Matrimonio entre homosexuales y descendencia

El destino de la pareja

RENE GIRARD. HISTORIADOR Y FILOSOFO FRANCES.

¿Ha existido siempre el matrimonio? ¿De qué formas? No conozco ejemplos, antes de nuestra época, que den cuenta de la posibilidad de definir al matrimonio de manera diferente que como unión entre dos sexos. Pero pienso que esto ya no es pertinente, aun cuando en cada tiempo y lugar se haya considerado como absolutamente establecido el hecho de que el matrimonio une al hombre y a la mujer. El problema no se había planteado hasta ahora. Según una tradición universalmente aceptada, el matrimonio es una unión que produce hijos y que, en consecuencia, se establece entre individuos de sexos opuestos. Lo demás es mirado como "no natural", mismo en el sentido filosófico del término: contrario a la naturaleza. Desde el punto de vista de la Iglesia católica, desde el de su pensamiento y su filosofía, nacidos de San Tomás de Aquino y del tomismo, el matrimonio está reservado a la forma de pareja considerada "natural". Es obvio, en ese sentido, que los católicos serán hostiles a cualquier medida que pueda conducir al matrimonio entre homosexuales.

La Iglesia sostiene que el Estado no debería justificar este camino. La solución propuesta por los Pacs«6, o aquello que los italianos llaman Dico«6 (formas de unión civil y pactos de convivencia), consiste en conceder a las parejas de hecho, incluyendo a los homosexuales, una serie de ventajas jurídicas, pero sin usar aún la palabra "matrimonio". Es justamente esto, en cambio, lo que reclaman los homosexuales en Francia. El reclamo llega desde los homosexuales radicales, que quisieran ser considerados normales, suprimiendo la noción de "norma" en el derecho. La Iglesia católica rechaza todo esto, reputando necesarios los hábitos jurídicos fundados por los cristianos en el ámbito del derecho. En un país como Italia, donde los católicos son particularmente numerosos y donde hasta ahora no estuvieron ni siquiera los Pacs«6, la Iglesia se opone a todas las etapas del itinerario, de los Pacs«6 en adelante.


Hoy, la homosexualidad ha entrado más o menos dentro de la normalidad, como en la época de la caída del Imperio Romano. Pero ahora hay un elemento más: los homosexuales quisieran dar a su unión un estado de legalidad. Este es el aspecto completamente nuevo. En épocas en las cuales la homosexualidad se volvía socialmente muy relevante, como hacia el final del Imperio Romano, ¿fueron adoptadas medidas legales a favor de los homosexuales? De parte de ellos, ¿hubo alguna vez demandas en ese sentido? El hecho de que el matrimonio sea un vínculo establecido para unir a personas de diferente sexo, ¿se ha modificado tal vez porque en aquel período histórico los homosexuales eran numerosos? Me parece que no.

No me pregunto si el hecho de que hoy se discuta acerca de este argumento es un síntoma de superioridad o de inferioridad moral. Me limito a hablar de la situación histórica sin emitir juicios, porque es necesario interrogarse acerca del perfil histórico para intentar definir el tema del cual se está hablando. Y por lo que sé, lo que se está verificando ahora no tiene ningún precedente ni término de comparación, o porque la voluntad de la unión legal entre personas del mismo sexo no existió jamás, o porque nunca ha sido registrada. Sabemos que hubo sociedades arcaicas tolerantes hacia la homosexualidad. Pero no era otra cosa que eso: tolerancia; no un proyecto de legalización del vínculo.

Hoy, por un lado, está la Iglesia católica que quiere mantener la forma vigente en el pasado. Por otro lado, hay quienes se oponen y quienes no. En Francia, por ejemplo, no son sólo los cristianos quienes se oponen al matrimonio homosexual sino también algunos políticos moderados que quisieran modificar lo menos posible el derecho tradicional en esta materia, reconociendo que la noción de sexo existe, que en el matrimonio es irrenunciable y que todo esto siempre fue verdadero. En cambio, en Estados Unidos una fuerte mayoría puja por el cambio de la definición de matrimonio; y esta oposición ya contribuyó a la derrota de los demócratas en tiempos de la elección de Bush. Por otra parte, en muchos estados modernos se asiste a una toma de posiciones en favor de los Pacs«6.

A veces me pregunto si no es el mismo cristianismo, o mejor dicho una perspectiva cristiana muy radical, la que rechaza ciertas viejas definiciones. Hoy encontramos un elemento suplementario en el hecho de que haya teólogos favorables a la homosexualidad, los cuales se oponen a la condena de San Pablo en la Epístola a los Romanos, donde los homosexuales son colocados entre los fornicarios. Naturalmente, la Iglesia no acepta el punto de vista de esos teólogos. El apóstol San Pablo ha sido el primero en ofrecer un punto de vista cristiano con respecto a la homosexualidad, sin considerar para nada a los homosexuales como pecadores excepcionales. Simplemente los ha colocado entre los portadores de desorden, como a los adúlteros. Fornicarios al igual que otros.

Pero en el centro del argumento están los hijos. A partir del momento en el cual se otorga a los homosexuales el derecho de tener hijos a cargo, se torna imposible negarles sus derechos como padres, porque se haría un daño a los hijos. Jurídicamente, no se puede negar a los niños -que no son responsables de nada- el tener padres iguales a los de los demás. Y si se otorga a los homosexuales los mismos derechos que a las personas casadas, es imposible excluirlos jurídicamente del matrimonio. Nuestra civilización parece haber emprendido esa dirección. Considerando la evolución de las costumbres, es posible suponer que se proseguirá por este camino hasta el final; a menos que no se verifique una verdadera revolución en la política y en las costumbres de nuestra sociedad.

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