a continuación: a) Resaltar que Estados Unidos ha reducido su importancia e incidencia en el mundo en los últimos 4 años, es decir durante la administración del candidato Obama; b) Presentar la situación internacional como inestable, convulsionada y peligrosa, mostrando que los éxitos en política exterior de la administración demócrata son contradictorios y que la mala gestión de los mismos los está revirtiendo y haciéndo inmanejables. Este es un punto importante de Romney, ya que la percepción de la existencia de una gran cantidad de problemas globales quita fuerza a la afirmación de que Estados Unidos se ha fortalecido en el campo internacional y que el mundo es actualmente un lugar más seguro que unos años atrás; c) Quitar impacto a la captura y muerte de Osama Bin Laden y a la política antiterrorista del gobierno, diciendo que felicita al presidente por la muerte de Bin Laden, pero que el extremismo no se contrarresta solamente matando y que el país debe modificar su política hacia esas redes y grupos, desarrollando una estrategia integral; d) Mostrar a Obama como vacilante y contradictorio en su política internacional al mandar señales confusas al mundo, por los supuestos lazos con Chávez y Raúl Castro, y no visitando Israel y en su lugar pidiendo perdón por las acciones de Estados Unidos en el Medio Oriente en aquella famosa gira al inicio de su mandato y e) Revelar que las políticas estatistas y centralizadoras del gobierno actual, en materia de salud y educación principalmente, no producen soluciones sino que agravan las situaciones actuales.
A lo largo del debate, Romney en varias ocasiones introdujo el tema de la economía para sacar momentáneamente la discusión del campo de la política internacional, que no le es tan favorable y donde Obama es muy fuerte, y para de esta forma también arrastrar la atención del público hacia temas domésticos y más perentorios para la ciudadanía. Presentó planteamientos similares a los de los debates anteriores, destacando las malas cifras del crecimiento económico, el desempleo, las personas que reciben cupones del estado y el gran déficit público. Fueron argumentos repetidos, que no tienen el impacto de la primera vez que se escuchan, pero cuyo efecto e interés sigue siendo considerable dada la importancia de los mismos en la vida cotidiana de la población.
Una observación importante de Romney fue el haber resaltado el que Obama había expresado que dejaría el desempleo en un 5.4% al final de su mandato. Pero el presidente no lo ha logrado todavía y por el contrario faltan 9 millones de personas empleadas para alcanzar esa cifra. Es un dato de impacto que quita fuerza a la proyección de Obama como una persona confiable y de palabra, lo que vende en su campaña, sobre todo porque dijo al inicio de su gestión presidencial que capturaría y mataría a Bin Laden y que retiraría las tropas estadounidense de Iraq, como hizo efectivamente.
En su lado afirmativo, Romney continuó tratando de proyectarse como el representante de la descentralización pública, del sector privado y de la libre empresa. Continuó mostrándose como el político y empresario capaz, que gobernó bien el estado de Massachusetts y que posee una experiencia exitosa manejando negocios. Además, como el dirigente político que logró hacer una gestión de consenso con demócratas y republicanos en su gobernación, lo que evidencia que con él es posible acabar con las contradicciones, confrontaciones y el desorden en Washington, asunto que tiene cansada a la población del país.
Obama fue claro, continuo y sistemático en su estrategia, mientras la de Romney fue más indefinida y elusiva. En ambos casos el blanco de los ataques era distinto. El de Obama, estaba más concentrado en la persona del candidato opositor, ya que Romney no tiene una experiencia pública dilatada ni claros puntos débiles como gobernador. Por otra parte, el objetivo de los ataques de Romney no eran las debilidades personales de Obama, sino el récord o los resultados de su gestión en algunos temas neurálgicos de la nación, como lo son el crecimiento de la economía, el desempleo, el déficit público, la pobreza, etc.
En estos debates atacar al oponente es una especie de arte que requiere el equilibrio entre ser incisivo sin ser muy ofensivo, puesto que el público rechaza el exceso de agresividad, tendiendo a alinearse o solidarizarse con la persona atacada.
En varios momentos del debate Romney coincidió con los planteamientos de Obama o con las políticas de su gobierno. Fueron varias las ocasiones, por lo que esa situación terminó beneficiando a Obama al traducirse, de alguna forma, en que el gobierno estaba haciendo muchas cosas correctas y adecuadas.
La política exterior de Estados Unidos
Es difícil competir en conocimientos de política internacional con un presidente en funciones de los Estados Unidos, ya que se está en frente de un contrincante pulido diariamente en la faena, que reflexiona y discute sobre esos asuntos permanentemente. Todavía más en el caso particular de Obama, cuando él parece tener una facilidad e interés especial en esos temas.
El desarrollo del último debate evidenció que ambos candidatos tienen posiciones bastante similares en relación a la política exterior de la nación y que las diferencias son más de formas y matices que de contenido. Pero en el duelo del pasado lunes, Obama habló con mayor profundidad, seguridad y solvencia sobre los temas internacionales más importantes del país; resaltó la coherencia con la que los ha abordado en el tiempo de su gestión y puso de relieve las frecuentes contradicciones de Romney a este respecto. En algunos momentos Obama le habló al candidato republicano con autoridad, superioridad y dureza, señalándole que sus opiniones eran poco firmes y cambiantes: “Uno tiene que ser claro con los aliados y con los enemigos”. Y en otro segmento le dijo: "...y me alegro de que diga que la guerra de Iraq fue un error. Hace días dijo que deberíamos mandar más soldados a Iraq a una guerra ya acabada. Lo entiendo, usted no ha tenido oportunidad de ejercer en materia de política internacional...No sólo se equivoca, sino que manda mensajes erróneos a nuestros soldados”.
El planteamiento general de MittRomney en materia de política exterior es mucho más amplio que la formulación pobre y escueta que él mismo utilizó para definirlo: “Mi estrategia es muy clara: perseguir a los malos”. Pero Romney fue mucho más que lo anterior en el debate, aunque resultó muy descriptivo, poco propositivo y no buscó embestir con intensidad a su adversario. Atacó la gestión de Obama pero con poca fuerza y sin gran contenido, pudiendo resaltarse las críticas siguientes que realizó a la política exterior del mandatario: que Irán ahora está más cerca de tener una bomba nuclear que hace cuatro años; que el Gobierno se descuidó y no accionó adecuadamente con la muerte del embajador y los funcionarios norteamericanos en Libia; y que en la primera gira de Obama en el Medio Oriente, no visitó Israel y en su lugar (aunque no fue exactamente así) pidió excusa y perdón por las acciones de Estados Unidos en la región. En sentido general, Romney no presentó claras opciones alternativas a la política exterior de Obama, dejando la sensación de que en esa área se estaban haciendo las cosas bien en el país, aunque se pudiese requerir de algunos pequeños cambios no muy significativos.
En relación a Irán, ambos consideran el ataque como última opción. Romney hizo algunos señalamientos electoreros de que se debería aislar diplomáticamente el país y Obama dio datos contundentes de cómo las sanciones están siendo efectivas al haber reducido el valor de la moneda en un 80% y la producción petrolera en un 20%. Además expresó que: "Mientras yo sea presidente de los Estados Unidos, Irán no conseguirá un arma nuclear".
Hacia Israel los dos candidatos trataron de evidenciar amistad, fidelidad y compromiso máximo. Inclusive los fuertes pronunciamientos de ambos sobre Irán se hicieron también con consciencia de la resonancia positiva interna que los mismos deberían tener en Israel. Obama fue enfático y reiterativo en este sentido, y debía serlo desde el punto de vista de sus aspiraciones, ya que ha sido cuestionado al respecto.
En cuanto a Siria, estuvieron de acuerdo en no intervenir militarmente hasta ahora, pero Romney demandó acciones más fuertes y decisivas, inclusive habló de entrega de armas pesadas a la oposición, pero Obama evidenció mayor templanza y racionalidad expresando que debían ser cuidadosos, ya que: "No podemos poner armas pesadas en manos de gente que podría utilizarlas en nuestra contra". Se mostró confiado en el desenlace del proceso diciendo que "los días de Bachar al Asad están contados".
Sobre Egipto, Romney criticó que el cambio de régimen fue muy rápido y que hoy la nación se encuentra en manos de la Hermandad Musulmana. Obama lo justificó diciendo que la velocidad de los acontecimientos protegió la vida de mujeres y débiles en el país.
La relación con China fue otro tema destacable del debate. Ninguno de los dos candidatos enfocó la situación como un problema militar sino comercial, denunciando ambos la manipulación del gobierno chino en el manejo de su moneda y los inconvenientes de ese país para ajustarse a las normas del comercio internacional, así como la gran producción de falsificaciones y piraterías. Los ataques de Romney fueron más fuertes que los de Obama, sin llegar a ser violentos y agresivos, tal vez buscando diluir un poco las acusaciones de externalización de servicios por parte de su empresa. Romney añadió que se requiere hacer una mayor presión a China y que eso no implicaría una guerra comercial debido a que la nación asiática no arriesgaría el gran superávit comercial que tiene con Estados Unidos.
Sobre Pakistán, Romney dijo que no era hora de divorciarse de ese país que tiene armas nucleares que podrían caer en manos terroristas. En cuanto a Libia, Obama asumió prácticamente como un éxito de su gestión el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi. De Afganistán Obama dio a entender que se va avanzando en la guerra, que pronto se iniciará el retiro de las tropas militares y que los recursos que ahora se ahorran de la guerra de Iraq se utilizan para obras civiles necesarias en el país.
América Latina estuvo bastante ausente del debate, como siempre. Romney la aludió más que Obama, inclusive planteando que los Estados Unidos deberían volcarse más hacia esta región cuya economía es casi tan grande como la de China.
El mayor peligro para Estados Unidos
Las opiniones de los dos candidatos presidenciales sobre cuál es actualmente la mayor amenaza para Estados Unidos fueron divergentes. Romney señaló al Irán nuclear, mientras Obama a la red Al Qaeda. ¿Cuáles son las diferencias? Irán es un país que podría significar un peligro más grande en función del armamento nuclear que se supone que está desarrollando. Es una potencial amenaza focalizada y localizada en un territorio. Pero Irán ha desarrollado misiles que pueden llevar algunas cargas nucleares y que tienen alcance para llegar a Israel, aunque todavía no a Europa y mucho menos a Estados Unidos. Al Qaeda es una red pequeña y descentralizada, sin armamento masivo de gran impacto, pero con capacidad de dar golpes y hacer atentados puntuales en Estados Unidos y cualquier parte del mundo.
La clausura del debate
Al finalizar el debate se otorga una oportunidad a cada candidato para que se dirija al pueblo y en breves palabras le solicite su apoyo y su voto. Ninguna de las dos intervenciones fue emotiva o significativa. La de Obama se sintió un poco apresurada y mecánica. La de Romney se percibió ligeramente mejor, ya que dejó una imagen fresca y sonriente distinta a la de muchos momentos del debate. Tal vez sonreía y estaba alegre al decir por dentro: "Ufff, finalmenteesto ha terminado".
Importancia de los debates en las votaciones
El impacto de los debates presidenciales en los resultados electorales no puede ser definido fácilmente y varía de un proceso a otro. En términos generales, estos debates son importantes, pero no determinantes, ya que se realizan finalizando las campañas cuando una alta proporción de los electores ya ha tomado una decisión definitiva con su voto. Donde estos debates pueden tener una mayor repercusión es en el segmento de los electores indecisos, contribuyendo a la definición y materialización de muchos de esos votos hacia las distintas candidaturas que se ofertan.
¿Cómo incidirán los tres debates realizados en las votaciones del próximo 6 de noviembre? Nadie podrá conocerlo con exactitud. Lo que sabemos es que, según resultados de los sondeos realizados recientemente, la franja de electores indecisos es pequeña y que las preferencias por las candidaturas están cerradas.